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TIJUANA, BC - martes 9 de agosto de 2011 - AFN.
4389
Por Manuel Villegas
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LA ISLA DE LA FANTASIA Y CALAFIA, SU REINA
 
Hace seiscientos y un año el mundo conoció un lugar que fue considerado el paraíso sobre la tierra, donde las mujeres imponían su ley y dominaba una reina llamada "Calafia". Ese lugar, amigo lector, se encuentra justo debajo de tus pies si vives en algún punto de la península de la Alta a la Baja California.
Las referencias a dicho reino, cuya existencia no fue puesta en duda durante siglos, se encuentran en una obra literaria de 184 capítulos llamada "Las hazañas de Esplandián", publicada en 1510, en la cual el soldado-político-escritor español Garci Rodríguez de Montalvo El Viejo dio seguimiento a los cuatro libros de caballeros y trovadores que narraban las aventuras del legendario guerrero "Amadís de Gaula", entonces muy popular entre los europeos del siglo XV y XVI.
En su obra, Rodríguez narra las eventuras de un hijo de Amadís, también caballero, quien a bordo de una embarcación flotante llega a una feroz isla llamada "California" llena de grifos, gigantes y otros monstruos; allí imperaban las salvajes leyes impuestas por mujeres negras que vivían como "ha-mazan" o amazonas, que vivían y morían por y para hacer la guerra.
"Eran de bellos y robustos cuerpos, fogoso valor y gran fuerza, su isla era la más fuerte de todo el mundo con sus escarpados farallones y sus pétreas costas", refiere la saga española sobre tales féminas que dominaban bestias, y quienes eran gobernadas por Calafia, una bella morena que vigilaba que sus criaturas isleñas fueran bien alimentadas con los hombres que se capturaban y traían de otras tierras.
Total, que a los hombres nos iba como en feria en California, igual que en la actualidad, pero fue gracias a la historia de esa isla de la fantasía ("Península California, señorío de Calafia") que esta región del mundo tan cerca de Estados Unidos y tan lejos de Dios, se llama como se llama hasta la fecha.
Hay evidencias documentales de que el serio navegante Cristobal Colón y el conquistador Hernán Cortés incluyeron en sus cartas de viajes e informes a los reyes de España tales historias donde referían la existencia de islas pobladas sólo por mujeres en territorios muy ricos en perlas y oro. El adulador Hernán escribió inclusive que "trabajaré en teniendo aparejo de saber la verdad" y ofreció pasar completo el chisme a su graciosa Majestad Carlos I.
Historiadores coinciden en que a los exploradores españoles, específicamente al mismísimo Cortes, otros conquistadores se burlaron de ellos cuando decidieron recorrer el Pacífico Norte en sus navíos en busca de más tierras para la corona española.
Sobre el uso del nombre, se atribuye a la burla que de Cortes hizo el marino y explorador Fernando (o Hernando) de Alarcón, quien por cierto es considerado el primer europeo en pisar el hoy Estado de California, el que hizo alusión a las aventuras del caballero Esplandián "y dio por nombrar en tono burlesco a las inhospitas tierras como California para herir a Cortés por haber fracasado en el tercer viaje de exploración" por el Pacífico.
Aunque en las tres expediciones ordenadas por Cortés, en la cual él mismo encabezó la tercera, si bien no hubo resultados económicamente redituables; el barbado llegó con sus navíos bien provistos de bizcocho, carne, aceite, vino y vinagre, y logró establecer una colonia en la bahía que hoy conocemos como La Paz, capital de Baja California Sur.
"Se aplicó el nombre de California en broma cuando se encontraron con el árido paisaje de la península de Baja California", refiere otro de los estudios consultados, pero lo que no ha cambiado es que lo que resultó ser un golfo y no un "Mar Bermejo" lleva ahora el nombre del soldado español famoso por sus conquistas y matanzas, y más por la destrucción del imperio Mexica y por ordenar que quemaran los pies a Cuauhtémoc, su último Emperador.
La idea de que Baja California, y California en general, era una isla independiente de la Nueva España, fue una creencia que predominó por siglos en el Viejo Mundo, merced a los mapas que se elaboraban por distintos viajeros de la época.
Ignorando las pruebas aportadas con las exploraciones de Francisco de Ulloa a mediados del siglo XV, quien navegó toda la costa y llegó a la desembocadura del Río Colorado, "en lo que parecía demostrar que la región era una península", circuló ampliamente entre reyes y navegantes un mapa que destacaba, y con lujo de detalles, la supuesta "isla" llamada "California".
El mapa fue publicado en 1650 y fue dado por verdadero al ser diseñado por el prestigioso mapista holandés Joan Vinckeboons, pero que al final se convirtió "en el error cartográfico más importante de la historia" al presentar a Baja California separada del resto de México y del continente, con un estrecho llamado Golfo de California.
Como ahora ocurre con panistas y priistas, los ingleses, holandeses, españoles, navegantes, astrónomos, sacerdotes y soldados de esa época se decían dueños de la verdad absoluta. Así que mientras unos juraban que estas tierras plagadas de conejos, coyotes y borregos cimarrones era península, los otros insistían en que se trataba de una enorme isla.
Tuvo que llegar a estas tierras el misionero italiano Eusebio Francisco Kino; también matemático, científico, sacerdote, explorador, geógrafo, astrónomo y cartógrafo, para terminar de una vez por todas con las discusiones y dejar en claro que Baja California era una península.
Antes de ser cura Kino estudió en Austria, estuvo a un paso de ser enviado a Inglaterra y soñaba con viajar a China; pero cuando ingresó a la Compañía de Jesús le hicieron elegir al azar una de dos papeletas en las que estaban escritos los nombres de dos posibles destinos: las Filipinas y la Nueva España.
El destino del "Padre Kino" fue, al sacar un papelito, ser el creador de una veintena de misiones evangalizadoras en Sonora y la California conocida, además de detalladas expediciones por mar y tierra entre 1687 y hasta su muerte en 1711.
Así que, tras el sismo de 6.9 grados Richter ocurrido la tarde del domingo 4 de abril del 2010 a las 15 horas con 40 minutos y 40 segundos, en la Falla de San Andrés y con epicentro en Mexicali, quienes pensaron que la península quedaría a la deriva como una isla más en el Pacífico, deben tener claro que durante casi dos siglos fue esta una creencia generalizada en el mundo.
La realidad es distinta. La entidad seguirá tan firme en el continente como hace 14 mil años, cuando llegaron los primeros nómadas desde el Norte y se establecieron subsistiendo de la cacería del venado y el cimarrón, y de dietas ricas en murciélagos, lagartijas y arañas, como hacían los grupos tribales yumanos aquí establecidos hasta fines de 1800.
La península bajacaliforniana era y es un vasto territorio de mil 250 kilómetros donde caben dos estados frente a Sonora y Sinaloa, y aquella mítica isla de la fantasía y Calafia, su reina, sólo existieron en la imaginación calenturienta de los europeos del siglo XV y XVI.
 
 
NOTA: las ilustraciones forman parte de libros de historia disponibles en Internet, algunos de los mapas están disponibles en el "Atlas Cartográfico Histórico" publicado en edición especial en 1982 por el INEGI para el Banco de Crédito y Servicio SNC. Se incluye portada de una edición de la novela "La reina Calafia", de Vicente Blasco Ibáñez.
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