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TIJUANA,BC - martes 8 de febrero de 2011 - Gilberto LAVENANT .
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Las trascendencias.
Por: Gilberto LAVENANT 
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Aunque fue en una reunión del Consejo de Seguridad Pública, esta semana el Gobernador José Guadalupe Osuna Millán, dijo que el verdadero reto es establecer políticas públicas que trasciendan los períodos gubernamentales. 

Y tiene razón el Jefe del Ejecutivo Estatal, los períodos gubernamentales, tanto el estatal de 6 años, como los municipales de 3, son realmente cortos para lograr avanzar hacia un desarrollo social y económico más sólido, que realmente alivie la problemática que afecta a los bajacalifornianos. 

Es práctica común en México, que cada que concluye un período gubernamental, en cualesquiera de los tres niveles de gobierno, todo se reinventa. Los programas pasados se echan al bote de la basura y se abren nuevas expectativas. 

Los nuevos programas, por fabulosos o factibles que parezcan, la mayoría de las veces, ni siquiera se concluyen, mucho menos llegan a operar y a demostrar su eficacia y beneficios trazados al ser propuestos originalmente. 

El derroche de recursos públicos, es enorme. Entre lo que se empieza y no se concluye satisfactoriamente e incluso tan solo en la elaboración de costosos estudios que quedan arrumbados en los archivos muertos de las dependencias gubernamentales. 

Lo más grave de la pretendida trascendencia, es que cuando se echan a andar programas de largo alcance, que efectivamente rebasan los períodos gubernamentales, como lo propone Osuna Millán, es a base de hipotecar el futuro de los pueblos, a muy largo plazo. 

Los proyectos pueden ser trascendentes, pero quienes los proponen, deben limitarse a ejecutar, solo la parte que les permitan los recursos disponibles en su período gubernamental. Sin embargo, no hay prudencia en los políticos, se gastan lo que tienen, y hasta lo que no tienen. 

Y ojalá que la imprudencia fuese tan solo originada por el apasionamieto del político en turno, que realmente desea solucionar una problemática específica y demostrar que sí se pueden hacer grandes obras, cuando hay voluntad para ello. 

Generalmente esa intención de trascender, la anima las intenciones personales de lograr riqueza fáciles, bajo el principio aquel que advierte : “haz obra, que sobra”. 

Ahí está el caso del Programa Integral de Repavimentación, el llamado PIRE, pactado y promovido por el exalcalde panista Jorge Ramos, que, parcialmente, transformó a Tijuana, pero que se gastó, de manera irresponsable, los recursos que habrían de administrar los próximos 10 Alcaldes que gobernarán a Tijuana en los siguientes 30 años. 

Por cierto, las llamadas “leyendas urbanas”, cuentan que Ramos Hernández, nada más por promover el PIRE, recibió de CEMEX una “comisión” de alrededor de 100 millones de pesos. 

Estas “trascendencias” están metiendo a los gobiernos municipales en un pantano, que no tiene fondo y del que les resultará sumamente difícil salir. Jorge Ramos heredó a su sucesor, Carlos Bustamante Anchondo, deudas por más de 2 mil 500 millones de pesos, que solo en el renglón de intereses que generan, no dejan hacer nada al XX Ayuntamiento de Tijuana. 

En un intento por recuperar un poco de capacidad de maniobra, por alcanzar un respiro, Bustamante propuso y obtuvo, este fin de semana, autorización de cabildo, para aumentar 400 millones de pesos la deuda municipal. Ojalá que sus proyecciones le resulten y al concluir su gestión no deje un hoyo financiero, más grande que el que recibió. 

Aquí es importante observar, que urge regular las ansias de trascender de los políticos. Para que proyecten a largo plazo, pero que gasten solo los recursos que pueden disponer dentro de su período de gobierno. Si no lo hacen así, esto será un cuento de nunca acabar, hasta que llegue el momento en que el gobierno municipal de Tijuana, se tenga que declarar en quiebra y se convierta en un ente político apopléjico. 

Dos observaciones más al respecto. La estructura municipal, donde está incrustrado el órgano fiscalizador, que es la Sindicatura, que presumiblemente vigila el actuar de todos y cada uno de los funcionarios municipales, es inoperante, pues depende del Alcalde, y entonces en lugar de fiscalizar, se convierte en cómplice de los actos de éste. 

La otra es la comodina postura de los representantes de los partidos de oposición, en la estructura municipal. Generalmente llegan no solamente carentes de experiencia en administración pública, sino además faltos de sentido común, de responsabilidad, de honestidad, de prudencia y pudor, pero en cambio excedidos de avaricia, de descaro, de ligereza, en lugar de presionar a sus contrarios, para que hagan bien las cosas, le entran a los cuchupos, a las cochinadas. 

Jorge Ramos, por ejemplo, llegó a la Presidencia Municipal de Tijuana, postulado por el PAN, y sus actos, que ahora sorprenden a muchos, fueron validados por los regidors priístas, al menos por la mayoría de ellos, que ni gestos hicieron, cuando ante una propuesta grotesca, ellos simplemente levantaron la mano, en señal de aprobación. 

Si de trascendencia se trata, que sea positivamente, no de manera negativa y de cualquier forma, ya es tiempo de pensar en regular los actos que se pretende trasciendan los límites de los períodos gubernamentales. Sobre todo, que “amarren las manos” a los pillos. 

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