TIJUANA BC 28 DICIEMBRE DE 2015.- Cuando llega diciembre, ¡con él la Navidad y un nuevo año!. Sin duda son días de celebraciones, de festividad y alegría, las cuales incluyen reuniones con los seres queridos, deliciosa comida, dulces y luces multicolores. Tal vez por ser una época ligada al nacimiento de Jesucristo y de una nueva era de la humanidad, no dejamos de considerarla una época del año en que celebramos nuevas posibilidades y la renovación de nuestras esperanzas.
Sin embargo, también son días de cierres laborales, compras que implican gastos extras, prisas por cumplir con múltiples compromisos y reencuentro con amigos y familiares, que muchas veces son más incómodos que agradables.
Igualmente empieza una especie de cuenta regresiva, y tal parece que se vuelve indispensable una revisión exhaustiva de nuestra posición en la vida. Se acumula la presión por cumplir con expectativas que nos planteamos al inicio del año (muchas que quizá ya no son necesarias o que ni son nuestras) y todo, con el tiempo límite del último día del año a cuestas.
Sin duda escenarios relacionados con el estrés.
La psicóloga Kelly McGonigal en una de sus conferencias, advierte sobre la necesidad de cambiar la forma en la que pensamos sobre el estrés, basándose en recientes estudios que indican que el estrés está perjudicando más, a quien piensa que le puede afectar.
Al respecto los investigadores concluyeron: “Las altas cantidades de estrés y la percepción de que el estrés afecta la salud, están asociadas con la mala salud y la salud mental.”
Así que, ¿Cambiar nuestra perspectiva sobre el estrés puede hacernos más saludables?
McGonigal refiere: “He aquí que la ciencia dice que sí. Al cambiar de opinión sobre el estrés, se puede cambiar la respuesta del cuerpo ante el mismo.”
Cambiar nuestra percepción sobre lo que ocurre cotidianamente o durante las fiestas de fin de año, no solo nos puede traer como consecuencia pasarla bien con nuestros seres queridos y colegas, sino que puede representar beneficios directos en nuestra salud.
¿Pero cómo llevarlo a cabo de manera práctica y permanente?
Mary Baker Eddy, reconocida metafísica cristiana y mujer de negocios, también enfrentó diversos retos con sus familiares y colegas, además de problemas serios de salud. Estas experiencias la llevaron a estudiar y profundizar sobre la relación entre el pensamiento y el cuerpo, comprendiendo y demostrando que la causa de toda desarmonía es mental.
Al respecto, en su libro Ciencia y Salud, escribió: “Sé el portero a la puerta del pensamiento. Admitiendo sólo las conclusiones que deseas que se realicen en resultados corporales, te controlarás armoniosamente a ti mismo.”
Viviendo en una de las ciudades más grandes del mundo como lo es la Ciudad de México, con frecuencia lidio con situaciones como el intenso tránsito en las calles, además de enfrentar toma de decisiones relacionadas a la familia, los amigos y, por supuesto, el trabajo. Y justo cuando voy a dormir, los pendientes parecen invadir mi cabeza. Como resultado, el estrés se presenta.
En este momento, recuerdo volver a mi posición de “portero” para gobernar el pensamiento. Lo consigo cambiando la perspectiva, ampliando mi comprensión de que somos la expresión de la Mente divina, que se manifiesta en protección, orden y armonía. Esta Mente está al alcance de todos, bajo cualquier circunstancia.
Si empezamos por eliminar de nuestro pensamiento dudas, enojos o rencores y corregimos la falsa percepción que tenemos albergada sobre el estrés y sus efectos, sobre nosotros mismos y los demás, sin duda esto contribuye a la armonía de nuestro propio cuerpo y, en consecuencia, de lo que nos rodea.
Practicando paciencia, logramos ser justos con nosotros mismos y con los demás, aprendemos a aceptar que tenemos un derecho innato al bienestar, y en consecuencia a la salud.
Diana Rojo es Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana en México, y escribe sobre salud y bienestar, desde una perspectiva espiritual.
Síguela en Twitter: @ComPubMexico y Facebook.com/ComPubMexico
