El consumo de sustancias psicotrópicas está asociado con problemas sociales como la delincuencia, violencia y abuso de drogas, escenario en el cual los consumidores se pueden dividir en dos: los problemáticos y los funcionales.

 

De acuerdo con la investigación de maestría de Mario J. Domínguez, “Jóvenes usuarios de drogas en la Ciudad de México: Etnografía de la gestión en el uso del  crack”, las características de los consumidores de “piedra” forman un abanico de personalidades y ocupaciones en el cual no todos están en el abismo de la adicción; hay quienes estudian y trabajan (funcionales).

 

En el trabajo se entrevistó a 156 personas: 114 hombres y 42 mujeres. De ellos, 97 tenían entre 18 y 34 años, más de la mitad era soltera (64%) y menos de una cuarta parte era casada o vivía en unión libre (21%); el resto se había separado de su pareja (7.5%) o eran mamás solteras (7.5%).

 

El proyecto de tesis de Domínguez tomó parte del estudio binacional “Emergence and Diffusion of Crack and Related Health Risk Behaviors in Mexico City”.

 

Otros datos significativos del documento fue que 54% aún vivía en casa de sus padres y otros rentaban cuartos, departamentos, con sus parejas (15.4%) o con otros amigos (23%). Una minoría de ellos y ellas (8%) vivía en la calle.

 

Tres de diez habían estudiado hasta bachillerato (36%), seguidos de quienes terminaron la secundaria (32%) y los que sólo habían terminado la primaria (14%). Algunos usuarios llegaron hasta el nivel superior (17%) y muy pocos no tenían estudios (1%).

 

Al momento de la entrevista se encontraban estudiando el bachillerato o la licenciatura (5%); poco más de la mitad de los participantes tenía trabajo (54%) y el resto estaba desempleado (46%).

 

La mayoría de los usuarios tenía empleos o trabajos poco estables y otros se dedicaban a pedir dinero o cuidar autos o hacían mandados. Dos mujeres y cuatro hombres travestis se dedicaban al sexoservicio y otros tres refirieron abiertamente que se dedicaban al robo.

 

En total, 53 usuarios de entre 18 y 34 años, aún no han logrado la autonomía respecto a sus padres, total o parcialmente dependen de la economía familiar y aún viven en la casa paterna; solteros y sin hijos (54.6%).

 

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