MEXICO 30 DE MAYO DE 2016 (ComPubMex).- Cuando alguien nos critica, ¿permanecemos serenos o “les damos lo que se merecen” en un desbordamiento de emociones y palabras duras? 

Annie Hinchliff, sicóloga especializada en el control de la ira, afirma: “La ira puede tener un efecto perjudicial en nuestro bienestar emocional. Aunque algunas personas experimentan una emoción inicial, un estallido de ira es a menudo seguido por un remordimiento muy grande”. 

¿Le suena familiar?

La revista médica PloS One presentó un informe sobre una investigación realizada por la Universidad de Granada, España, en 2012. El estudio llegó a la conclusión de que las personas que se sentían enojadas con su pasado eran más susceptibles de sufrir efectos sicológicos negativos, e incluso mayor sensibilidad al dolor.

Dejando de lado los efectos negativos, muchas personas están buscando la forma de manejar o controlar la ira que sienten. Si bien hay muchos defensores de diversas terapias farmacéuticas y sicológicas, esto nos lleva a considerar otra pregunta: ¿Hay realmente una forma de disolver la ira que quizás esté acumulándose en nuestra vida? ¿Será que estamos buscando una paz que no sólo disminuya el factor ira, sino que contrarreste las tensiones que se acumulan en nosotros?

La ira a menudo proviene de la frustración o el temor. Para eliminar de raíz estas emociones, ¿no necesitamos acaso la ayuda de una inteligencia superior a la consciencia que las produjo? Al igual que muchas otras personas, yo he visto que la oración es una forma muy eficaz de tratar el temor, la frustración y la ira. En lugar de ser apenas una auto hipnosis que produce una serenidad superficial, para mí la oración es un estado de pensamiento que acude a la Deidad para obtener Su perspectiva respecto a cada situación. 

¡Orar para conocer el punto de vista de Dios no siempre es fácil! Quizás requiera un esfuerzo muy grande rechazar el impulso de dejarse llevar por la ira; pero cuando reconocemos que la ira no nos lleva a ninguna parte, y anhelamos en cambio sentir nuestra conexión con el Amor divino, podemos encontrar la cualidad más grandiosa que existe para eliminar la ira: la humildad. Al orar con humildad nos damos cuenta de que en el mundo está en operación un poder más grande que la mente humana: ese poder se llama Dios. Cuando se lo comprende, este poder divino cambia situaciones, revela soluciones inteligentes, y sana malos sentimientos.

Escuchando humildemente a Dios, podemos aprender que por ser Sus hijos ya poseemos las cualidades de amor, paz, paciencia, perdón y gozo, que eliminan la ira. Estas cualidades están dentro de nosotros ahora mismo. En oración hallamos que ya son parte de nuestro ser, y que podemos ponerlas en práctica cada vez que sea necesario.

Channing Walker, de California, tuvo que vencer la ira cuando un pariente de él fue acusado falsamente en una reunión administrativa. Ardió de ira hasta que se dio cuenta de que esta actitud era improductiva. Entonces oró. Oró para ver a esa persona “con los ojos de Dios”, o sea, como Hija de Dios. Al hacerlo, los rasgos personales desagradables que él había asociado con ella desaparecieron del pensamiento de Channing.

Poco después, esta persona llamó a Channing y le pidió que orara por ella. Su oración anterior había allanado el camino para orar por este individuo de manera eficaz, lo que bendijo a ambos. 

La Biblia dice: “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu que el que toma una ciudad” (Prov. 16: 32). La Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, coincide: “La envidia, la rivalidad y el odio no necesitan consentimiento temporario hasta ser destruidos por el sufrimiento; debieran ser sofocados por falta de aire y libertad”.

La humildad ante Dios puede ayudarnos a liberarnos de las garras de una personalidad iracunda, que se manifiesta en envidia, obstinación y frustración. Nos da una fuente de fortaleza y autoestima que es natural para nosotros como hijos de la Deidad. Con la humildad ya no estamos a merced de los sentimientos heridos o la aflicción, sino que nos tornamos al Dios de amor y paz para calmar nuestro pensamiento. Esto nos da la libertad y la inteligencia que necesitamos para enfrentar cada situación de tal forma, que pueda traer armonía y reconciliación a todas las actividades humanas.

Thomas Mitchinson escribe sobre la relación entre el pensamiento, la espiritualidad y la salud. También es Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana en Illinois, EE.UU. Puede comunicarse con él a través de [email protected].