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Procesos Políticos

TIJUANA, BC - viernes 16 de septiembre de 2011 - Abel Muñoz Pedraza.
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Una nueva etapa en el Verde

El pasado miércoles 14 de septiembre, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) celebró una Asamblea Nacional para renovar los estatutos del partido y nombrar a un nuevo Consejo Político Nacional constituido por 27 miembros, lo cual dejó fuera de la presidencia a Jorge Emilio González Martínez, conocido como “el Niño Verde”.

Según la información que proporciona el sitio oficial del PVEM, 215 delegados políticos asistieron y se manifestaron, de un total de 232 a nivel nacional. En ese mismo espacio se destaca que los cambios aprobados dentro del Verde modificarán la estructura organizativa del Consejo Político Nacional, adoptando una forma directiva-colectiva y cuasi parlamentaria, de corte horizontal en vez de vertical.

En teoría, con este nuevo modelo de organización, la toma de decisiones no se dará unilateralmente y se necesitará llegar a la formación de mayorías, entre los 27 miembros del Consejo Político Nacional, para la aprobación de cambios en lo que concierne a los temas intrapartidistas, interpartidistas y extrapartidistas, es decir; al interior de los partidos, como cambio en los estatutos, renovación de los consejeros políticos o las reglas para nombrar candidatos; entre los partidos, como la formación de alianzas electorales o acuerdos políticos para impulsar iniciativas en el Congreso y; entre los partidos y otra institución, como lo es con el IFE para el cumplimiento de los derechos y obligaciones del partido o entre un partido y el gobierno, para oponerse o aprobar su gestión, respectivamente.

El PVEM es un partido con 20 años de historia interrumpida en el sistema de partidos mexicano, ya que en 1991 obtuvo su registro como Partido Ecologista de México (PEM), el cual perdió en la elección intermedia de ese mismo año por no alcanzar el umbral de 1.5% que estipulaba la legislación electoral de aquel tiempo, sin embargo, en 1993 volvió a solicitar su registro y una vez cumpliendo los requisitos le fue otorgado. A los meses cambió su nombre al que actualmente conocemos y encaró la elección federal de 1994  obteniendo el registro por concentrar una votación por encima del umbral requerido.

Durante estas dos décadas, el Verde se ha caracterizado por ser, principalmente, un partido familiar, pragmático, aliancista y despreocupado por la causa ecologista a la que hace alusión su nombre y su programa. En este periodo, la dirigencia había sido controlada por dos personas: Jorge González Torres (padre), de 1991 a 2001, y Jorge Emilio González Martínez (hijo), de 2001 a 2011. Además, era común ver (y hasta la fecha) a familiares, amigos y personajes ligados a los medios de comunicación en cargos de representación popular, específicamente a diputados y senadores, gracias a los nexos que se tenían con el presidente del partido.

Sin duda alguna, estos cambios al interior del PVEM llaman la atención en un contexto en el que, ya hemos hecho referencia en columnas anteriores, se acerca la designación de candidatos a la presidencia de la república. Esto trae consigo los famosos amarres políticos del Verde para impulsar candidaturas de otros partidos, aportando recursos para la campaña y poniendo a disposición del elegido la estructura del partido, a cambio de cuotas en los espacios de representación dentro del Congreso y ocupando puestos dentro de una dependencia de alto nivel en el gobierno. El ejemplo más claro es el del actual director general de la Comisión Nacional del Deporte (CONADE), Bernardo de la Garza, y su declinación a la candidatura presidencial en 2006 a favor de Felipe Calderón.

El cambio que se dio en la coalición dominante del PVEM, relegando al “Niño Verde” a una posición de “miembro honorario”, la cual le impide votar y ser reelecto en cualquier cargo dentro del partido, no significa necesariamente que este instituto político será más democrático y acabará con las prácticas del pasado, más bien, nos presume la posibilidad de una nueva clase política al interior del partido que velará por sus fines, concentrando recursos y atributos especiales que les posibilite entablar negociaciones con otros grupos, partidos y el gobierno, para conseguir sus objetivos.

*        Abel Muñoz Pedraza es estudiante de la maestría en Estudios Sociales con línea en Procesos Políticos de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en la Ciudad de México. Es egresado de la licenciatura en Relaciones Internacionales de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), campus Tijuana. Correo electrónico: [email protected]

Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad del autor.

 

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