Ciudad de México 9 de abril de 2015 (lasillarota.com).- Se cumplen 40 años del anime japonés inspirado en el libro de Spyri sobre el paraíso perdido, una obra que conquistó a varias generaciones en sus distintas adaptaciones y de la que se estrena ahora una nueva versión en 3D.
La dobladora al español de la serie, Selica Torcal, cuenta cómo dio con la voz con la que todos identificamos a Heidi de inmediato.
La niña era una cursi, las cosas como son:
El derroche de dramatismo de aquellos mangas inspirados en libros europeos. Este, en concreto, en la novela de Johanna Spyri (1827-1901) alrededor del mito del paraíso perdido.
La historia de una niña huérfana enviada por su tía a casa de un abuelo al que no conoce y que allí se enamora de la naturaleza, que es feliz con su vida alpina y asalvajada, razones que la hicieron conectar posteriormente con el espíritu ecologista, donde reside gran parte de su conversión en icono.
Una historia que toca temas como la libertad, la existencia frugal, las clases sociales, la religión, el amor al prójimo, el altruismo, la disciplina, las convenciones, un feminismo moderado y hasta la depresión infantil, pues la pequeña se hunde en la tristeza al ser apartada de sus cumbres para hacer compañía a Clara, otra joven con su propia desgracia que reside en Francfort.
La adaptación televisiva fue urdida por Isao Takahata, uno de los grandes genios del anime.
Sin embargo, 40 años después de su estreno en España, Selica Torcal, la dobladora que prestó la inolvidable y aflautada voz a la helvética más universal, no se explica por qué han decidido volver a producir en 2015 una nueva versión 3D: ¿Que vuelve la serie? ¿Pero es que esa niña sigue dando vueltas todavía?
Pues a mí no me ha llamado nadie para comentármelo, pronuncia con un sutil resquemor.
Selica tiene ahora 86 años, vive sola desde que murió su marido. Continúa haciendo televisión, teatro y cine. Su voz se ha tornado más grave con los años, pero su capacidad para reproducir distintos registros sigue impresionando a quien la escucha. Lo mismo imita el tono severo y áspero del Abuelo, que grita un ¡Pedrooooo! que provoca escalofríos a quien vio la serie en su día.
En los estudios en los que trabajaba, algún jefazo le asignó el papel sin preguntar. A ella los dibujos le parecieron horrorosos, “mal hechos, todo el día con la boca abierta, era dificilísimo doblarlos”.
A la intérprete la niña suiza le cayó mal, muy mal. Desde las 8 de la mañana hasta las 2 de la tarde tenía que estar dando berridos para ella.
Después del almuerzo, en cambio, se dedicaba a doblar a todo lo de cine y a algunas de las divas de Hollywood, eso le gustaba más.
Entre otras, a Shirley Temple, quien por cierto protagonizó la adaptación clásica del libro en 1937. «Me quedé sin voz durante la serie por la dichosa Heidi. Durante un tiempo, tuvo que sustituirme una compañera, le dejamos unos casetes para que pudiera imitarme. No voy a negarlo, supe darle ternura, el tono de una niña tan chiquita, de cinco años. Todos me lo decían y lo cierto es que fue un boom, recuerda.
Además, Heidi la ha acompañado a lo largo de toda su vida. Daba igual que tuviera la responsabilidad de prestar sus cuerdas vocales a la primera actriz del momento. Nada importaban las películas o representaciones teatrales en las que participara.
Todos le pedían y le piden siempre que les haga Heidi: “Me caía fatal, esa puñetera niña me dejó muda. Pero no le guardo rencor a pesar de que me robara la voz”.
Doblar dibujos es desagradable
Torcal ensayó su papel con la voz de la versión japonesa y en ella se inspiró. Tal vez por eso Heidi siempre fue para nosotros una niña vocinglera. “La oías gritar cosas en japonés. Uf, qué cosa más fea de idioma. ¿Pero qué habla esta idiota?, me decía yo. Doblar dibujos es desagradecido, pero los japoneses son aún peor, es una tarea desagradable, de repetir constantemente, de ir ajustando, vuelve a refunfuñar.
Pero luego, en cambio, regala otras palabras en el registro de la niña. Es que puedo hacerlo sin esfuerzo todavía, que San Blas me conserve la garganta.
Lo sé, era una cosa muy tierna mi voz. Al pajarito de Heidi lo bauticé yo con el nombre de Pichí. Cuando en el estudio me escucharon pronunciar aquello de "Abuelito, abuelito, ¿volverá Pichí a casa?", todos me dijeron: "Selica, por dios, para, que nos vas a hacer llorar".
Y lo cierto es que sí, que lo borda 40 años después. “Bueno, yo no diría que mi voz es bonita, pero supe hacer aquello, sí, podía hacer lo que me pusieran por delante”.
La actriz no estudió demasiado, tuvo que ponerse a trabajar en el teatro muy joven, pero había leído el libro de 'Heidi' y lo llevó al estudio a fin de que los compañeros se empaparan de la historia.