Norma Y. Cortés
Tijuana BC 15 de enero 2015 (AFN).- Ofelia Medina es pequeñita, de tez muy blanca y de cuerpo delgado, siempre tuvo una sonrisa y una actitud de sentirse cómoda en "La casa de los sueños", en Camino Verde.
Hacía frío y sentarse en las gradas te mantenía helado, ella también lo sintió y propuso hacer ejercicios de calentamiento de cada parte del cuerpo, dirigió al público mientras interpretaba "La Bamba" sin dejar de bailar. No faltaron los ejercicios para la garganta, haciendo trompetillas para los políticos corruptos.
Claro que apareció su espíritu de lucha y no olvidó a los 43 desaparecidos y lidereó el coro de "Vivos se los llevaron, vivos los queremos". Entonces, ante un público diverso y con cada grada llena, dijo que leería a Juan Rulfo, uno de los grandes de la literatura mexicana.
"Leer es un derecho", dijo antes de iniciar, "que no nos lo quiten, ya nos han quitado mucho los que no actúan bien y tenemos el derecho de disfrutar, de aprender", expresó, después de reiterar lo contenta que estaba en Tijuana participando en el programa "Crece Leyendo".
Originaria de Mérida y concebida en una hamaca, leer para ella era algo natural. Hija de maestros, los libros no llegaron, ya estaban en su casa cuando ella se dio cuenta y los devoraba acostada en su hamaca y oculta de su madre si es que el título no era recomendable para ella.
Dijo leer de todo, no tener autor favorito, estar dispuesta a devorar lo que tenga a la mano y no recuerda un momento específico de placer cuando terminó un libro. "Cada momento es diferente. Algunos libros los lees primero por snob, por decir que los leíste, aunque no los entiendas, pero en una segunda lectura tienen otro sentido, Lo importante es leer, darse la oportunidad de disfrutar". Su madre, con más de 90 años, todavía lee.
Esta noche, Ofelia le dio vida a "Lucas Lucatero" y a las 10 mujeres que lo visitaron en el cuento de Juan Rulfo: Anacleto Morones. Sus modulaciones imitaban voces de un Lucas molesto, preocupado; de mujeres beatas, de ancianas quejumbrosas. Ofelia Medina hizo una lectura limpia, pícara, al ritmo que requería la escena, no le molestó el grito del vendedor de camotes ni de los camiones que transitaban por la zona.
Al término de su lectura y después de una lluvia de aplausos dijo sentir frío nuevamente, así que volvió a dirigir los ejercicios que el público secundó sin objeción.
No contenta con regalar una noche de lectura en voz alta, bajo el cielo estrellado en la Casa de los Sueños de Camino Verde, declamó a Sor Juana y a Rosario Castellanos, como solo una mujer lo puede hacer.
Ofelia Medina no pudo despedirse sin saludar de cerca a los tijuanenses. En lugar de atender a una fila de admiradores, ella propuso subir las gradas y firmar autógrafos, tomarse la foto, recibir las palabras y los abrazos de mujeres y hombres que le decían que no quisieron perderse la experiencia de escucharla.
La primera actriz, Ofelia Medina recordó a los tijuanenses la costumbre que muchos heredaron de sus padres de leer en voz alta a las nuevas generaciones.