JUAN MANRIQUE OLMOS
SONORA 2 DE AGOSTO DE 2013 (AFN).-Esta semana que concluyó, la reserva de la biósfera mexicana conocida como “El Pinacate y Gran Desierto de Altar”, localizados en el estado de Sonora fueron nombrados como Patrimonio Mundial Natural, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
El presidente Enrique Peña Nieto refirió que "México asume, con orgullo y plena responsabilidad, el compromiso internacional de proteger y conservar su patrimonio natural", durante el evento protocolario celebrado en la residencia oficial de Los Pinos, en el cual el país fue reconocido como la nación con más sitios inscritos al listado de la Unesco en América Latina y la sexta a nivel mundial, con 27 de carácter cultural y 5 naturales.
El Pinacate se encuentra en el desierto de Sonora, al Este del Golfo de California o Mar de Cortez, al Sur de la frontera de Arizona, Estados Unidos y al norte de la ciudad de Puerto Peñasco.
Es una de las formaciones terrestres más visibles en Norte América desde el espacio. Un sistema volcánico, conocido como Santa Clara forma gran parte del paisaje, incluidos Tres Picos, El Pinacate, Carnegie, y Medio, dentro de esta se pueden ver más de 540 especies de plantas vasculares, 40 especies de mamíferos, 200 de aves, 40 de reptiles, además de encontrar también anfibios y peces de agua dulce.
También existen especies endémicas, amenazadas y en peligro de extinción como el Berrendo de Sonora, el borrego cimarrón, el monstruo de Gila y la tortuga de desierto.
La extensión de la Reserva es de siete mil 146 km², y según estudios realizados los Picos del Pinacate son un grupo volcánico de picos volcánicos y conos de ceniza, con una elevación de 1190 metros sobre el nivel del mar. La palabra española mexicana “Pinacate” proviene de la palabra náhuatl para el escarabajo endémico del desierto, “pinacatl”.
Así mismo se sabe que los volcanes han hecho erupción esporádicamente desde hace aproximadamente cuatro millones de años. La actividad más reciente fue hace aproximadamente 11 mil años. Entre los años 1965 y 1970, la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA por sus siglas en ingles), de Estados Unidos envió a sus astronautas a entrenarse para futuras excursiones lunares dada las semejanzas del terreno con la superficie lunar.