ENSENADA BC 12 DE JUNIO DE 2018 (AFN).- la conferencia titulada “Hacia los grandes desafíos ambientales del siglo XXI”, fue impartida por el doctor Joaquín Ruiz, investigador responsable del proyecto “Biósfera 2” y decano de ciencias en la Universidad de Arizona, Estados Unidos, en el marco de los festejos por el 25 aniversario del Departamento de Geología del Cicese y los 45 años de fundación de la institución.
Durante su conferencia el doctor explicó que a comienzos de la década de los años 90, se creó un laboratorio formado con paredes de vidrio y estructuras metálicas al pie de las montañas de Oracle en Arizona, Estados Unidos, el cual albergó a ocho personas por dos años como parte de un experimento que cuenta con océanos, manglares, desiertos, bosques, cultivos agrícolas y un hábitat humano. Todo ello bajo un mismo techo.
El objetivo era que trataran de sobrevivir en un ambiente aislado. Se buscaba demostrar la viabilidad de los sistemas ecológicos contenidos en estructuras cerradas para mantener la vida humana.
Destacó que gracias a estos arriesgados experimentos, Biosphere 2 se convirtió en uno de los centros de investigaciones ambientales más grandes del mundo y en un punto de referencia para los estudios sobre el cambio climático global.
“Sin embargo y a un cuarto de siglo del inicio del experimento se les presentaron dificultades para producir alimento, problemas con el abasto de oxígeno y roces entre individuos confinados durante mucho tiempo, fue lo que motivó la caída del experimento del ecosistema artificial Biósfera 2”, dijo.
Ruiz subrayó que el proyecto, uno de los más importantes en los últimos 26 años para comprender la compleja interacción de un ecosistema y estudiar la viabilidad de biósferas cerradas para futuras misiones de colonización espacial.
Ruiz explicó que no fue estudiada la parte psicológica del experimento, a pesar de que estuvieron dos años viviendo en forma aislada ocho científicos dentro de Biósfera 2, quienes tenían que producir su comida e interactuar únicamente entre ellos.
Además “no pudieron producir suficiente comida para la cantidad de calorías que necesitaban”. La interacción entre ellos acabó en conflicto. Se formaron dos grupos. La cantidad de óxido de nitrógeno subió a cantidades peligrosas en la biósfera. Se empezaron a pelear en la segunda semana.
Agregó que “cuando tienes poco control de tu vida, una de las cosas importantes es la comida. Hubo una batalla por un perro robot: al parecer alguien lo pateó. Este tipo de cosas son las que pueden destruir un programa”, comentó el decano.
Reflexionó que en aquella época nadie pensó en el equipo idóneo y cuestiones de la vida cotidiana. “No pudieron producir la suficiente comida para las calorías que necesitaban. Había animales, chivos. Reconocieron la dificultad y se los comieron la primera semana. Después, se volvieron vegetarianos. Sólo se produjo camote en grandes cantidades”, detalló.
A pesar de las dificultades, el proyecto arrojó algunos descubrimientos relacionados con la falta de funcionamiento de los suelos, además de los efectos en corales, selva y ciclo de agua en función de cambios en la temperatura y de las concentraciones del dióxido de carbono (CO2).
Consideró que en caso de que el experimento se volviera a retomar con personas aisladas, les cambiaría el modelo presupuestal, ya que echarlo a andar costaría 15 millones de dólares, aproximadamente, y dejarían de entrar los turistas en las instalaciones, con la respectiva pérdida de ingreso.
Por último, el actual responsable de “Biósfera 2” invitó a los interesados a escribirle, para poder intercambiar conocimientos, al correo institucional
[email protected], donde responderá personalmente en inglés o español.