El viejo PRI.
TIJUANA, BC 27 DE AGOSTO DE 2011.- En el viejo PRI, el que gobernó a México, hasta que el antipriísmo, generado por los abusos, excesos y frivolidades de los gobernantes priístas, lo desbancó, pensando que Fox y su PAN representarían el anhelado cambio, se actuaba de tal modo, que se le llamaba la dictadura perfecta.
Entonces, había figura inatacables, e intocables, que ejercían un severo dominio, conforme a su jerarquía. A nivel municipal, no había duda de que el Presidente Municipal, era el jefe político dentro de los límites de su jurisdicción. Cuidado de aquel que tratara de rebelarse, pues el cese y el destierro, eran prácticamente inminentes.
No se diga a nivel estatal. El Gobernador en turno, era quien controlaba políticamente la entidad. El que decidía las postulaciones a cargos de elección popular. Si alguien pretendía ser candidato a algo, primero tenía que ganarse la simpatía y aprobación del Gobernador. De lo contrario, vivía fuera del presupuesto, durante los seis años del gobernante.
Y si a nivel municipal y estatal, era palpable este dominio, casi a nivel de cacicazgos, no se diga a nivel nacional. El Presidente de la República, vía la Secretaria de Gobernación, ejercía un poder, semejante al de un rey. Dominaba a los tres poderes del Estado. Al ejecutivo, ni se diga, pero también el legislativo y el judicial, estaban a su disposición, Sus deseos eran órdenes tajantes, ineludibles.
Quizás por el nivel, era más impactante el dominio presidencial. Era tal la relevancia, que cuando el Primer Mandatario lo disponía, hasta los gobernadores se “enfermaban” y de inmediato presentaban sus renuncias “por motivos de salud”. Uno de los últimos casos lo fue el de Xicoténcatl Leyva Mortera, que en el último año de su gubernatura, fue retirado del cargo y en su lugar se designó al Ing. Oscar Baylón Chacón. A Xico le inventaron un cargo de agregado cultural en el extranjero, que nunca ejerció.
El control que ejercían los gobernantes, tanto sobre los subordinados, como respecto de la ciudadanía en general, era tal que, México vivía en algo muy parecido a un estado facista. Las libertades, eran muy limitadas. En especial la libertad de expresión. Una mala palabra o una expresión inadecuada, desde el punto de vista de la Secretaría de Gobernación, ocasionaban el cierre o suspensión de medios masivos de difusión, como estaciones de radio o televisión. En el caso de los periódicos o revistas, se les suspendía el abastecimiento de papel. Además de eso, obviamente, había otros factores que caracterizaban al viejo PRI, tales como la corrupción y la frivolidad.
A ese viejo PRI se refieren los panistas y los istas de los demás partidos políticos, cuando se habla del posible retorno del PRI a la Presidencia de la República, en el 2012, y sacan a relucir el largo y negro historial priísta. “Cruz, cruz, cruz, que se vaya el diablo y que venga Jesús”, dirían los fanáticos.
Sin embargo, todo indica que para muchos priístas, el viejo PRI aún no ha muerto. Muchos priístas siguen comportándose y adoptando las posturas que parecían parte de la historia del partido tricolor. La estrategia es la imposición, en lugar del convencimiento, la amenaza, antes que el diálogo, la consigna, sobre el libre albedrío.
El ejemplo más claro, o los ejemplos, podrías decirse, se presentaron con motivo del proceso de renovación de dirigentes municipales del PRI. Al menos en Mexicali y en Tijuana, bajo amenazas, o el cumplimiento de compromisos, previamente contraídos, se aglutinaron contingentes para reclamar y asegurar posiciones. Muchos de los disidentes, tuvieron que mantenerse en el anonimato, pues sabían que si sus nombres aparecían en listas o manifiestos ajenos al Alcalde, serían cesados. Y la chamba, es la chamba. Principalmente para aquellos que no tienen otro sustento, que el sueldo de gobierno.
El poder de la nómina, más que el de la palabra, se ejerció, para reunir a un cierto número de aliados o simpatizantes. En muchos casos, el cese fulminante se aplicará en cualesquier momento, bajo el argumento de “necesarias reestructuraciones”. Pretextos, sobran.
Lo dicen los de la fracción del Senador Fernando Castro Trenti, contrarios a la fracción de Hank-Bustamante, en su desplegado, cuando señalan que son : “… 350 de los 492 consejeros políticos nacionales, estatales y municipales del Partido Revolucionario Institucional, radicados en la ciudad de Tijuana y quienes en conjunto representamos más del 70 por ciento de los propios consejeros políticos” y observan que omiten el nombre de 50 consejeros, que son funcionarios del Ayuntamiento de Tijuana, “…porque están amenazados con perder su empleo”.
Y probablemente alguien ponga en tela de duda tales temores y diga que no es posible que, en estos tiempos, cuando se habla de un nuevo PRI, el Alcalde Carlos Bustamante haya amenazado, directa o indirectamente, con cesar, a alguno de los funcionarios y empleados municipales, para “convencerlos” de que se adhirieran a su fracción.
Pues bien, ahí tienen el caso, de Arnulfo de León Lavenant, Presidente de la Comisión de Procesos Internos, quien no cedió a las consignas de Alcide Roberto Beltrones, para que validara la solicitud de registro de David Lozano, su discípulo, no obstante que no presentó ciertas constancias requeridas para ello. La reacción, fue casi inmediata : el cese del priísta, en su cargo como Subdelegado Municipal. Pero dicho cese, fue solamente el primero, pues se teme que habrá muchos más. Obvio que el viejo PRI, aunque viejo, aún no muere.
Tratando de desmarcarse de esas acciones caciquiles, la fracción castrotrentista señala : “…En nuestro partido, no hay militantes de primera y segunda. Todos somos iguales. Lo que nos hace diferentes es la capacidad de ser responsables. En este caso a los funcionarios de elección popular les corresponde dedicarse a bien gobernar y no ha querer controlar el partido. El nuevo PRI no es un partido del gobierno, es el partido responsable del gobierno. Somos la contraloría social del gobierno y los obligaremos a cumplir con la ley”.
El problema es que aún hay muchos priístas, que se resisten a dejar los viejos moldes y las actitudes de caciques, propias del viejo PRI.
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