TIJUANA, BC 12 DE AGOSTO DE 2011
Mi peor recuerdo.
Por: Gilberto LAVENANT
Cosas muy graves están ocurriendo en las llamadas vías rápidas de Tijuana, paralelas a la canalización. Por cuanto hace a la circulación vehicular, es común que se rompan records de velocidad, como si fuesen una extensión del Free Way 5. De puro milagro no se registran catástrofes. De puro milagro.
Las señales que marcan límites de velocidad, son pocas, difíciles de observar y no aparece ni un solo agente de tránsito que “invite” a los conductores a manejar con precaución. Es algo así como tierra de nadie. Ahí, prácticamente, todo es permitido. Irónicamente, las vialidades laterales, supuestamente de baja velocidad, son utilizadas para circular con mayor velocidad que las vialidades principales, colindantes con el canal.
Y no solo eso, son zonas invadidas por indigentes, drogadictos, alchólicos o simplemente vagos y malvivientes, que deambulan por ahí como si anduviesen de paseo por el jardín de su casa. Lo más grave aún, es que han inventado una nueva forma de ganar dinero. Caminan sobre la zona jardinada, aparentemente distraídos, y de pronto se lanzan contra algún vehículo en circulación, con la obvia intención de ser arrollados, no porque tengan intenciones de suicidarse, sino para obligar a los conductores que tengan la desgracia de toparse con ellos, a que los mantengan durante buen tiempo, o bien les indemnicen, pagándoles jugosas cantidades, a cambio de acudir al Ministerio Público a otorgarles el perdón y puedan obtener su libertad.
Puede parecer una exageración, pero el número de accidentes que se registran en esa zona, es preocupante. En especial, porque muchos de ellos son inducidos por las supuestas víctimas, precisamente para obtener ingresos que les permitan costear sus vicios, aunque eso les represente serias lesiones y en casos extremos la muerte.
Una lectora de Palco de Prensa, que junto con su esposo padeció esa desagradable experiencia, refiere esto como su peor recuerdo de Tijuana. Y no es para menos. Su esposo, conducía por una de esas vialidades, cuando de pronto un indigente se lanzó en contra del vehículo, penetrando por el vidrio del copiloto, donde viajaban la dama y una hija pequeña.
Lo que vino después, podría ser base para filmar una nueva versión de “Presunto Culpable”. Arbitrariedades, negligencia, prepotencia, desde los oficiales de tránsito, el juez calificador, el personal de la Agencia del Ministerio Público. Todos ellos, trataron con la punta del pie al automovilista, cual si fuese el más peligroso de los criminales. Quizás lo hicieron para ver si flaqueaba y les otorgaba alguna “cooperación voluntaria” por sus “atenciones”.
Pero como el “Presunto culpable”, no soltó nada, lo trataron de manera hostil, no obstante que era evidente que no se trató de un atropellamiento, sino que la “víctima” deliberadamente se lanzó en contra del vehículo, aparentemente con intenciones de suicidio, pero en realidad para hacer efectiva la extorsión.
Mientras el conductor permanecía encerrado, el “atropellado” volvió a la zona de los “negocios”, en busca de nuevas víctimas, Fue necesario rogarle y ofrecerle diversas cantidades de dinero, para que aceptara acudir al Ministerio Público a otorgar el perdón, a su presunto agresor, cuando que todo fue planeado por él mismo. Su oficio consiste en eso, en lanzarse contra los autos, para que nuevos incautos le paguen, para “comprar su silencio”. Eso debería equipararse a un fraude.
Pero además, según lo que cuenta la denunciante, pareciera que esto es un negocio redondo, en el que todos participan en la extorsión, dando un trato arbitrario al automovilista, a fin de doblegarlo y obligarlo a soltar dinero para todos ellos. Agentes de tránsito, juez calificador, personal de la Agencia del Ministerio Público y el principal de ellos, la supuesta víctima.
Pero el flamante Secretario de Seguridad Pública de Tijuana, Gustavo Huerta Martínez, no sabe nada de esto, ni tampoco sabe cómo se comportan sus “muchachitos” en los diversos sectores o zonas de la ciudad. La prepotencia, la arbitrariedad, son las actituides propias o normales de los elementos encargados de velar por el órden y la seguridad Pública. Por ello se suscitan casos de salvajismo policiaco, en los diversos puntos de Tijuana.
Ya se advertido, reiteradamente, que el tal Huerta Martínez, no desquita el sueldo que percibe, ni merece el cargo que ostenta. La negligencia y lentitud son más que evidentes. Es tan lento, que de 400 expedientes relativos a abusos policiacos, con el carácter de Presidente o Cordinador de la Comisión de Desarrollo Policiaco, no ha resuelto ni uno solo.
Por ello, en los próximos días se propondrán reformas en la estructura de la citada Comisión, con la intención de que realmente funcione.
Pero volvamos con la lectora de Palco de Prensa. “El peor recuerdo que tengo de Tijuana –cuenta- se dió un día jueves de junio, alrededor de las 8pm, cuando al circular por la vía rápida, a la altura de la Cruz Roja y Cotsco, un individuo, de apariencia indigente, se lanzó contra el automóvilque conducía su esposo, penetrando por el vidrio del lado del copiloto. Los vidrios cayeronsobre la dama y su pequeña hija.
Sin deberla, ni temerla, su esposo fue tratado pésima y arbitrariamente por todos los involucrados con la cadena de extorsión: agentes de tránsito, personal del Ministerio Público y del reclusorio preventivo. Una fianza por 50 mil pesos, los honorarios del abogado y el dinero que tuvo que pagar a la “víctima”, son los detalles adicionales, que ahora narra como el peor recuerdo de Tijuana. Como ese, seguramente todos los días surgen nuevos casos, en tanto que el “flamante” Secretario de Seguridad Pública Municipal sigue declarando, cual si fuese político de pacotilla, que todo está bien en Tijuana. Ni la burla perdonan.