El agua es por derecho internacional, no por caprichos.
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El agua es por derecho internacional, no por caprichos.

Tijuana BC - viernes 25 de abril de 2025 - Marco Antonio Samaniego.
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Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 25 DE ABRIL DE 2025.- En estos días, han aparecido notas y supuestas soluciones al tema de la entrega de agua en el bajo Bravo hacia Estados Unidos, en específico a Texas. Algunos que han opinado sobre el tema, dicen que es culpa de Vicente Fox por entreguista, otros, no entiendo por qué, acusan a Felipe Calderón de comprometer agua para Estados Unidos. Incluso se habla de una deuda, como estuviéramos en octubre de 2025, cuando, por derecho internacional, se cumple el quinquenio en el que México debe cumplir con la cuota correspondiente. 

Aquí apunto de manera resumida. El tema de es de finales del siglo XIX y por la necesidad de acordar en el alto Bravo, cuánta agua le corresponde a México en la zona de confluencia entre El Paso, Texas y Ciudad Juárez, Chihuahua. Los usuarios del estado de Colorado empezaron a utilizar el recurso y paseños y juarenses, unidos, se opusieron a ello. En 1896 los gobiernos de los dos países se reunieron en una convención, coordinada en la parte mexicana  por Matías Romero y llegaron al acuerdo de que a México le correspondían 74 millones de m3. La decisión se tomó bajo la premisa de la primera apropiación, es decir, el primero en uso. Por ello los paseños apoyaron a los juarenses, porque Ciudad Juárez tenía 300 años de existencia y por tanto, derecho a reclamar dicha cantidad. Ese principio, primera apropiación, se aplicó en numerosos lugares del oeste de Estados Unidos y para este caso, era conveniente para México. En 1906 se firmó el primer tratado, donde se tomaban los acuerdos de la convención de 1896. 

Por ello, los estados de la cuenca del Colorado se apuraron a ponerse de acuerdo, pero se enfrentaron entre sí. La tecnología hidráulica cambió sustancialmente con las presas hidroeléctricas y el apuro por defender agua para el futuro, llevó a numerosas diferencias.

México tenía la ventaja en el bajo Bravo y parcialmente, en el bajo delta del río Colorado. Pero con las grandes obras el proceso se aceleró y generó el acuerdo, por derecho internacional, de 1944. Fox tenía dos años, ni Calderón, ni AMLO, o a quien quieran culpar, habían nacido.  La primera apropiación es la base de que entreguemos 432 millones cada año a Texas y recibamos 1850 millones, en Baja California (es más complejo, pero lo sintetizo de esa forma). El secretario del interior, Harold Ickes, cuando vio las cifras, le comentó a Roosevelt si los números eran los correctos, a lo que este respondió que sí.  Y la orden fue firmarlo y aprobarlo por los senados en tiempo de guerra. 

Texas estaba contento con la parte que el tocaba, pero California quería reducir la cantidad a México. Arizona, que se oponía a entregar agua a México, prefirió apoyar el tratado y con ello no aceptar las propuestas de California. Arizona, de ser un enemigo de México, se volvió importante para que toda la argumentación de California no fuera avalada por otros estados. Su propuesta era que a México le tocaran 980 millones de m3. 

En muchos lugares del orbe, las presas hidroeléctricas desataron la necesidad de acuerdos en ríos internacionales y en los siguientes años, la tesis de compartir el agua se mantuvo en todo el mundo. Por ello, en 1966, cuando se establecieron las reglas de Helsinki, uno de los ejemplos a seguir fue el tratado de 1944. Si bien cada cuenca internacional tiene especificidades, la tesis de respetar los aprovechamientos previos, se mantuvo, como sucede hasta la actualidad. No hay un derecho internacional homogéneo, pero sí el respeto a los usos previos y a las posibilidades reales de uso del agua. Por ello no es un intercambio de agua, sino estimaciones sustentadas en un principio de respetar a quienes han utilizado el agua previamente a los convenios. 

Por otra parte, son ríos internacionales porque desde el tratado de 1848 se les da esa condición. El Bravo es límite internacional, lo mismo que el Colorado. Si bien el límite en este último es mucho menor que el Bravo, la parte que une Arizona/California/Baja California, fue durante muchos años sujeta a inundaciones.  Fue por las obras hidráulicas de gran impacto, que desde hace varias décadas la zona es “desértica”, y para algunos es difícil imaginar que por ahí llegaban 20,000 millones de m3. Con el tratado llega sólo el 8% de la corriente, lo demás, se reparte en 2 millones de acres y en numerosas ciudades como Denver, Phoenix, Los Ángeles o San Diego. 

En el Bajo Bravo, el tratado prevé los ciclos de cinco años en caso de que no se cumpla cada año.   Desde la década de 1980, se han registrado problemas como los actuales. También ha habido ciclos cortos, como en 2008-2009, cuando las presas han estado a tope. Ambas partes han cumplido el principio básico, de que es por derecho internacional que el agua que cae en un país, el otro, tiene derecho a una parte de él. Por eso, cada cierto tiempo, surge la propuesta, sin datos, de que es necesario reformar el tratado porque es viejo, o porque hay nuevas necesidades.  Ante ello, es indispensable decir que quienes articularon el tratado, nunca partieron de que habría agua para todas las necesidades, sino, por lo contrario, no habría nunca agua para todas las posibilidades de desarrollo. Mexicanos y estadounidenses, no pensaron en que se podrían aprovecharse infinitamente, sino limitar lo que siempre sería escaso. Dicho de manera simple, el cambio climático, sólo incrementa lo que ya era problema. Nadie contempló abundancia, sino limitaciones, y por eso la urgencia de llegar al tratado. 

No fue, pues, Calderón, Fox o Peña Nieto, tampoco AMLO. Es una condición de escasez permanente, donde el tratado lo que hace es poner las reglas para a que todos les toque algo. No distribuyeron como se les dio la gana, lo hicieron pensando en lo que sucedería en la condición de escasez permanente de grandes zonas del norte de México y oeste de Estados Unidos.

Muchos confunden y señalan que existe un solo tratado. Son dos, el de 1906 y el de 1944. El primero sobre el Alto Bravo, llega hasta el sitio conocido como Fort Quitman. El segundo, inicia en Fort Quitman hasta su desembocadura en el Golfo de México (Sí, de México). En numerosos textos se habla de la convención de 1906, pero esta se realizó en 1896, una década antes. Eso lo hacen sobre todo en la Comisión Internacional de Límites y Aguas porque no fueron tomados en cuenta para la firma del tratado. Los conflictos en la International Boundary Commission y el Bureau of Reclamation, obligaron a México a aceptar el tratado sin la contraparte institucional. Por eso   no está firmado por ningún comisionado mexicano, sino por un licenciado, Joaquín D. Casasús, quien fue enviado de la ciudad de México a firmar el acuerdo (e hicieron una pésima traducción con efectos posteriores). En 1906 no había comisionado en México debido al fallecimiento del ingeniero Jacobo Blanco a finales de 1905. Por los errores en aspectos técnicos, los miembros de la comisión no quisieron reconocerlo como suyo, hasta que en 1938 la secretaria de relaciones exteriores lo hizo obligatorio para la CIL, hoy CILA. 

El régimen de la posrevolución, por otra parte, no quería reconocer un acuerdo hecho por Porfirio Díaz, por lo que se le daba poca importancia al documento, aunque las entregas a México se cumplieron. Incluso, todavía en la década de 1940, los agricultores de Juárez usaban el doble de lo acordado. En ese sentido, el de 1944, en búsqueda de que no hubiera los errores, tanto de traducción como técnicos, insistieron en el sentido de derecho internacional. Por ello, señalo en varios textos de orden académico, se trata de entender porque agua que cae en otro país, le corresponde a México y viceversa. Lo del Bajo Bravo, que en la actualidad aparece en muchos medios, no es entreguismo: es derecho de Estados Unidos sobre un agua que cae en México. Y digo Estados Unidos y México porque el tratado es entre países, no con entidades específicas. Para los lectores de este escrito, ese derecho internacional, esa agua que cae en otro país y tenemos derecho a ella, es la que ha usado este día. Ese es el río Colorado y es por derecho internacional que tiene la capacidad de tener actividades económicas, culturales, políticas y sociales el día de hoy. Y así ha sido desde hace medio siglo. 

Lo de Trump es importante, pero como sucede con el personaje, se sobre exagera la nota, porque es eso, nota.  En cualquier caso, la presión no se da por primera vez, o porque sea Trump, es porque hablamos del recurso vital que, por condiciones geográficas y climáticas, se produce en zonas muy lejanas a donde se usa. Y ahí estamos, cuando menos por varias generaciones más, a menos que alguien tenga un solución real y efectiva, sin sensacionalismos ni frases ampulosas. Y si alguien piensa que la respuesta son las desalinizadoras, sólo comento que se necesita mucho capital humano y financiero, sólo para reducir la total dependencia de un solo cuerpo de agua. Y después de muchos recursos, sólo será una reducción del problema, nunca la solución completa. 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.

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