Palco de Prensa
Por : Gilberto LAVENANT
En el sistema político mexicano, el Presidente de la República, los Gobernadores estatales y los Presidentes Municipales, son los jefes políticos de los militantes de sus partidos, en sus niveles correspondientes y en sus jurisdicciones. Son como directores de orquesta o de niños cantores. Basta un gesto, un ademán o una simple mirada, para que sepan lo que tienen que hacer. Raro es aquel que desobedece, que “desentona”, podría decirse.
Cuando el partido en el poder, también tiene la mayoría en el legislativo, los movimientos casi son sincronizados. Operan como si fuese uno sólo. El ejecutivo ordena, el legislativo obedece. Al judicial, al menos políticamente, prácticamente, ni en cuenta lo toma el ejecutivo.
Por ese dominio que ejercen, frecuentemente se llega a considerar que en México no hay división de poderes y que el jefe máximo en cada nivel de gobierno, lo es el titular del ejecutivo. La “armonía gubernamental”, se logra en base a ese control y los mayoriteos.
Los problemas se dan, precisamente cuando el partido en el poder, carece de mayoría legislativa, pues aún cuando los legisladores de su partido, atiendan las órdenes, instrucciones o deseos del ejecutivo, el número de sus votos no alcanza para aprobar propuestas o recomendaciones del “jefe de la orquesta” o “director del coro”, pues los legisladores de los otros partidos, generalmente votan en contra.
La tarea legislativa, en México, es como jugar a las vencidas. Unos jalan para un lado, y los otros hacia el otro lado. No importa que las propuestas o iniciativas de ley sean positivas o benéficas para los mexicanos. Todo se decide por mayoriteo.
Lo curioso, y además lamentable, es que los legisladores, parecen no tener criterio propio. Al menos los militantes del partido en el poder, pues obedecen ciegamente las instrucciones, señas o indicaciones del jefe del ejecutivo, aunque sean aberrantes, nocivas y contraproducentes para los mexicanos.
En este sistema político, por aquello de que “donde manda capitán, no gobierna marinero”, está prohibido que los legisladores del partido en el poder, desobedezcan o no atiendan las indicaciones del jefe del ejecutivo. Incluso, están obligados a pronunciarse a favor de éstas, aunque “les repatee el alma”.
Es raro, rarísimo, que algún legislador “desentone”. Y cuando alguno lo hace, pues entonces merece atención especial. El actual gobernador de Baja California, José Guadalupe Osuna Millán, tiene en sus “niños cantores” del poder legislativo, a uno que “desentona”. Que incluso se ha atrevido a hacerle reclamos. Se llama Ricardo Magaña Mosqueda. Ya le identifican como el “diputado incómodo”. Bueno, de que incomoda al Gobernador panista, lo incomoda. Que no quepa duda de eso.
Magaña Mosqueda es el único legislador panista, que se ha atrevido, no precisamente a llevarle las contras a Osuna Millán, sino a reclamarle cuando considera que algo no está bien, o a señalar deficiencias o irregularidades respecto a determinado programa del ejecutivo estatal.
El miércoles pasado, Ricardo anunció que, derivado de decenas de denuncias ciudadanas, recabadas en su módulo de atención ciudadana, en las que los usuarios del Seguro Popular se quejan por la falta de medicamentos y tardanza en los servicios, exigirá que se realice una auditoria a dicha institución, que dirige una militante de su mismo partido, Mirna Rincón. Hasta parece insólito.
Para nadie ha pasado desapercibido, que el Seguro Popular, al menos en Baja California, es la principal bandera política del panismo. Bajo el supuesto de integrar a dicho programa a las personas de escasos recursos económicos, constantemente recorren las zonas marginadas, dizque para que nadie quede sin protección para su salud.
El caso es que muchos de ellos, cuando acuden a solicitar servicios, son tratados de mala gana, se dan casos de pésima atención, dizque por falta de espacio o de medicamentos. La realidad es totalmente distinta a la imagen que se proyecta en la publicidad oficial.
Y conste, esto lo dijo el propio diputado panista Magaña Mosqueda. Advirtió que presentará un punto de acuerdo en el que se exija se audite al Seguro Popular, a fin de que se erradiquen las deficiencias que presenta. Los demás diputados panistas, ni pío dijeron.
Esta no es la primera ocasión en que Ricardo “desentona”. A mediados de junio pasado, declaró que urge una depuración a fondo en las direcciones de Averiguaciones Previas y en las Agencias del Ministerio Público del Fuero Común, de la Procuraduría de Justicia del estado, cuyo titular es Rommel Moreno Manjarrez, pues dijo que los servidores públicos asignados en esas áreas, malinterpretan y manipulan elementos para cambiar la verdad histórica de los acontecimientos y beneficiar al mejor postor. Grave, gravísimo.
Algo especial, fue lo que ocurrió a fines de marzo, cuando Osuna Millán trató de doblegar a los legisladores, obviamente a los que no le son afines, pues los blanquiazules simplemente guardan silencio, el Gobernador decidió presionarlos, racionándoles los recursos presupuestados, a tal grado que en ocasiones en el legislativo no tenían ni para la nómina.
Magaña Mosqueda subió a la tribuna legislativa, para señalar : “No es ningún rompimiento con el Gobernador, pero urge que deje de estar dando a cuentagotas los recursos programados para nuestro presupuesto. Hemos llegado a tal grado ésta semana, que no se ha podido depositar la nómina, y ya en repetidas ocasiones se ha dejado de pagar a Diputados y directivos, para cubrir la nómina de los trabajadores de base”.
Lo que ninguno de los legisladores, ni siquiera los priístas, se había atrevido a hacer, Ricardo lo hizo. Ese es el “diputado incómodo”. Indirectamente, es casi un aliado de los priístas. Le deberían de reconocer la “ayuda” brindada. Si hubiera más legisladores que “desentonaran”, seguramente las cosas serían mejores.
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