MÉXICO DF 2 DE OCTUBRE DE 2015 (La Silla Rota).- Antes de dejar Siria querían hacerlo soldado, enfrentarlo a la guerra, entrenarlo para matar, por eso huyó con 450 dólares y algunos de sus libros favoritos.
Apenas con 23 años salió de un país en conflicto, lejos de sus padres, sin ninguno de sus ocho hermanos y sin amigos, hoy, a sus 26 tiene una semana viviendo en México, país que conoció gracias a las telenovelas y que hoy le abre los brazos y le brinda la posibilidad de estudiar por un año con una beca del 100 por ciento gracias al proyecto Habesha.
Tres años después de refugiarse en diferentes países, está sentando en una silla del museo Soumaya de la Ciudad de México, propiedad de Carlos Slim, hablando con medios de comunicación, ya visitó Televisa para ser entrevistado por Carlos Loret, esa misma televisora que le presento a un país a través de "Casandra", una telenovela Mexicana que recuerda a ver visto de adolescente. Hoy, desde este recinto dice a LA SILLA ROTA que los mexicanos no apreciamos la paz que tenemos.
Su nombre es Esa Hassan, es el primer refugiado Sirio que pisa tierras mexicanas, le seguirán por lo menos 29 jóvenes más que entrarán al país con visa de estudiantes cobijados por la sociedad civil y dos universidades privadas.
Con una semana de vivir en México asegura que "comparado con Siria, claro que en México hay paz, los mexicanos no aprecian la paz que tienen, viven en un hermoso país, con oportunidad de desarrollo, con oportunidad de cambiarlo, eso para mí se llama paz" dice.
Lleva días recibiendo abrazos mexicanos, palmaditas en la espalda, apretones de manos, besos femeninos, comida Mexicana, tequila y mariachi. Se encuentra hospedado con una familia que le brindó hospedaje, y en unos días partirá a una universidad privada en Aguascalientes a estudiar español y un diplomado creado especialmente para los jóvenes sirios que lleguen como estudiantes. Atrás dejó las imágenes que veía cuando recorría su camino diario a la escuela y pasaba por destrucción, edificios caídos, jardines y tiendas destrozadas, donde "detrás de las ruinas había muertos".
Salió de Siria hace tres años, después de graduarse de Biblioteconomía y Ciencias de la Información en la Universidad de Damasco. Se negó a participar en la guerra. No aceptó estar en ninguno de los bandos y se convirtió en parte de la estadística con ocho millones de sirios que viven refugiados en alguna parte del mundo.
El primer país al que huyó Essa fue Turquía en marzo, vivió cerca de dos meses en Tasucu, un pequeño lugar en el sur de las costas, después decidió mudarse a Líbano, donde estuvo hasta junio de 2012.
Para diciembre, nueve meses después de dejar su país consiguió empleo en una ONG de ayuda humanitaria internacional. Acción Contra el Hambre (la rama inglesa de la francesa Action Contre la Faim) donde fue supervisor de campo para el proyecto de seguridad alimentaria en el sur de Líbano, para iniciar con ayuda en alimentos para refugiados sirios registrados por el ACNUR en 5 ciudades del sur de Líbano. Cuando se inauguró la oficina en Sour, el equipo comenzó proporcionando ayuda alimentaria a 2,000 personas; en cambio, cuando Essa dejó el país, la lista se había ampliado a más de 100,000 personas.
Pero Líbano ya no es un lugar para sirios porque es un país pequeño y ahora la mitad de la población es siria. Essa dice que las oportunidades como joven para estudiar en Líbano son precarias por lo que la oportunidad que le da México de estudiar no la desaprovechará.
Al preguntar a Essa qué tan importante es para él continuar con su formación académica, responde que tiene la ilusión de regresar a Siria algún día que le encantaría poder realizar estudios de maestría y doctorado, para después volver a su país de origen y trabajar como profesor universitario.
"Si necesito cambiar, necesito algunas herramientas, y un certificado universitario es realmente una gran herramienta para utilizar". Le interesa la psicología, sociología e historia. Habla dos idiomas: árabe e inglés, aunque la meta para este año es aprender español.
Cuenta con pasaporte, una tarjeta de identidad nacional siria y su título de licenciatura traducido al inglés y debidamente sellado. Essa ya no podría hacer nuevas maniobras para posponer una vez más el servicio militar. Por esta razón le es imposible regresar a Siria para continuar con sus estudios.
Dice que para resolver un problema, se debe pensar y actuar desde un punto de vista global. "Es imposible hacerlo solamente en el ámbito local. Si no comenzamos a pensar globalmente desde ahora, pienso que estaremos enfrentando el mismo problema una y otra vez, y una vez allí, que lo que me estar siempre triste".
Le llevó dos años concretar su visita a México, pues el Proyecto Habesha, impulsado por la sociedad civil y la Iniciativa Privada desde 2013 apenas se comienza a concretarse con este joven gracias al apoyo de las Universidades Iberoamericana, Panamericana, Tecnológica de Monterrey y el Colegio de México.
Hoy cada estudiante le costará al proyecto 11 mil dólares por año, monto que incluye el boleto de avión, hospedaje, seguro medido y alimentación, los estudios son gratuitos y corres a cargo de las universidades privadas que participan.
El gobierno mexicano únicamente les ha facilitado los trámites migratorios por lo que todos los recursos con un esfuerzo de la sociedad civil, de la que dependerán el resto de los refugiados inscritos en el proyecto.
Conseguir que un joven sirio llegue a México implica arreglar documentos, pues la mayoría vive en situaciones irregulares como refugiados, una complicación más es que no pueden volar sobre Europa y Estados Unidos por lo que tienen que literalmente rodear el mundo y llegar a través de Brasil lo que hace el viaje costoso y engorroso, además su entrada al país no es como refugiados sino en calidad de estudiante.
El Proyecto Habesha propone un modelo que concibe la recepción de estudiantes sirios como un activo y una oportunidad para promover el diálogo intercultural que fomente una cultura internacional para la paz.
Esta iniciativa es una apuesta por la paz y la reconstrucción de Siria tomando como punto de partida el apoyo a la juventud que vio interrumpida su educación superior debido al estallido del conflicto armado, como en el caso de Essa quien asegura que a los mexicanos les hace mucha falta ver otras caras de Siria.
"Estoy aquí porque quiero dar una imagen de Siria que no muchos conocen, mucha gente piensa en Siria por lo que ha visto en las noticias y mucha gente tiene miedo, no saben cómo nos vemos y tienen muchos prejuicios al respecto", dice.