Por Norma Y. Cortés J.
Tijuana BC 12 de octubre 2014 (AFN).- El público congregado en el teatro del Centro Cultural Tijuana (Cecut) ya esperaba impaciente, no paraba de hablar y recibió a la cantante española Concha Buika con un cálido y prolongado aplauso; impactó su presencia en el escenario, vestida de negro con un amplio cinturón blanco. No requirió escenografía.
"¡Qué negra está la noche!", comentó la cantante, bautizada legalmente como María Concepción Balboa Buika, quien desencadenó la magia que ya habían anticipado al público tijuanense sus tres músicos.
Buika compartió lo que sintió al llegar a esta ciudad de migrantes, de personas que posiblemente nunca regresen a su pueblo, como le pasó a su padre (Juan Balboa Boneke, político y escritor ya fallecido); por eso, su primera canción se la dedicó a él, en una interpretación donde se mezclaron la tristeza y su fuerza en el escenario.
El canto de Buika es fresco, canta lo que siente y borra de nuestra memoria el recuerdo que tenemos de las interpretaciones originales. Su atrevimiento es tal que sólo mantuvo reconocible en la canción alguna parte del estribillo, que mezcló con el cante jondo en forma desgarradora, al compás de su cadera o del floreo de su falda. De esa manera interpretó, entre otras, "Ciudades", "Santa Lucía" y "Siboney".
"Eres una reina", le gritaban; "reinas somos todas", contestó. "Yo creo que todas somos ángeles", dijo.
Buika combinó su canto con reflexiones e interacciones, así habló de la libertad, de la locura y de la mentira, con su público que le pedían interpretar sus éxitos: "Ojos Verdes", "Nostalgias", y "Jodida, pero contenta".
A Buika le quedan la música mexicana y el bolero, sus letras están hechas para cantarse con la voz y con el cuerpo, con lamentos y acentos, con una voz gruesa y lenta que permita escuchar sus letras.
La canción mexicana no es de México sino de quien la canta, ha dicho en entrevistas la artista natural de Palma de Mallorca, quien anoche lo sostuvo; además de referir que la ya fallecida artista mexicana, la "Chamana", la "Mamá" Chavela Vargas, le recomendaba que no fuera tan cuadrada.
Entonces, de su garganta a punto de romperse y con su cuerpo con movimientos afros o flamencos, interpretó "Se me hizo fácil", "Que no somos iguales" y "Amor de mis amores".
Buika llenó todo el escenario, un juego de luces y tres magníficos músicos fue todo lo que necesitó, lo demás lo puso ella, su experiencia en mover emociones, su canto desgarrador que convierte viejas canciones en nuevas, su irreverencia, su lenguaje y su locura.
A Buika le costó darse cuenta que había pasado el tiempo, estaba metida en sus emociones, por eso preguntó si ya estaban por terminar, y antes de despedirse complació a los tijuanenses con su versión de "La Nave del Olvido", al estilo que ya tiene acostumbrado a su público, que no la dejó ir sin antes cobijarla con un nutrido aplauso que agradeció interpretando "La del estribo", antes de abandonar el teatro del Cecut.