Palco de Prensa
Al rector de la UABC, Felipe Cuamea Velázquez, nadie le ha dicho, aquello de “jugo que tiene desquite, ni quien se pique” o bien lo de “si se lleva, se aguanta”. Vayamos por partes.
Está en marcha el proceso de elección de quien habrá de sucederle, a fines de enero del 2015. Sin embargo, antes de irse, deberá rendir cuentas claras a la comunidad universitaria y a los bajacalifornianos en general.
Al margen de la fabulosa imagen de la Universidad Autónoma de Baja California, una revisión del Órgano de Fiscalización Superior de la Legislatura estatal, lo muestra como pésimo administrador.
Y esto no es cualquier cosa, porque luego salen quienes hablan de campañas negras, de la intención de desestabilizar a la Máxima Casa de Estudios o de que es evidente la intención de descalificarlo, para que saque las manos del proceso de selección de su sucesor y otras cosas más.
Todo, en relación a los resultados de la revisión a la Cuenta Pública 2012. Faltan 2013 y 2014, que se presume están bajo el mismo estilo.
Por ejemplo, se detectaron 20 plazas de maestros, con turnos simultáneos. Han de ser fenómenos, para dar clases en dos aulas distintas a la vez, o demasiado voraces y deshonestos, al cobrar en dos plazas y cumplir solamente en una.
Proyectos de obra por 5 millones 321 mil pesos, registrados como gastos, cuando que debieron ser considerados como parte del costo de la obra. Un “errorcillo” contable, podrían decir.
Tres obras, con cambios en el concepto de trabajo, ocasionando trabajos extraordinarios superiores en un 40% a lo estimado originalmente, por un monto de 18 millones de pesos. Esto, ya es un “errorzote”.
Cuentas, con saldos contrarios a su naturaleza, por 31 millones de pesos. Para los neófitos en cuestiones contables, el “debe” y el “haber” les generan confusiones. Tampoco es un error menor.
Y otras cosas por el estilo, que hacen suponer que quienes manejan las cuentas de la UABC, son unos ignorantes de la materia, pues las operan “con las patas”, como se dice vulgarmente.
Lo más grave, haber invertido 150 millones de pesos en la Bolsa Mexicana de Valores, interpretando erróneamente la legislación universitaria, y pasando por alto otras legislaciones, aplicables al caso, que lo prohíben.
El Órgano de Fiscalización Superior de la Legislatura estatal, al detectar que la UABC estaba realizando actividades bursátiles con sus recursos, advirtió a las autoridades universitarias que era ilegal y que se abstuvieran de hacerlo.
En lugar de escuchar y atender las observaciones, se parapetaron en el manoseado concepto de la autonomía universitaria y neciamente continuaron haciéndolo.
Tratando de evitar un mal mayor, el “detalle” se sacó a la opinión pública. Lo que causó malestar en el rector Cuamea y en el resto de los funcionarios universitarios. Para ellos, los diputaditos no tenían por qué andar hurgando en las cuentas de la UABC. Cual si fuese una empresa privada. El caso es que recibe recursos federales y estatales, que requieren ser fiscalizados.
Dentro de este “dime y te diré”, se dieron otros cuestionamientos, respecto al funcionamiento de la UABC y la cobertura en la eficiencia y costo de la educación superior. Tratando de encontrar respuestas a sus inquietudes, legisladores de varias comisiones, por conducto del Pleno del Congreso Estatal, citaron al rector, para que compareciera ante ellos.
Cuamea, no solamente no asistió a la cita, sino que media hora antes, les avisó que no acudiría, porque las comisiones no estaban facultades para hacerlo comparecer. Nadie le aclaró, evidentemente, que la cita fue hecha por el Pleno y no por las comisiones.
Pero luego, los invitó a dialogar sobre temas educativos, como tratando de ridiculizarlos, al tratar de llevarlos a un escenario, posiblemente las instalaciones de la UABC, o algún lugar neutro, pero controlado por las autoridades universitarias, para exhibirlos como ignorantes. Además, declara que la UABC es un botín apetecible y que hay quienes quisieran meterse ahí. En pocas palabras, llamó pillos a los legisladores.
Tales actos, por parte de Cuamea -lo observaba y advertía el columnista- fueron como echarle fuego a la hoguera. Los legisladores lo traen de la cola, con el asunto de la bursatilización de los recursos y se atreve a ningunearlos, a subestimarlos y a descalificarlos, en sus propósitos de cuestionarlo sobre la operación de la UABC y el manejo de sus recursos.
Por si fuese poco, evidentemente desde la Rectoría, se hizo circular en las redes, copia de un escrito, mediante el cual la diputada Miriam Ayón, solicita al rector ayude a un joven que desea ingresar a Medicina. Como si eso fuese un delito. Que por eso el afán de la legisladora en cuestionarlo, por la negativa a su petición.
Cuamea no entiende que ya es candidato a reo de algún penal en la entidad. Que su destino, prácticamente está en manos de los legisladores. Pero en lugar de conciliar con ellos, está poniendo en práctica sus conocimientos en campañas negras, triquiñuelas y chapuzas. Tal vez cursó algún “doctorado” sobre la materia. Se conduce como el peor de los políticos.
Aquí es donde cabe, lo apuntado al inicio. Que al rector de la UABC, Felipe Cuamea Velázquez, nadie le ha dicho aquello de “jugo que tiene desquite, ni quien se pique” o bien lo de “si se lleva, se aguanta”. Ahora, viene el desquite. Más le vale que se aguante.