*.- No pretende hacer cargos contra Benjamín sólo que le responda
*.- “Voy a ponerle punto final a esa incertidumbre
La reciente entrega del narcotraficante Benjamín Arellano Félix a las autoridades estadounidenses “no tiene ninguna relevancia” en el trabajo para combatir este fenómeno en el país, considera Cristina Palacios de Hodoyán, sin embargo le abre la herida porque estima que este hombre sabe dónde quedó su hijo Alejandro, desaparecido desde el 15 de marzo de 1997.
En entrevista con Agencia Fronteriza de Noticias de Tijuana, la actual presidenta de la Asociación Ciudadana contra la Impunidad (ACI) reveló que no es su intención hacer cargos contra el ex dirigente del cártel Arellano Félix, sino que tan sólo pretende que se le pregunte sobre su hijo.
“Voy a ponerle punto final a esa incertidumbre”, comentó quien como madre, ha mantenido una “cruzada” personal para descubrir el paradero de su hijo desaparecido, que ahora ha derivado en un trabajo grupal para apoyar en la localización de otros varios “desaparecidos” por individuos ligados con el narcotráfico.
La entrevistada recuerda el momento cuando cuatro sujetos lo interceptaron en el momento en que pretendía subir a su vehículo en el Blvd. Agua Caliente y Cuauhtémoc. Ahí el entonces joven se reunió con su madre.
Palacios dijo que cualquier información en este sentido que llegue a sus manos, le servirá como consuelo: “Voy a ponerle un punto final a esa incertidumbre que traemos cargando desde hace 14 años”.
Reiteró que no busca presentar cargos sobre Arellano Félix “si es que algo tuvo que ver con la desaparición; simplemente quiero saber dónde quedó mi hijo”.
Los recuerdos
Cristina Palacios, quien forma parte de una familia de sociedad, con arraigo en Tijuana, sufrió la detención de tres de sus hijos, por supuestamente haber pertenecido al grupo de “narco-júniors” que gozaron de los “privilegios” de estar involucrados con los Arellano Félix.
Alejandro Hodoyán fue preso de manera ilegal por militares en Guadalajara Jalisco y tras descubrirse esto, fue puesto en libertad, no obstante pocos días después se dio su desaparición definitiva. Algunos informes lo señalaban como “testigo protegido” del gobierno de Estados Unidos pero la madre de Alejandro lo descartó finalmente.
También asegura que tan sólo Alejandro tuvo amistad con Ramón, el menor del clan, porque compartió los juegos infantiles y de adolescentes con quien se convirtió a la postre, en un sanguinario pistolero. En cambio, advierte que en ese entonces Benjamín ya era un hombre casado por lo que no andaba “de party) (de fiesta) con “la bola” de muchachos, como sí lo hacía Ramón.
Por esto, afirma que ninguno de sus hijos conoció a Benjamín cuando era el jefe del cártel, aunque Alfredo, el segundo de sus hijos finalmente pudo hacerlo “cuando se encontraba en el penal de Almoloya, pugnando una condena, acusado de asesinar al delegado de la PGR en Tijuana, Ernesto Ibarra Santés.
El llamado “Fiscal de Hierro”, que les declaró la guerra abiertamente, fue acribillado en la Ciudad de México, a la que viajó intempestivamente, sin que supuestamente nadie supiera de su salida, en noviembre de 1996.
La extradición
Palacios de Hodoyán, recordó que el Tratado Internacional firmado por México y Estados Unidos, para la extradición de presos, precisaba que los sentenciados deben cumplir su condena en México y después ser trasladados al país donde se les requiere, pero ahora, afirmó, existen dudas sobre si los reclusos que salen de suelo mexicano “alguna vez regresarán a él”.
“Todo esto es lo que me pone a pensar” si las personas que no terminaron su condena en México van a regresar, esto por el nuevo anexo aplicado al Tratado que dice que las personas requeridas para ser extraditadas serán trasladadas al país que lo solicite, antes de cumplir su sentencia. con el fin de que “se cumpla justicia” añadió Palacios, quien recordó que muchos morían antes de realizar ese viaje, quedando muchas cosas sin esclarecer.
Ante este problema “de la justa aplicación de la ley”, Cristina Palacios señaló que los más prominentes “personajes” de la delincuencia organizada, como Joaquín Guzmán Loera alias “El Chapo”, siguen siendo protegidos “por alguien”, porque de otra manera “ya hubieran caído”.
“Es muy difícil que esto termine”, concluyó.