Le secuestran y se enamora de uno de sus plagiarios
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Le secuestran y se enamora de uno de sus plagiarios

- miércoles 8 de abril de 2009 - .
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*.- La victima es un hombre casado y su victimario un policía municipal, en el momento del plagio
*.- AFN logra la historia narrada, de uno de los afectados de la “ola” de secuestros, aunque exige anonimato
 
Exclusiva AFN

La siguiente es una historia que logró AFN y para poderla realizar se hicieron varias entrevistas con la víctima, que fue la que siempre estableció contacto con la Agencia y se cuidó muy bien de manejar datos delicados, que siempre manifestó no saber o no conocer. Agencia Fronteriza de Noticias de Tijuana, tomó todas las previsiones necesarias para saber que se trataba de una historia real y revisados algunos aspectos se consideró que es así, por lo que se presenta la misma, elaborada por Itzel Balderas.

TIJUANA, BC. 14 DE ABRIL DEL 2009 (AFN).- Tras permanecer en cautiverio 19 días, cruzó la línea fronteriza de Tijuana, por la Garita de San Ysidro, California, donde el FBI y su esposa ya le esperaban. Lo vivido durante su secuestro parecía quedar atrás de no ser porque terminó enamorado de uno de sus plagiarios, un agente municipal, en ese entonces pero que ahora está libre y fuera de la corporación.

Eran las 11:30 de la noche del 23 de diciembre, un día antes de la Navidad del 2007. Cruzó a pie la línea fronteriza para volver a Estados Unidos, con la firme determinación de nunca más retornar a su país natal y en especial a Tijuana, la ciudad que por diversión lo atraía los fines de semana para convivir con amigos, algunos de ellos, policías al servicio de la ciudad.

Esa noche, apenas hacía dos horas y media antes, lo habían liberado junto con otro hombre, dedicado al comercio. Ambos fueron “soltados” después de que sus familiares pagaron la mayor parte del rescate solicitado, porque otras “pequeñas cantidades” habían quedado pendientes de finiquitar.

“Ustedes ya están libres y si hacen lo que se les ordena, la van a librar”, les gritó uno de los secuestradores estando todavía en la casa de seguridad donde les ordenaron permanecer con los ojos cerrados al momento de quitarles las vendas, las esposas de las manos y las ataduras de los pies.

Antes de sacarlos de la guarida, en lo que suponen era la sala, a cada uno, violentamente los sujetaron de la cabeza y los empinaron al piso donde yacía el cuerpo de un hombre encobijado.

Era una clara amenaza de lo que podría sucederles en caso de no atender las indicaciones al momento de ser liberados.

“Los zapatos del muerto, me los pusieron a mi, porque yo en ese momento estaba descalzo” explicó la persona secuestrada que se dirigió a Agencia Fronteriza de Noticias no tanto para narrar el plagio del que fue objeto, sino el Síndrome de Estocolmo que ahora padece, es decir, amor o admiración por su victimario.

Sin embargo, a petición de AFN, continúa dando detalles de la noche en que fue liberado.

“Los secuestradores nos entregaron un celular y 200 pesos a cada uno para que pagáramos un taxi y pudiéramos ponernos en contacto con quien nosotros deseáramos”, explica.

No identifica a quienes estuvieron en cautiverio junto con él, porque a algunos apenas los conoció por un mote, sin embargo, por recuerdos que de repente lo asaltan, se puede establecer que entre sus compañeros de infortunio estarían algunos de los individuos “levantados” con mucha espectacularidad, durante los últimos meses del año antepasado.

“Cuando nos liberaron, a mi compañero le entregaron un celular cargado, pero a mi me lo dieron todavía en cajita; estoy seguro que se bajaron a comprarlo a un Oxxo porque me lo entregaron nuevo”, dijo al asociar el hecho con una parada que hizo el vehículo donde fueron trasladados.

Pasados unos minutos, los dos raptados fueron arrojados del carro en las cercanías de un hotel o motel que identifica como “La Palma”, siendo aproximadamente las 9 de la noche. “No conozco suficiente Tijuana, en realidad no ubico en qué parte de la ciudad nos dejaron”.

Veinte minutos después, los recién liberados -juntos- abordaron un taxi que los llevó primero a la casa del comerciante en una zona residencial, y luego, el taxista a quien le platicaron en el camino parte de lo sucedido, lo llevó a la delegación de La Mesa, donde reside una amistad suya.

“Según me dijeron, a mi me salvó que mi familia dio aviso al FBI” explicó el ciudadano americano desde hace muchos años y comerciante en el Condado de San Diego.

“He recibido atención psicológica; los expertos que me atendieron, consideraron que logré superar el trance rápidamente y no se explican la forma como lo hice” pronuncia con una risa pícara que denota el sentimiento que guarda por uno de los secuestradores, encargado de cuidarlo en la casa de seguridad.
¿Cómo fue que te fijaste en él?

“Yo sufro de una enfermedad y lo que recuerdo es que él en una ocasión me llevó un remedio casero para que yo mejorara. Se portaba bien conmigo”, recuerda.

“Ellos (los secuestradores) platicaban mucho en la casa donde nos tenían a mi y a otros tres, encerrados en un closet grande como de 20 pies por 20 pies”, relata.

“Oíamos muchas cosas todos los días, como por ejemplo, el noticiario Fuerza Informativa Azteca, pero una vez, escuché cómo este muchacho (el policía) le pasó su número a una joven con la que estaba hablando por teléfono y simplemente me lo grabé”, continuó.

“Cuando todo ya había pasado, estando yo en San Diego, sentí el impulso de llamarle para agradecerle la forma como se portó conmigo” dijo al recorrer mentalmente una imagen del plagiario cubierto con un pasamontañas y apuntándole con un arma, mientras lo llevaba al baño.

“No lo justifico, porque toda mi familia sufrió” dice el hombre que hasta antes de su secuestro era una persona heterosexual y quien todavía permanece casado y con hijos.

“Odiaba la bisexualidad y ni por asomo me caían bien los homosexuales”, reveló, tras aceptar haber entrado en una relación de esa índole y después de confesar que su pareja, el secuestrador, más joven que él, es también casado y con hijos.

“Nos vemos con regularidad; a él le toca venir para acá porque yo no puedo regresar a Tijuana”, dice al tiempo que rechaza identificar al policía-secuestrador, por obvias razones.

Su primer encuentro, después del plagio, fue telefónico.

“Yo le marqué una semana después de que me liberaron y me identifiqué. Lo primero que hizo fue colgarme, pero después le insistí y le dije que no tenía resentimiento en su contra y que le agradecía, dentro de todo, las atenciones que él como cuidador me dio”.

– “No me andes llamando”, le dijo el todavía -en ese entonces- policía municipal.
– “Te llamé para darte las gracias”.
– “No hay pedo”.
– “No tengo nada contra ti, por favor, no cambies tu número de teléfono”, le pidió para garantizar seguir tratando al agente municipal por quien ya sentía empatía.

Finalmente, en las primeras comunicaciones telefónicas que sostuvieron, logró su objetivo de establecer contacto con el policía, al ofrecerle una moto en venta. Ese fue el “gancho” que le dio resultado para iniciar una amistad que se tornaría en un cálido romance.

¿Cómo fue que se vieron en persona?

“Ocurrió un mes después de la primera llamada que le hice. En febrero de 2008 más o menos. Quedamos de vernos en un casino, en Viejas. Físicamente era más o menos como yo lo imaginaba. Jugamos, tomamos, nos divertimos, pero no sucedió nada sino hasta la tercera vez en que nos vimos. Después de que pasó todo no podíamos ni voltearnos a ver, pero pues yo tenía que llevarlo de regreso a la línea”, explica todavía con emoción.

¿Cómo fue tu vida en la casa de seguridad donde conviviste con él esos días? Preguntó AFN durante la entrevista.

“De repente, llamaba a la casa uno de los jefes que le decían “El Rafa”, y en total estado de ebriedad, yo creo que para lucirse con la gente que se encontraba, empezaba a ordenar que nos golpearan”.

“Pégale a éste, pégale al otro… se tenían que escuchar nuestros gritos de dolor para que el tipo quedara conforme”, dijo.

Según explicó, los secuestradores los sacaban del closet y los llevaban a otra recámara, para lastimarlos con lo que parecía ser la cacha de un rifle.

“A mi fue el que golpearon menos veces, no sé porque tenían consideraciones conmigo, probablemente porque era el que menos escándalo hacía”.

¿Los llegaron a dañar?

A uno de mis compañeros le cortaron un trozo de oreja. Todavía recuerdo el olor de la sangre o su herida en el interior en el closet. No le dieron atención médica, ni dejaban que lo apoyáramos.

A mí por ejemplo, me querían cortar un dedo de la mano, pero tengo el tatuaje de la Virgen de Guadalupe y cuando me lo vieron cambiaron de opinión. Afortunadamente no me pasó nada.

Sopas maruchan, sándwiches de atún y burritos, eran las comidas más frecuentes para los secuestrados.

“De broma nos decían: hoy van a comer burritos de dedo o les vamos a preparar pozole” en clara alusión, esto último, a las prácticas atribuidas a Teodoro García Simental (a) “El Teo”, líder de una célula del Cártel de los hermanos Arellano Félix, afamado por ordenar deshacer a sus víctimas en ácido.

¿Entonces eran gente de “EL TEO”? cuestiona AFN.

-Si. Muchos policías están a las órdenes de él. Les pagan en promedio 400 dólares semanales, aunque puede haber semanas en que no reciban nada y no pueden quejarse. Luego también puede pasar (tiempo para) que les den 500 o 600 dólares o más, las cantidades pueden variar.

“El policía que no se mete, de todas maneras tiene que hacer lo que ellos dicen, por eso la mayoría de ellos terminan involucrados” opinó al mismo tiempo que incluyó a personal de la Unidad Antisecuestros de la Procuraduría General de Justicia del Estado.

“Incluso, cuando fui interrogado por el FBI, estando investigadores mexicanos en la diligencia, ellos mismos (los estatales) querían que yo declarara cosas distintas a como realmente sucedieron los hechos.

¿A que te refieres con esto? Pregunta de nuevo AFN.

Por ejemplo en mi caso, yo iba mucho a Tijuana y entre los que empezaban a ser mis amigos había policías municipales que pudieron ser los que me señalaron, pero no fueron los que me levantaron y estos agentes investigadores querían que yo los acusara directamente sin ser cierto”, contestó.

“Yo iba con frecuencia a Tijuana y me iba en un carro u otro porque me dedico a la compraventa de vehículos y eso fue lo que les hizo pensar que yo era gente de dinero, pero yo no puedo asegurar que esos policías que conocía hayan sido quienes me entregaron a esta gente”, comentó.

“Después, los mismos agentes que me interrogaron delante del FBI, estando del lado americano, uno de apellido Nelson y otro Martínez, tuvieron que ser investigados y llevados a México”, dijo sorprendido de que en la problemática del secuestro en Baja California, simplemente no se sabe quién es quién.

¿Y volviendo a tu pareja, sigue con ellos, con la gente que secuestra?

No; se salió de la policía. Ahora está sin trabajo y sé que no sigue con ellos porque simplemente está sin dinero. Huyó, se cambió de casa. Eso ocurrió en abril del año pasado más o menos. Él iba empezando; me dice que no mató a nadie, pero aún así siente una especie de remordimiento y pues ahora, ya se alejó de todo eso.

La cantidad que inicialmente solicitaron los secuestradores por su rescate fue de dos millones de dólares; finalmente su familia pagó 100 mil y quedaron a deber 50 mil dólares que ya nadie le ha reclamado.

¿Por qué compartir tu historia con los lectores de AFN?

“Empecé a la leer la página después de mi secuestro. Una persona que trabaja en la SIEDO me la recomendó. Me dijo que aquí encontraría mucha información sobre este tipo de hechos. Y no sé, me nació contarles mi historia. Simplemente es eso”, comentó.

“Es muy raro todo esto, pero ahora me siento feliz, amado y querido”, dijo para finalizar la entrevista con AFN no sin antes calificar de apuesto al ahora ex policía municipal que cambió su vida con un secuestro y ahora, según dice, con el amor con el que le corresponde.

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