Tijuana BC 14 de junio de 2015 (AFN).- Aunque está demostrado que ciertos genes favorecen la aparición y desarrollo del asma, factores de riesgo como la contaminación del ambiente, las tolvaneras, el cambio de clima, los trastornos inmunológicos y problemas alérgicos también son determinantes para contraer la enfermedad, informó Raúl Ibarra Caldera, alergólogo del Hospital General de Zona (HGZ) número 30 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Baja California.
Destacó que este padecimiento crónico del sistema respiratorio, provoca que las vías se hinchen y se estrechen lo que provoca sibilancias, dificultad para tomar aire, opresión en el pecho y tos.
Los desencadenantes comunes, abarcan animales (caspa o pelaje de las mascotas), ciertos medicamentos, cambios de clima, químicos en el aire o los alimentos, aspectos ambientales como el polen y el moho, infecciones respiratorias, emociones fuertes (estrés), y el humo de tabaco.
Señaló que la mayoría de las personas con asma tienen ataques separados por períodos asintomáticos y cuando hay manifestaciones, abarcan tos con, o sin producción de flema, retracción o tiraje de la piel entre las costillas al respirar, dificultad para tomar aire, lo que empeora con el ejercicio o la actividad.
Al hablar sobre los síntomas de emergencia, que obligan a buscar inmediata atención médica, se encuentran labios y cara de color azulado, disminución del nivel de lucidez mental, somnolencia intensa o confusión, dificultad extrema para respirar y sudoración intensa, refirió.
Cuando los síntomas empeoran, se produce una “crisis de asma”, que por lo general es de corta duración, aunque puede haber períodos con ataques diarios que persisten por varias semanas.
No obstante la gravedad con que pudiera clasificarse, los expertos señalan que el asma es controlable siempre y cuando se atienda a tiempo y en forma adecuada. En infantes se ha visto que cuando reciben una atención médica oportuna, con el apoyo y cuidado de sus padres, la enfermedad remite en forma espontánea entre los 7 y 10 años de edad.
“Cuando ocurre lo contrario -pacientes que después de los siete años no llegan a tener un control médico adecuado-, presentan crisis en forma esporádica y en la edad adulta continúan con el padecimiento”, concluyó.
