*.- En menores de seis años
Mexicali BC 16 de julio de 2014 (AFN).- El doctor Juan José Parra Limón, oftalmólogo del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), informó que el retinoblastoma es el principal cáncer en menores de seis años y un tratamiento oportuno puede evitar la pérdida de la vista.
Señaló que esta enfermedad se caracteriza por un reflejo blanquecino en la pupila, estrabismo, inflamación, enrojecimiento y profusión (salirse de la órbita uno o ambos ojos), siendo éstas las manifestaciones más significativas.
Al abundar en el tema, comentó que este tipo de tumor es congénito (se nace con éste). Por lo tanto, es probable que se haga evidente en los primeros meses de vida con una simple inspección ocular; no obstante, en promedio, el diagnóstico ocurre hasta los tres años de edad, cuando el cáncer en muchas ocasiones ya ha invadido el cerebro y otras partes del cuerpo.
Parra Limón precisó que en esta enfermedad, su diagnóstico se hace difícil, y en la medida que se dé el tratamiento oportuno, puede evitarse no sólo la pérdida de la función del ojo, sino del órgano en sí, dependiendo de la ubicación del tumor que normalmente se encuentra en la periferia.
En este caso -agregó- las posibilidades de supervivencia son altas, mientras que si el quiste es muy grande, a nivel del nervio óptico o toca estructuras importantes de la parte posterior del ojo, las posibilidades de vivir se reducen a la quinta parte. La invasión (metástasis) a otros órganos primeramente ocurre en la órbita, posteriormente se ramifica a la parte interna del ojo, de ahí, al cerebro, la columna, los huesos y las vísceras.
El oftalmólogo del IMSS mencionó también que una pupila blanquecina puede deberse a una catarata congénita, alteraciones en el vítreo y a enfermedades vasculares o de la retina, pero son menos graves que el retinoblastoma. Por lo tanto, las oportunidades de recuperación son altas porque en la mayoría de los casos estas lesiones cancerígenas están muy localizadas y son pequeñas, no obstante, el problema es que no se identifica a tiempo, se deja o confunde con otras enfermedades, por lo que la situación se agrava.
El especialista agregó que si un menor nace con esta deficiencia, es probable que un segundo hijo también la padezca, en tanto que con el tercer descendiente las posibilidades crecen hasta un 50 por ciento, más aún si hay factor hereditario por alguno de los padres.