Conforme los cómputos distritales se acercan a su fin, el escenario del “nada para nadie” comienza a aclararse, y a juzgar por los datos existentes, en la misma proporción se desvanece el escenario de una anulación electoral, sobre todo si todas las irregularidades denunciadas no se traducen en solidos recursos legales, lo suficiente poderosos para revertir el resultado que se asiente y establezca como legal.