ENSENADA BC 8 DE SEPTIEMBRE DE 2017 (AFN).- Aunque empresarios, comerciantes e incluso vitivinicultores del Valle de Guadalupe, rechazan el uso de aguas tratadas para brindar agua a los cultivos de vid, plantas con las que se elabora el vino que caracteriza la región, ya se están haciendo pruebas del uso de aguas de tratamiento en un viñedo, informó el titular de la Secretaría de Fomento Agropecuario (Sefoa), Manuel Valladolid Seamanduras.
“Se está trabajando en las bases de la licitación, hay una prueba piloto en la planta La Morita de Tijuana, ya es el séptimo año y mañana arrancará el corte de la uva, de este ciclo 2017. Ha pasado las pruebas más rigurosas de laboratorio certificado y el vino es 100 por ciento potable”, aseveró.
El funcionario dijo que además se están haciendo estudios con la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), para también aprovechar el agua de la planta tratadora de El Naranjo, donde actualmente se envía agua para el cultivo flores y forraje de más de 150 hectáreas en Maneadero.
“Fue una petición de los productores para que el Gobierno sea un facilitador. Yo puedo decir que más del 85 por ciento de los productores de vino les pareció muy atractivo; ellos fueron quienes lo pidieron”, estableció.
El funcionario comentó que el proyecto considera un precio de nueve pesos con cincuenta centavos por metro cúbico, sin embargo aclaró que aún no sale la licitación correspondiente.
Agregó que los productores deben asegurarse que el agua que viene es de la calidad adecuada, y los proveedores de las plantas tratadoras deben hacer su trabajo, pero consideró que es un tópico que debe cuidarse mucho y no debe ser publicitado.
Valladolid Seamanduras reconoció que es un tema que causa polémica, y dijo que por tanto no debe ser tratado por los medios de comunicación dado lo relevante y delicado que es.
Por su parte Alejandro Guzmán Lavenant y Francisco Moreno, ambos productores de vino del Valle de Guadalupe, advirtieron sobre los efectos psicológicos entre población, turismo y mercado, que pudieran ser devastadores, además de que no se tienen o al menos la mayoría desconocen, los estudios económicos, biológicos y todo lo relacionado con los impactos que traería la transición al uso de aguas de tratamiento en el Valle de Guadalupe.
Insistieron en que el efecto psicológico que esta medida tendría para el turismo al conocer el uso de aguas tratadas en los productos que consumen sería muy negativo.
“Si se llega afectar, se llevarán a la pujante industria gastronómica, bajaría la plusvalía de la tierra. Será un gran golpe y eso es lo que nos mantiene preocupados. Somos empresarios, pero también somos profesionistas que hemos estudiado al Valle, lo conocemos en su mecánica en todos sus aspectos y consultamos a especialistas en cada tema”, establecieron.
"Se deben contemplar todas las variables, pero sobre todo los efectos a largo plazo y ese estudio no se hace en poco tiempo. Se requieren alrededor de seis años y no conocemos ni uno de dos años”, sostuvieron.
Indicaron que se tendría que analizar el comportamiento de la planta porque se irá degenerando, y agregaron que el problema con el uso de aguas de tratamiento, es que no solo se trata de plantaciones de vid, el problema es que esta situación afectará a otros renglones.
"Se importaron varietales de Europa, se fueron aclimatando y el Valle dieron uvas de excelente calidad pero se han hecho criollas. El criollaje tiene su elasticidad, su rango, pero toma su tiempo. La planta tiene su tolerancia y van a sufrir estrés y se irán saturando”, detallaron.
Consideraron además que el costo sería altísimo para alcanzar los estándares de tratamiento de aguas residuales que tiene Estados Unidos y agregaron “los efectos negativos para toda la economía y dinámica del Valle de Guadalupe, llegarán en menos de lo que tardará en llegar el agua al Valle”.
Estimaron que los estudios que se requieren para la implementación de un proyecto de esta naturaleza deben ser elaborados por institución desvinculada al gobierno.
De consolidarse el plan, dijo Moreno, también deberá quedar claramente establecido el nivel del riego y todo lo relacionado con indemnizaciones que deberán ser cubiertas por parte de los responsables de la dotación de agua. “No sabemos nada del tratamiento, de la calidad, de la construcción de la red de distribución y su costo, los volúmenes de consumo, los costos…”, precisó.
Guzmán Lavenant indicó que al paso de los años, se van a afectar los mantos freáticos y con ello a toda la población. “El problema del agua en el Valle de Guadalupe es el crecimiento. En tres años han aumentado las plantaciones en un 60 por ciento. La capacidad del Valle está al tope”, enfatizó.
Ambos empresarios observaron que el Valle de Guadalupe se ha convertido en uno de los principales destinos de México, no sólo por el vino, aunque ese fue el punto de partida. “El dinero fresco para Ensenada llega vía pago de nómina de empleados federales y eso es muy pequeño. El turismo es que lo genera y el valle es el que más aporta a Ensenada”, destacaron.