Columnista de la SillaRota: RICARDO ALEMÁN
Crece, de manera incontenible, la preocupación por la escasa y a veces nula respuesta de las instituciones del estado a la violencia, el vandalismo y la provocación de grupos mafiosos como la CNTE.
Durante meses –incluso años-, la CNTE se ha convertido en una suerte de grupo fundamentalista que impone su voluntad, sea a la sociedad, sea a las instancias de gobierno, por la vía de la fuerza, la violencia y la violación a la ley.
La CNTE y sus franquicias –como la CETEG, la APPO y sus brazos clandestinos como el EPR- se ha convertido en un poder fáctico; al margen del Estado de derecho, de la ley, de todas las norma establecidas y su influencia ya trasciende los estados de Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Chiapas y el Distrito Federal.
Al mismo tiempo, la CNTE es un grupo violento, con tintes yihadistas, intolerante a la crítica, al respeto a las instituciones y a los básicos de la democracia, y su postura es propia de un rancio fundamentalismo de extrema izquierda.
La CNTE es, por tanto, un grupo mafioso impune a la aplicación de la ley y se ha convertido en el principal provocador de las instituciones del Estado. Provoca a los gobiernos de los estados de Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Chiapas y el Distrito Federal; provoca a las secretarías de Educación y de Gobernación; provoca a la PGR y, en los últimos días, provoca al Ejército mismo.
La CNTE ha recurrido a todas las formas de la ilegalidad; el secuestro de personas, el vandalismo de instituciones públicas, la quema de palacios de gobierno, de instalaciones de partidos, instalaciones de la PGR, del INE, el bloqueo de carreteras federales y apenas en días pasados –en lo que constituye un claro delito federal- bloqueó y pintarrajeó los aeropuertos y las pistas de aterrizaje de Oaxaca y Huatulco.
La CNTE actúa con la bandera que cualquiera de sus mesiánicos líderes quiera y mande; sea la reforma educativa, el paro del IPN, los muertos de Ayotzinapa, la existencia de Televisa, el fraude electoral, el odio hacia Enrique Peña y lo que gusten y manden.
Lo importante para los dueños de la CNTE es la provocación; provocar al gobierno federal, a los gobiernos estatales, a los municipales, a las empresas públicas y privadas.
¿Y para qué provoca la CNTE? La razón es clara: provoca para que reaccione el gobierno, para que la policía intervenga, para que el ejército actúe, para que participe la Marina.
Y frente a la provocación y luego de una hipotética acción policiaca, de autoridad y de gobierno, los mafiosos de la CNTE gritarán: ¡Gobierno represor y asesino!
Esa es la lógica política. Sin embargo, el Estado mexicano, sus instituciones y, en especial, el Poder Ejecutivo, no pueden permanecer por más tiempo, sólo expectantes.
Resulta inaplazable la intervención del Estado frente a la violencia y el vandalismo de la CNTE. Y es intolerable el silencio y la parálisis de las instituciones del Estado.
Por eso la pregunta. ¿Hasta cuándo, presidente Peña Nieto? Al Tiempo.
@RicardoAlemanMx