México DF 11 de enero de 2015 (kaleydoscopio.mx).- La palabra bullying se puso de moda y parece englobar muchos males de la violencia en los colegios, pero no todo cabe en ella. Violencia escolar y bullying no son sinónimos, pero se le han atribuido todas las situaciones de agresión que se dan en las escuelas, más evidentes por influencia de los medios de comunicación y redes sociales, dice Nelia Tello Peón profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.
El bullying (del inglés bully, amedrentar, intimidar) se caracteriza por un acoso prolongado y sistemático a un alumno por parte de otro o de un grupo de compañeros, y comprende conductas como burlas, amenazas, agresiones físicas y aislamiento, entre otras, precisa.
En cambio, aclaró, la violencia escolar se puede dar en algún momento entre los miembros de esta comunidad (maestros y alumnos).
Aunque estos dos problemas son identificables, no hay una estrategia integral que permita abordar el tema de la violencia social y quizá por ello se le han atribuido al bullying todas las situaciones violentas que ocurren en la convivencia entre niños o jóvenes dentro de las escuelas, precisó.
No se debe olvidar que la violencia en ese entorno no es aislada, porque es bien sabido que estas conductas nacen en el seno de la sociedad y se recrean en las aulas, es decir, lo que ven y viven lo imitan infantes en sus comunidades, en las calles y en sus casas es lo que subrayó.
“Entonces, la violencia no sólo se reproduce, también se potencia, y aunado a ello está el hecho de que cada vez somos más ‘tolerantes’, aceptamos que el otro ejerza una fuerza en contra de nosotros y esto crea la posibilidad de reproducir relaciones de dominio y sumisión”.
Se puede decir, señala, que existen muchos actos violentos que como sociedad no acotamos y hemos dejado que se conviertan en parte de la cotidianidad, pero si éstos llegan al extremo, nos horrorizamos porque nos parecen conductas destructivas.
“Debemos evitar esta situación y aprender a establecer relaciones de convivencia solidaria, donde prevalezcan procesos de diálogo y solución pacífica de conflictos”.
Aunque se reconoce que hay violencia en las escuelas no sabemos qué hacer con ella ni cómo tratarla, manejarla o evitarla. Es indispensable sustituirla y aprender a relacionarnos, indica Tello Peón.
Las personas que trabajan con esta problemática deben actuar en tres ámbitos: aceptación, confianza e integración, y partir del hecho de enseñar a niños y jóvenes a construir relaciones desde la aceptación de la diferencia.
Existe la necesidad de desarrollar habilidades sociales en la comunidad escolar (padres, maestros y alumnos) y lograr que laboren en equipo para tener un entorno de confianza y aceptación.
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