Por: Eduardo Suárez
México DF 28 de diciembre de 2014 (kaleydoscopio.mx).- Las necesidades económicas o la carencia de empleo lleva a las calles a miles de personas que en cruceros, camiones, templos e incluso casa por casa piden ayuda para sobrevivir. Es el trabajo de los limosneros, que recurren a la solidaridad social dando un trapazo a los zapatos en el Metro, con recetas médicas en mano sobre algún mal real o supuesto y, en casi todo los casos, mostrando el cruel rostro de la miseria en México.
Muchos mendigos son niños y ancianos, y la razón que los lleva a pedir limosna divide en a la sociedad.
¿Las personas que piden limosna lo hacen porque son flojas y quieren dinero fácil sin trabajar o las personas quieren superarse pero no han encontrado la oportunidad y es la única forma que encontraron de sobrevivir? Preguntó Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) a 600 ciudadanos de todo México:
48.6% dijo que son limosneros porque no quieren trabajar realmente, pero 47.5% sostiene que se trata de personas que no han encontrado una oportunidad laboral; 3.9% no sabe del asunto o prefirió callarse. Las opiniones son similares entre hombres y mujeres: por cada 49 mexicanas que califican a los limosneros como flojos hay 47 hombres.
El historiador Vladimir Martínez comentó que suele dar monedas a quienes se lo piden en la calle, pues ha observado “mucha gente pidiendo dinero y los principales motivos que proliferan creo son:
“1. Gente explotada por otra gente (niños, ancianos, invidentes)
“2. En el Tren Suburbano ves mucho a los migrantes pidiendo, pero no sé cómo calificar a esta gente.
“3. Gente que vive de eso (campesinos de "Puebla", niños de la calle, gente mutilada).
“4. Gente que evidentemente no quiere trabajar (los que piden para regresar a sus casas por que viven en otros estados)”.
La pobreza está detrás de los mendigos y golpea más a unos que otros, ya que de acuerdo con datos obtenidos por GCE, 27.8% de los entrevistados mencionó que quienes más piden ayuda son ancianos, 17.5% ve a más niños solicitando unas monedas, 16.7% encuentra a hombres adultos, 16% a indígenas, 9.4% a mujeres adultas y 7.1% a adolescentes; 5.5% no definió nada sobre quiénes están más en la lucha por las dádivas.
“Trabajo si hay. Yo soy historiador, hago freelanceo de diseño gráfico y trabajo en Tepito y te aseguro que si alguien sin chamba se da una vuelta por la zona, encuentra algo de empleo, mínimo de ayudante en un puesto”, indicó.
La mayoría de la gente no suele dar tan fácil una moneda con tanta gente pidiendo dinero en las calles, ¿Crees que los limosneros han perdido credibilidad? –se le cuestionó:
“Creo que sí hay mucha explotación sobre todo de niños y ancianos pierden credibilidad, muchas veces porque la gente se siente engañada. Si le das monedas a un niño eso fomenta que los padres los sigan mandando de cierta manera y dar dinero aumenta esta situación”.
¿Qué tan caritativas son las personas? Preguntó GCE: 50.8% piensa que los mexicanos son poco samaritanos y 12.3% dijo que no son nada buenos con el prójimo y 25.4% sostiene que lo son algo y únicamente 5.9% afirma que son buenos samaritanos.
“Uno trabaja duro por su dinero (sea mucho sea poco), y dar una moneda en un país donde todos te piden algo que no afecte tu economía, representa un gasto, porque son salidas de dinero diarias pero de a poquito a poquito si le metes el factor desconfianza es más complicado dar”, indicó Martínez.