El alcoholismo es un problema social que azota a la sociedad global, no reconoce barreras sociales o económicas, ni religiosas, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo define como ingestión frecuente de alcohol en cantidades superiores a los 50 gramos en la mujer y 70 gramos en el hombre.
Una copa de licor o un combinado, precisa, tiene unos 40 gramos de alcohol, un cuarto de litro de vino 30 gramos y un cuarto de litro de cerveza 15 gramos.
En los últimos años, el consumo de alcohol se ha incrementado en México, que ocupa el décimo lugar en la región latinoamericana en este campo, de acuerdo al Informe Mundial de la Situación sobre Alcohol y Salud 2014 de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Un tema alarmante es que se han detectado alzas en los niveles y patrones de consumo de bebidas embriagantes en el mundo.
El psicólogo Edgar Gallegos Pérez, miembro de Iskalti Centro de Atención y Educación Psicológica, cuenta:
“El alcoholismo parece ser producido por la combinación de diversos factores fisiológicos, psicológicos y genéticos en el individuo. Además se caracteriza por una dependencia emocional y a veces orgánica del alcohol, por lo que es tan difícil evitar su consumo.
“Tradicionalmente, el alcoholismo ha sido considerado como un trastorno progresivo, con aparición sucesiva de distintos síntomas, manifestaciones y complicaciones a medida que la ingesta excesiva de alcohol aumenta, reflejando así un deterioro progresivo en aspectos psicológicos, sociales y fisiológicos.”
Las personas que consumen alcohol en forma desmedida, ven afectada su vida en todos los ámbitos ya que, además de tener problemas de salud, se presentan complicaciones laborales, familiares, con los amigos y en ocasiones también monetarias, ya que prefieren la compra de estos productos a los artículos de primera necesidad, comenta el especialista.
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