Unos 7 millones de jóvenes mexicanos de 18 a 30 años no trabajan ni estudian, los motivos son hasta cierto punto razonables: unos no encuentran empleo o no tienen oportunidad de estudiar por falta de recursos, indica la doctora Claudia Sotelo Arias, directora del Centro de Especialización de Estudios Psicológicos en la Infancia y Adolescencia (CEEPI).
Otros, menciona, perdieron su empleo, pero lo peculiar es que existe un segmento que tiene la oportunidad de estudiar e incluso de trabajar pero no lo hace. A ellos se les conoce como la generación nini (ni estudian ni trabajan).
"Este fenómeno se concentra en las clases medias mexicanas aunque no se puede generalizar; están en prácticamente todos los segmentos sociales. Así en los socioeconómicos bajos, muchos de los nini por desgracia optan ingresar a las filas de la delincuencia", explica.
La causa fundamental es la depresión que precede un estado de pereza emocional, física y, por ende, mental.
"Como ejes paralelos encontramos una baja autoestima y un miedo irracional a fallar. Los jóvenes nini tienen una personalidad abúlica, lo que se traduce en una indiferencia total hacia a los factores externos. Como están inmiscuidos en este cúmulo de emociones, son incapaces de tomar decisiones y les aterra enfrentarse a la realidad", menciona.
Esta generación proviene de un núcleo familiar donde hubo sobreprotección o, bien, constantes escenas de violencia.
"Todos sabemos que si a un hijo le solucionas la existencia desde niño, éste aprenderá a no esforzarse por obtener lo quiere. Cuando se vea forzado a hacerlo, simplemente no tendrá los recursos emocionales. A su vez, si un niño fue maltratado física y psicológicamente, irá minando su autoestima hasta llegar a la adultez. Si a un niño le dices constantemente 'inútil' o 'tonto' desde la primera infancia, podremos obtener un adulto nini a futuro."
Paralelamente a la vida en familia, una parte significativa de los mexicanos desde hace tiempo dejó de creer: un joven estadounidense o francés, por citar ejemplos, cree en su nación, en sus instituciones e incluso en sus símbolos religiosos, familiares o étnicos.
En cambio, por desgracia, el mexicano está dejando de creer en todo ello debido a los tiempos de incertidumbre que vivimos. "La juventud es la etapa de los ideales, de la fe, de la amistad, de los amores primeros, en pocas palabras, el joven (adolescente) cree y confía prácticamente en todo. Si les quitamos eso, ¿qué queda entonces?", señala Vanesa Echandi, psicoanalista de CEEPI.
Quienes tienen un hijo o familiar nini deben ver en él un joven con depresión crónica, es responsabilidad de la propia familia: "Un joven de estas características no presentó estos trastornos de la noche a la mañana. Con certeza, la familia fue copartícipe, por lo que es indispensable comunicarse con él. Es necesario ser honesto y reconocer los errores para salir adelante de la situación", dice Echandi.
Kaleydoscopio (www.kaleydoscopio.mx)