Texto: Joel F. Gálvez Vivar
Foto: Karol Joseph Gálvez López
Huajuapan de León 19 de marzo de 2015 (AFN).- El abuelo Tayuú, es una crónica narrativa, imaginaria que refleja la esencia cultural de un guerrero mixteco, surgido de las entrañas de las montañas de la gran nación mixteca, describe la cotidianidad en que viven cientos de miles de familias de la mixteca oaxaqueña. Lleno de colorido y autenticidad, sobre costumbres, leyendas y tradiciones de los hombres autóctonos, antes de la llegada de los españoles a este territorio sagrado de los naturales, describe Ubaldo Sánchez Méndez, en un trozo de testimonios orales-culturales de los mixtecos de esta zona de la mixteca oaxaqueña.
Desde su creatividad imaginaria el autor de la obra ‘El Abuelo Tayuú’ cuenta: ‘Tá sacua (hombre venado) y su hijo Tayuú (hombre de piedra)’, en ella dice: ‘... El río que riega el valle, conduce gran cantidad de agua en virtud de que es época de lluvias. Una familia de comuneros cuyo jefe de familia llamado Tá sacua –hombre venado-, es muy querido y respetado por sus vecinos, se dedica a la agricultura y a la artesanía sencilla que es la fabricación de cerámica para uso domestico, y ve con energía cómo transcurre el tiempo. Es una mañana alegre, ya ha salido el sol, un sol brillante, después de una lluvia en la noche anterior.
El señor Tá sacua, dá prisa al deshierbe de su cultivo que es maíz, frijol y calabaza, con gran habilidad maneja la coa, implemento sencillo a base de un palo de madera y una piedra con punta, que amarrada con resistente fibra de maguey dan forma al instrumento de trabajo. El trabajo es duro y pesado ya que la tarea es sembrar aproximadamente trescientos metros cuadrados. Su unico ayudante es Tayuú –hombre de piedra-; su pequeño hijo, un niño de tez morena, ojos negros y rasgados, semidesnudo, únicamente viste un taparrabos y una franja de piel de conejo; pero esto no le preocupa, lo importante es ayudar a su padre a quitar piedra y arrancar yerbas de cómo él sabe, afectarían el cultivo. Interrumpe las labores del campo para preguntar:
- Padre, ¿Quién te enseño a cultivar todo lo que siembras?, ¿Cómo sabes cuándo y en qué tiempo sembrar?
- Nuestros antiguos abuelos nos enseñaron lo que hoy sabemos. Han sido muchos años de trabajo y de esfuerzo. Nuestra ciudad era una pequeña aldea con unas diez familias. La aldea fue creciendo hasta convertirse en una ciudad, algunos se dedicaron al cultivo, otros al trabajo del tallado de piedras de colores – fabricación de objetos de jade, turquesa, obsidiana, etc,-, otros, cono en mi caso, aprendimos a fabricar ollas, platos, comales y claro ¡también a la siembra! Y como “Ley suprema” estos conocimientos que tengo, debo hacer que tú los aprendas y lo más importante: que los mejores.
-¿ Por qué padre?.
- Nuestros gobernantes así lo disponen ya que son ordenes sagradas de nuestros dioses, por lo que tenemos la obligación de obedecer. Mis conocimientos los aprenderás y sabrás hacer mejor las cosas, para que así puedas enseñar algún día a tus propios hijos. Ellos tendrán la obligación de aprenderlos y hacerlos más abundantes para perfeccionar lo que hasta hoy sabemos hacer, es como una ley de nuestra raza.
Y así platicando fue transcurriendo el tiempo, la jornada de trabajo ha concluido y con verdadero cansancio reflejado en sus rostros por la difícil tarea partes de regreso a su casa con un ramo de flores de calabaza y quelites, que serán el alimento del siguiente día. Su vivienda es una casa con plataforma de piedra sobre la que se levantan perfectamente los muros de adobe para la habitación principal y de varas con lodo para el taller y para la cocina. Los techos están hechos con morillos de madera, palos y palma perfectamente amarrados con mecates de fibra de maguey. Al entrar Tayuu y su padre saludan a la señora ITAKUXI –flor blanca-, madre y esposa respectivamente. La niña ITAYUYU –flor del rocío-; -hija menor de la familia-, fue por azucenas para adornar su casa. Más tarde sentados sobre un trozo de madera a manera de sillas, saborean sus alimentos: frijoles con nopales y bolitas de masa de maíz, salsa, tortillas muy calientes, verduras hervidas, gusanos de maguey y chicatanas perfectamente cocidas, constituyen la alimentación de este día. A un lado se ubica el brasero, tres piedras cargan el comal que ha de cocer las tortillas después de molido el nixtamal en un metate ubicado a un lado de las ollas; un cántaro para acarrear agua, platos de diferentes tamaños, jarros, forman los utensilios domésticos...”
Asi prosigue la vida rudimentaria imaginativa, el autor la vida del noble guerrero mixteco “Tayuu” quien posee una cultura rica y esplendorosa, pero más sin embargo día a dia enfrenta las consecuencias del empobrecimiento, abandonados a su suerte. Sumergidos en la alta marginación, por las instancias gubernamentales, lo que ha hecho que muchos de los autóctonos aun emigren al extranjero, mientras que otros han preferido dejar de identificarse con la milenaria cultura mixteca; en tal virtud son multiples los esfuerzos que realizan los que aquí permanecen por conservar y fortalecer su indiosincracia, por el orgullo de ser los Ñuú Tavi –pueblo mixteco-.
El abuelo Tayuú, contiene dibujos ilustrativos, que conducen a la mente imaginar la grandeza cultural de los pueblos de esta comarca.
Es una narrativa dirigida tanto a niños como a la juventud y todo estudioso de la cultura, para ilustrarlos a conocer más la identidad de los pueblos y comunidades indígenas de la mixteca oaxaqueña, Ubaldo Sánchez Méndez, nacido en San Juan Diquiyu, jurisdicción de Tezoatlán de Segura y Luna, es hijo de Maximino Sánchez Ventura, profesor jubilado, estudioso e investigador de la cultura mixteca, escribió ‘El Abuelo Tayuú’, basado en testimonio vivo de la cultura de la mixteca baja, que bien vale tenerlo en la biblioteca particular, saborear la riqueza cultural de la gran nación mixteca.