Texto: Joel F. Gálvez Vivar
Fotos: Karol Joseph Gálvez López
Huajuapan de León, Oaxaca 19 de octubre de 2014(AFN).- La agreste tierra de Ñudee (Huajuapan), cuna y orgulloso del inigualable e insuperable ‘Jarabe Mixteco’, árida tierra fértil, en el que nativos evocan la gloria, del indomable raza mixteca, descendientes del árbol de Apoala, que aposento su reinado en la bella Achiutla, imperio pleno del noble guerrero mixteco Dzahuindanda o ‘Fechador del Sol’, quien venciera al gigantesco astro rey en gran combate.
Desde este majestuoso territorio de la región mixteca oaxaqueña, los nativos se erigen orgullosos herederos de la canción mixteca, himno inspirado por el maestro Huajuapense José López Alavés, cuya melodía saturada de nostalgia y ternura por el terruño, jirón de la patria chica, bajo este acorde presentamos el ’Jarabe Mixteco’.
La gran Ñudee: cuna y orgullo del ‘Jarabe Mixteco’, legendaria tierra mixteca, llena de misticismo; de amor y candor al terruño, manifiesta orgulloso su esplendor en los escenarios del mundo y de México entero, expresando el arte del folclor multicolor, la autenticidad de su música y de su baile, de los pasos sensuales de hombres y mujeres que al compás de la música, ejecutan el bailable tradicional de los Huajuapenses, ‘El Jarabe Mixteco’, se presenta atrevida a veces, romántica en otras, porque encierra cariño y amor en su máxima expresión, es la conjunción de los diferentes pasos de las siete del bailable original que dos grandes nativos, rescataron e hicieron de ella una reliquia para los de la raza mixteca, Huajuapenses para ser exacto; Antonio Martínez Corro, arreglista musical y Cipriano Villa Hernández, recopilador de los sones y sus respectivos pasos.
Es la expresión más fuerte de los mixtecos, toda vez que en ello, se manifiesta el sentimiento, el amor y la nostalgia por la vida y de los seres queridos, expresados al ritmo musical seductora de la paraje que a través del baile manifiesta su arte y cultura, porque expresa esencialmente el enamoramiento de la pareja, el hombre y la mujer se desbordan con entusiasmo en la ejecución de este baile formado por siete sones y 14 pasos.
El Macho: este son representa a los arrieros, quienes al termino de arduas jornadas, entre canto y silbidos que producen con la punta y el talón de los pies alternativamente en el zapateado, producen ritmo que imita al papaloteo de las bestias llevar pesadas cargas en sus lomos, cuando se carga y se descarga, seguidamente se aprecia el alegre ir y venir de los arrieros satisfechos de tantas faenas, pero siempre orgullosos del loable labor campirana.
El Chandé: graciosa y picaresca se representa a un conejo que representa el hombre, perseguido por un zorro que en este caso representa la mujer, que con taconeo rítmico imita el peculiar golpe que produce el conejo al brincar y con su falda busca acorralarlo para que ese no puede huir.
El Palomo: Representa una lucha tenaz, donde con movimiento sutiles y preciosos, esplendorosamente bellos, llenos de amor, ternura, son imitados por los palomos en sus románticos arrullos, el hombre ahora persigue a la mujer, en dulce reclamo de amor, tratando de alcanzar el rojo clavel vital signo de amor, símbolo que ella defiende con toda su estrategia, hasta que él, fingiéndose desdeñado da la espalda, hasta que atraída la palomo queda tan cerca de él quien con un golpe de audacia le arranca la codiciada flor y la pasa como el más preciado trofeo de sus afanes.
El Oaxacado: Ella se prodiga con apasionada entrega y abre, para deleite de su dueño y señor, los amojones más divertidos de su vistosa y multicolor falda, se imita la lucha en donde se disputan una presa.
El Toro: Aquí la mujer, con la fuerza y el dominio de su sexo, común en las mujeres, llama al hombre, lo juega y le burla con una mascada que hábilmente se desprende de cuello, logrando hacer una evolución vistosa y elegante, conservando siempre el ritmo y el paso.
El Aguilucho: Son un torrente de notas, en donde la pareja se lanza en torbellinos de movimientos alrededor uno de otro , bailando en un pie mientras el otro se sacude nervioso, alternando la pierna con continua vertiginosidad, se ha llegado al clímax del bailable.
La gran final: Se da la vuelta final, que va acorde a tres notas agudas, que rasgan vibrantes, en el que ella cae en los brazos de amado varón. Encerrándose aquí toda la expresión de amor y ternura del baile, que se expresa en arte a través de la autenticidad de la ejecución tanto del bailable y de la música. Los pasos considerados son cruces, zapateados, saltos y giros adornados de requiebros y miradas llenas de gozo y alegría.
La indumentaria
El vestuario de la mujer consta de una falda floreada de amplísimos vuelos de tela de algodón de popelina, adornada con listones en tonos contrastantes y colgados del lado izquierdo siete listones llamativos que representan las siete regiones del estado, blusa de manta con escote redondo y bordados de color en el cuello, las mangas y un pequeño peto que cuelga al frente, mascada de seda, fondo de manta, rebozo, huaraches de correa blanca propios de los mixtecos, el tocado es un par de trenzas con listones multicolores y un clavel rojo, collares y aretes, respectivamente.
El hombre porta calzón y camisa de manta, gabán (cotón) de lana terciada al hombro, huaraches de correa blanca, dos paliacates rojos, uno que usa en el cuello, el otro como ceñidor, sombrero de ala ancha y cuatro pedradas.
Este es el Jarabe Mixteco, orgullo y reliquia de los Huajuapenses, de los hombres de la tierra del sol, esencia de la gran Ñudee, los de ‘Siempre en las alturas’