Historia verdadera de un Crimen
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Historia verdadera de un Crimen

TIJUANA BC - domingo 7 de abril de 2019 - AFN.
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*.- El asesinato en Lomas Taurinas Vs. Netflix

POR: DORA ELENA CORTÉS JUÁREZ

TIJUANA BC 7 DE ABRIL DE 2019 (AFN).- Ni Federico Benítez López fue un súper policía (ni siquiera policía), ni Diana Laura Riojas visitó en lo que le restó de vida, Lomas Taurinas. Tampoco David Rubí Gómez fue un asistente burócrata como aparece en la serie de Netflix sobre el crimen de Luis Donaldo Colosio Murrieta (y hablamos en pasado porque nos referimos a su vida en activo como policía… éste sí), ni tampoco Yolanda Lázaro Garatachea, dirigente de vecinos en esa colonia fue la que encontró, ni mucho menos entregó, la otra bala que se localizó horas después en el escenario del crimen.

Ernesto Rubio Mendoza, un ex agente federal del grupo del comandante Raúl Loza Parra, sí fue asesinado en un taller mecánico de la zona norte de Tijuana, pero no fue descubierto en la posición en que se presenta en dicha serie, ni tampoco por el dúo Benítez-Rubí, y no fue Jesús Blancornelas codirector del semanario Zeta (ya finado) quien dio a conocer la existencia de este crimen, sino que la revelación la hicimos a través de las investigaciones de El Universal, el compañero (ya fallecido también) Manuel Cordero García, y una servidora, como coordinadora de corresponsales -en ese entonces- en Baja California.

Rubio Mendoza, se nos dijo, era del equipo del comandante de la Policía Federal en México, Raúl Loza Parra, quien aparece en toda la serie como un personaje sombrío y peligroso, y al ser enterados de ese crimen, obtuvimos las únicas fotografías del asesinado -que se conocieron públicamente- y en las que se le ve de perfil, recostada su cabeza sobre el asiento de una silla.

De igual manera revelamos las actitudes sospechosas en las que incurrió Jorge Antonio Sánchez Ortega, y dimos a conocer en su momento que era un agente del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) por lo que es incorrecto lo que se dice en la serie, en el sentido de que durante mucho tiempo se desconoció su identidad. ¡Ah! Y tampoco fueron Benítez López y David Rubí quienes le descubrieron.

A Sánchez Ortega no lo detuvo Benítez López como aparece en la serie, sino que éste fue descubierto y detenido, cuando parecía huir de la escena del crimen con su chamarra manchada de sangre, por el entonces jefe policiaco de la Delegación de Otay, Carlos Federico Torres Ramírez.

A 25 años de ese terrible crimen cometido en esta frontera, Netflix estrenó (un día antes de la conmemoración del hecho) la serie de 10 capítulos con duración indistinta, que van de los 32 a los 46 minutos, de la que hemos estado haciendo comparativos. Se trata de una novela policiaca, basada -según dicen- en hechos reales, con nombres verdaderos de algunos personajes que se incluyen en esta producción, mezclados con otros a los que sí se les modificó la identidad. Una serie, bien hecha -dicen los críticos- entretenida, para pasar el rato y hacer conjeturas, pero totalmente alejada de la realidad.

Ahora hablaré en primera persona para hacer más coloquial la narración, sobre todo ante las recurrentes preguntas de las nuevas generaciones en torno a que si lo que se dice en la serie fue “la verdadera historia”. Me tocó vivir todo ese episodio, desde el momento en que fui enterada del atentado, hasta dos años después en que estuvimos realizando investigaciones diarias.

Aquel 23 de marzo de 1994, estando frente a mi computadora en las oficinas que El Universal tenía en Tijuana, escribía las notas del día, consciente de que estaba en la ciudad el prácticamente seguro futuro presidente de la República, seguido de cerca por una gran cantidad de reporteros locales y nacionales, entre éstos los enviados por “mi periódico” como solemos decir en el gremio, al referirnos a nuestra fuente de trabajo

Una llamada telefónica después de las 5:00 de la tarde -tiempo local- llamó mi atención sobre lo ocurrido en Lomas Taurinas, sitio no programado en la agenda del candidato en Tijuana, ya que la persona al otro lado de la línea advertía que “le pegaron un palazo a Colosio”, que a las horas se transformó en “un balazo”, y mortal.

En los siguientes minutos, en tanto nos abocábamos con el personal local de la redacción a investigar los hechos, las llamadas no cesaron y empezaron los datos extraoficiales que hablaban de situaciones muy extrañas en esta etapa de la campaña, en tanto el resto de la prensa se concentraba en la situación del candidato, su muerte, la detención de quien luego se supo que fue identificado como Mario Aburto, y el traslado de víctima, y supuesto victimario, a la capital de la República, horas después.

Federico Benítez López, presentado en la serie como un “súper policía” que investiga los hechos ocurridos en torno a este atentado, y que finalmente muere como consecuencia de sus pesquisas cuando supuestamente se encontraría con Diana Laura Riojas de Colosio en el aeropuerto internacional, en la vida real era un hombre diametralmente opuesto al que se observa en esta producción, ya que era un abogado empresarial, siempre impecablemente vestido de traje, de carácter arrogante (sin ser esto una falta de respeto), enfrentado con la tropa, que no sabía nada de seguridad pública, ni mucho menos de actividades policiacas, pero que aceptó la dirección de la corporación, a invitación del entonces alcalde panista (hoy alejado de ese instituto político) Héctor Osuna Jaime, y convencido muy ingenuamente de que podría cambiar las cosas en esa materia y terminar con la corrupción.

Benítez López por dirigir la corporación municipal, no tenía (como no lo tienen ahora) facultades para investigar, así es que quedó totalmente al margen del caso, atraído desde un principio por la Procuraduría General de la República (PGR), a cuyas instalaciones en la zona Rio fue llevado el presunto asesino Mario Aburto Martínez, gracias a la intervención -aquí sí- del Grupo Táctico Especial de la policía local, al mando de David Rubí Gómez, quien todavía vive, y que durante su período como comandante de ese grupo, realizó operativos impactantes, en virtud de que él sí era policía de calle.

El abogado metido a jefe de seguridad, fue asesinado un mes después, cuando circulaba en su auto acompañado de su escolta Ramón Alarid Cárdenas, quien también resultó muerto, sobre la vía rápida poniente, muy cerca de las instalaciones de la Cruz Roja de Tijuana. Ahora un par de vialidades de la ciudad llevan sus nombres. Ambos fueron objeto de una emboscada, y efectivamente al tiempo fue señalado como relacionado con este crimen, el comandante Loza Parra. Su ejecución se vinculó con operativos que su policía hizo contra el narcotráfico.

Volviendo a lomas taurinas, y advertido de que un grupo no identificado se llevaba en el vehículo al joven señalado como el autor del atentado, Rubí Gómez no dudó ni un segundo para marcarle el alto al equipo del Estado Mayor Presidencial, que era el que trasladaba a Mario Aburto, para ordenarle que se identificara, y tras lograr eso (no sin antes cierta resistencia de los militares) instruirles también imperativo, que se dirigieran con su detenido a las instalaciones de la PGR, sin salirse “ni un centímetro” de la ruta, so pena de que sus agentes dispararían sobre ellos, tal y como les instruyó a los uniformados. David Rubí nunca actuó solo como lo sugiere la serie, ni mucho menos subió al vehículo manejado por el teniente coronel Federico Antonio Reynaldos del Pozo, integrante del Estado Mayor Presidencial.

Previo a la visita de Colosio Murrieta a Tijuana, efectivamente del Partido Revolucionario Institucional se informó a la policía local que se abstuvieran de presentarse en los eventos del candidato, argumentando que el Estado Mayor Presidencial -que supuestamente dio esa orden- se haría cargo. Nunca se dijo con ese tono de familiaridad, que “los tucanes” estarían al frente de la vigilancia, como si hablaran de un grupo de policías conocidos ampliamente en Tijuana.

El Grupo Tucán que significa “Todos Unidos contra Acción Nacional”, se formó a raíz de la llegada del PAN al gobierno de Baja California, las alcaldías y el Congreso, y para hacerles frente en esas elecciones federales, y se descubrió su existencia, cuando el 28 de marzo de 1994, en el diario nacional mencionado se publicó por primera vez, la serie de inconsistencias y hechos extraños que hasta hoy persisten, bajo el título establecido por el diario: “Colosio, víctima de un complot; detienen a un cómplice” con la firma de Dora Elena Cortés y Manuel Cordero García.

Informado el entonces gobernador de la entidad Ernesto Ruffo Appel por el presidente municipal Héctor Osuna Jaime de la extraña petición de no participar con seguridad, el mandatario estatal sugirió que estuvieran en las cercanías, y por lo tanto, el Grupo Táctico fue desplazado al área, lo mismo que elementos vestidos de civil. Tampoco se informó de manera pública que Colosio Murrieta visitaría esa colonia marginada, lo cual cayó de sorpresa a los reporteros que se percataron de que la comitiva del candidato iba a un sitio no definido previamente.

La prensa “nacional” -que normalmente acompaña estas comitivas- fue informada que el candidato iría a un evento “sin importancia”, prácticamente para hacer un “ajuste de tiempo”, por lo que los esperaban en los actos más importantes que tendrían lugar posteriormente en el Campestre, y en las Torres de Agua Caliente, con maestros, y un grupo de invitados selectos, respectivamente. Por esto, varios compañeros decidieron irse de compras a Estados Unidos y a comercios locales, y solamente se mantuvo un “Pool” de prensa que se acostumbraba, para que luego entre ellos se distribuyeran los datos y fotos de lo más importante ocurrido.

Tampoco es real que cuando Colosio llegó a Tijuana preguntó por “el oaxaquita” término discriminatorio que pretendieron pasar como familiar, en referencia a Othón Cortés Vázquez, presentado en su momento como “el segundo tirador” por la fiscalía de Pablo Chapa Bezanilla, señalando que siempre, lo recogía cuando visitaba la ciudad, cuando  la realidad es que -según las indagaciones que realizamos- Cortés Vázquez al que atendía durante sus estancias en esta frontera era al general Domiro García Reyes, encargado de la seguridad de Colosio Murrieta.

Yolanda Lázaro, una de las dirigentes de vecinos (junto con el también priísta Agustín Pérez Rivero) siempre manifestó (contrario a este último) sus dudas sobre lo ocurrido esa tarde en su zona de residencia, aunque no fue ella quien encontró y entregó la bala, que fue localizada en Lomas taurinas, horas después del crimen (y de la que oficialmente nunca se habló), sino que quien la recogió y resguardó por unas horas, al ser advertido por los asistentes de que este artefacto se encontraba ahí, fue el abogado Aarón Juárez Jiménez, quien murió en marzo de 1995, casi un año después, en un extraño accidente ocurrido cuando regresaba de una convención estatal del PRI celebrada en Mexicali. Uno de sus acompañantes que siguió en la política -y recientemente fue diputado local- Roberto Dávalos Flores desde entonces quedó en silla de ruedas.

La doctora Patricia Aubanel Riedel, cardióloga conocida; hija del primer alcalde de Tijuana -y tercer gobernador de la entidad- Gustavo Aubanel Vallejo, declaró en una entrevista radiofónica que el cuerpo de Luis Donaldo Colosio había recibido dos disparos de diferentes calibres, y un par de días después, en un lacónico mensaje, dijo no poder determinar esto por no ser especialista, y aunque no hay evidencias de que le hubiesen amenazado como se ve en la serie, sí corrió en ese tiempo el rumor de que “algo terrible pasó que la asustó” a tal grado que ya nunca más quiso hablar al respecto. Hasta la fecha.

La familia de Mario Aburto Martínez sí se asiló en Estados Unidos, específicamente en los Ángeles California, donde solamente los reporteros de Los Ángeles Times, Sebastián Rotela y Patrick Mc Donald, así como Manuel Cordero García, y quien esto escribe, logramos una entrevista en la que estuvieron ambos padres, y otras personas de su familia.

Según esto se ha dicho que ellos ya nunca hablaron con nadie de la prensa, sin embargo nosotros obtuvimos ese día una amplia entrevista, la primera y de hecho la única que se dio tras de que el 23 de mayo de 1994 (dos meses después del atentado), se “brincaron la línea” y solicitaron la protección del gobierno del vecino país. Lo que sí sucedió es que fueron acompañados por algunos reporteros que captaron la escena y la detención de estos por elementos de la Patrulla Fronteriza. En aquel país los esperaba el padre de Mario, de nombre Rubén Aburto Cortés, quien ya tenía algún tiempo residiendo ahí, por problemas con la Ley en México.

José Luis Aburto Martínez, entonces de 20 años de edad, sí aseguró haber sido golpeado salvajemente -y amedrentado- para que aceptara haber participado en el asesinato de Colosio junto con su hermano, e identificó como “el comandante Loza Parra” a quien supuestamente le puso una pistola en la boca y lo cacheteó para que aceptara que estuvo en la escena del crimen. Ahí mostraron unas armas de juguete, que afirman que son las que aparecen en unas fotografías confiscadas por la autoridad federal mexicana, para asegurar que eran una familia peligrosa.

Manlio Fabio Beltrones Rivera, entonces gobernador del Estado vecino de Sonora, sí se entrevistó con Mario Aburto Martínez, pero lo hizo dentro de las instalaciones de la Procuraduría General de la República, y según los informes policiacos de esa época, su grupo especial de investigadores, al mando de Armando López Ferreiro (a) “El Belio”, quien fungía como su jefe de seguridad, sacó durante unas horas al presunto asesino para llevarlo a interrogar a una casa en Playas de Tijuana, que en su momento se dijo que era propiedad de Roberto  el hermano del ex gobernador, quien también ya falleció en fechas recientes como consecuencia de una enfermedad.

En nuestra nota informativa del 28 de marzo de 1994, consignamos por primera vez que el entonces coordinador de la campaña presidencial, Ernesto Zedillo Ponce de León no acompañó al candidato en esta etapa de la gira, y revelamos algunos comentarios políticos que implicaban al entonces poderoso asesor del presidente Carlos Salinas de Gortari, el francés Joseph Marie (José María)  Córdoba Montoya, quien sin mayor explicación pública fue exiliado del país como se consigna en la serie. Y efectivamente también, Zedillo Ponce de León, muy cercano e influenciado por el ex asesor, se convirtió en presidente de la República.

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