Lo que llevamos de 2017 ha acabado por colocar a las criptomonedas en el centro de todas las discusiones que tienen lugar en el sector financiero. La extrema fortaleza mostrada por el Bitcoin tras el fork (la ausencia de consenso entre dos de los estamentos más importantes de Bitcoin y que acabó por provocar la escisión del Bitcoin Cash), el auge de otras alternativas en el mercado como el Ethereum o el Litecoin y la gran volatilidad que, en general, han presentado todas las criptodivisas han hecho que ya pocos puedan ignorar este incipiente mercado.
De cara al curso económico 2018, muchos hablan ya del que puede ser el año definitivo para la explosión de las monedas electrónicas. Durante este mes, el Bitcoin ha llegado a cotizar por encima de los 4.000 dólares norteamericanos, y éste es tan solo uno de los datos que invita a cierto optimismo respecto al futuro del sector. Sin embargo, para despejar cualquier duda acerca de este porvenir, las criptodivisas necesitan resolver ciertos problemas a los que tienen que hacer frente ya si quieren confirmarse definitivamente en 2018.
Los puntos a favor
Más allá de unos precios disparados y por las nubes, hay otros elementos que nos pueden invitar a la esperanza con las criptodivisas. Lo primero es que, cada vez más, el ciudadano común se está acostumbrando a su presencia en la vida diaria. Si son capaces de seguir por ese camino, las monedas electrónicas tendrán una oportunidad muy importante de, en un futuro no muy lejano, conquistar el gran mercado.
Además, otro factor que juega a favor de las criptomonedas, especialmente del Bitcoin, es que se están ganando un buen cartel como nuevo valor refugio de los mercados financieros. Una especie de oro del siglo XXI, que le aporta a las nuevas monedas un valor añadido muy importante.
Ambas razones son, quizás, los principales argumentos para creer en un futuro muy positivo para todo el sector. Sin embargo, también hay factores negativos a tener en cuenta, y que lastran de forma importante el, pese a todo, meteórico ascenso de las criptomonedas.
Extrema volatilidad, menor confianza
Uno de los mayores factores que juegan en contra de la estabilización de las criptodivisas como valores refugio y que puede pasarle una mayor factura a un posible futuro como moneda de uso común es su gran volatilidad. El Bitcoin ha vivido jornadas en las que su valor ha subido (o caído) alrededor de un 100% de su valor, y esto, obviamente, no es la mejor cara de presentación de cara a los inversores.
Si las criptodivisas se quieren asentar en el sector financiero por completo, primero deberían pulir este rasgo de su carácter. De otra manera, la confianza de muchos actores financieros va a seguir teniendo un punto de precaución que no le viene nada bien.
Pese a todo, lo cierto es que la propia naturaleza de la mayoría de las criptodivisas juega en contra de la estabilidad. Ya solo el hecho de que sean monedas descentralizadas, sin un organismo central que las gobierne, ciertamente no ayuda mucho en este sentido.
Adiós a la burbuja
Un poco en la misma línea que el punto anterior está la necesidad del sector de las criptomonedas de acabar con el ‘fantasma de la burbuja’. Han sido muchas las burbujas financieras que han provocado grandes desastres en el mundo de la inversión (la de las puntocom, en el 2000, sin ir más lejos) y, lo cierto es, las criptodivisas tienen ciertas características que invitan a pensar que su auge podría tratarse de una burbuja.
Además de su gran volatilidad, el hecho de que todavía no cuenten con una aplicación práctica y segura en el ‘mundo real’ es el factor que más puede influir en que se conciba todo su crecimiento como una burbuja.
Cuantas menos polémicas, mejor
Durante 2017, el Bitcoin se ha visto envuelto en ciertas polémicas que han asociado su nombre, y el del resto de las criptomonedas, a casos que aportan una imagen muy poco positiva. El caso de los secuestros electrónicos que exigían rescates que se debían pagar en Bitcoins o el hecho de que el régimen dictatorial de Corea del Norte haya mostrado su interés en la moneda, han sido factores muy negativos para la imagen de las monedas electrónicas.
Obviamente, el anonimato total que ofrece el Bitcoin a sus usuarios es una de las claves para que la criptomoneda se utilice con estos fines. Aunque otras partes de su compleja estructura son de las mayores razones para confiar en su futuro (como, por ejemplo, el hecho de que cada transacción puede ser rastreada), lo cierto es que algunas de sus características, como esta del anonimato, juegan a veces en su contra.
Una mejor accesibilidad
Por último, quizás lo que más echan en falta las divisas electrónicas a día de hoy es una mayor cercanía con el público en general, una forma a través de la que se pueda operar con criptomonedas de manera sencilla y más accesible. Es decir, que estas monedas se vayan convirtiendo poco a poco en un elemento presente en todas las capas de la sociedad.
En un intento por dar este paso, por ejemplo, el Litecoin creó un sistema con más unidades que su principal competidor, el Bitcoin, y con un método de proceso mucho más rápido, buscando esa mejor adaptación a las compras diarias de cualquier ciudadano.
Y es que queda claro que es ahí, en el global de la sociedad, donde las criptodivisas tienen que librar su principal batalla. El año que consigan que la mayoría de personas dejen de cargar con billetes y monedas para pagar con Bitcoins —o Litecoins, Ethers, Bitcoin Cash, etc—, ese, seguro, será el año de las criptodivisas.
Pronóstico de cara al año que viene
Juntando todo esto, y si nos ceñimos al futuro del Bitcoin y demás compañeros de cara al año 2018, lo cierto es que es fácil augurar un año ciertamente positivo, aunque es probable que no sea el ‘año definitivo’ para la consolidación del mercado en todos los ámbitos sociales.
Pulir aristas como la volatilidad, la confianza de una mayor parte de la sociedad y las polémicas que rodean al sector es cuestión de tiempo, y es probable que no todas se solucionen en cuestión de 15 meses.
Por otra parte, seguro que, a día de hoy, son pocos los que se atreven a apostar contra las divisas electrónicas. Así como su explosión definitiva puede no darse en 2018, también es poco probable que podamos ver un retroceso importante en su precio. Fuera de su ya conocida volatilidad, todo apunta a que el año que viene la dirección general del sector seguirá siendo alcista.