Usted y el cielo pueden hacer una diferencia
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Usted y el cielo pueden hacer una diferencia

Mexico - lunes 12 de diciembre de 2016 - ComPubMex.
1960

Bob Cummings

Nuestros corazones se sienten afligidos al pensar en todas las personas afectadas por actos de violencia. Se necesitan más cualidades celestiales en la tierra para desplazar lo que para algunos debe parecer el infierno. Usted y yo podemos hacer una diferencia.

Este año, en la Conferencia Anual Foglio sobre Espiritualidad y Medicina de la Universidad Estatal de Michigan, tuve el privilegio de conocer al Padre Jake Foglio, sacerdote católico que trabajó en Kalamazoo, Jackson, Flint, Fenton e East Lansing, y fue capellán del equipo de fútbol americano de dicha universidad hace algunos años. Me pareció un hombre extraordinariamente humilde y amable.

Conocer a “Jake” me recordó algo que el escritor Bob Goff dijo en el Desayuno de Oración Comunitaria de Battle Creek el año pasado: “Queremos que la gente que se encuentre con nosotros sienta como si hubiera llegado al cielo”. Y me pregunté cómo sería el mundo si fuéramos todos un poco más humildes y amables.

Aunque muchas personas consideran que el cielo es un lugar futuro y remoto, el cielo puede verse como un estado de pensamiento que experimenta armonía y felicidad espirituales porque está gobernado por el Espíritu divino, aquí y en el más allá.

Jesús enseñó a sus discípulos a orar: “...Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Y también dijo: “...el reino de Dios está dentro de vosotros”.

Me pregunté: “¿Reina la bondad divina en mi pensamiento y en mis acciones? ¿Sentirán las personas que se encuentran conmigo como si hubieran hallado una expresión individual del cielo?”

Esto no tiene por qué parecer algo trivial o insignificante. Pensemos en una prueba para medir la alcalinidad del agua de una piscina. Llenamos un tubo de ensayo con agua de la piscina y le agregamos gotas de dos agentes, lo que le da al agua un tinte violáceo. Luego agregamos gotas de un tercer agente, contando las gotas. Cuando el agua vuelve a estar clara, el número de la última gota nos da el coeficiente de alcalinidad.

Quizás sea el niño que llevo dentro, pero a mí siempre me gusta ver cuando el agua se torna clara con esa última gota. Obviamente, la última gota no causa todo el cambio. Cada gota contribuye proporcionalmente al cambio, neutralizando los otros agentes presentes en el agua.

En la medida en que nuestros corazones y mentes se llenan de bondad y amor, el estado de nuestro pensamiento se asemeja a lo Divino, y esto neutraliza en cierta medida el mal en el mundo. Pablo dijo: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal”. (Romanos 12:21)

Recientemente, cuando integrantes de la organización "Black Lives Matter" (La vida de la gente de color importa) protestaban en Dallas, e integrantes de la organización "All Lives Matter" (Todas las vidas importan) realizaban una contraprotesta, en vez de enfrentarse, los miembros de ambos grupos se reunieron y se abrazaron unos a otros. En lugar de estallar la violencia, “estalló” la paz. Fue como si muchas “gotas” individuales mejoraran un poco las cosas aquí en la tierra.

Es cierto que una gota no va a aclararlo todo y hasta quizás parezca tener poco efecto. Pero contribuirá a que se produzca el cambio que se necesita, hasta que caiga la última gota.

La teóloga cristiana Mary Baker Eddy escribió: “Dejemos que el altruismo, la bondad, la misericordia, la justicia, la salud, la santidad, el amor –el reino de los cielos– reinen en nosotros, y el pecado, la enfermedad y la muerte disminuirán hasta que finalmente desaparezcan”.

Bob Cummings es Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana en Michigan, y escribe sobre espiritualidad y salud.

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