MÉXICO 12 DE SEPTIEMBRE 2016 (ComPubMex).- Cuando se atraviesa por una enfermedad diagnosticada como incurable y sin esperanza de vida, muchas personas recurren a lo que para ellos es la última opción a escoger: la curación basada en la espiritualidad.
La espiritualidad que conozco y vivo tiene su fundamento en el Amor divino, Dios, que es Vida y que ama a todos con un amor invariable, inmutable y permanente.
Toda experiencia nos enseña y nos hace más fuertes ante las adversidades.
Un ejemplo es la historia de Ireno. A él le diagnosticaron cáncer a los pulmones y al mismo tiempo le aparecieron problemas al estómago que le impedía comer llegando a pesar hasta 38 kilos. Los dolores que sentía eran muy difíciles de sobrellevar. Se sometió a diversos tratamientos médicos, y en su búsqueda de curación acudió a otros especialistas médicos del extranjero, quienes ratificaron su condición dándole 5 meses de vida.
Cuando todo parecía acabarse para Ireno, recibió la visita de una amiga quien le sugirió que probara la curación espiritual y le obsequió una Revista El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Esta revista fue establecida por Mary Baker Eddy y contiene testimonios de curación y artículos sobre salud y espiritualidad.
Más adelante, con el apoyo de un profesional de la Ciencia Cristiana y con el estudio constante de la Biblia y del libro Ciencia y Salud, escrito por Eddy, su comprensión del hombre creado a imagen y semejanza de Dios, se hicieron evidentes en su pensamiento.
Los meses siguientes se sucedieron como un despertar para Ireno: “Fue algo vital, me sentí amado de Dios, una alegría, un amor que me invadía totalmente, es el amor que proviene de Dios y que sana.” Dice con inmensa gratitud.
La manera de ver la vida cambió para mejor para él, y ¿qué fue lo que cambió en su pensamiento?
Eliminar el temor y las preocupaciones de un futuro incierto fueron muy importantes en su travesía a la curación. Volverse consciente de la totalidad de un Amor profundo, algo que jamás había experimentado en su vida y principalmente descubrir que no estaba solo y que el Amor divino, el bien, lo envolvía completamente.
Lo mejor de todo fue que expresaba alegría por vivir, generosidad y sin temor al mañana. Este nuevo conocimiento se hizo más perceptible para él, entendió que todo lo bueno y armonioso procede de lo divino y que el hombre es parte de esa creación inalterable, perfecta, saludable y que es posible ahora.
Al fin de los 2 meses siguientes, Ireno estaba completamente sano.
Los análisis médicos que le practicaron después arrojaron negativo, sin ningún rastro de la enfermedad.
Eso sucedió hace 25 años y desde allí hasta ahora Ireno continúa totalmente sano, alegre por la vida, compartiendo su experiencia y sin ningún síntoma de cáncer.
Un salmo que muestra la Omnipresencia divina dice: “A dónde me iré de tu Espíritu? ¿A dónde huiré de tu presencia? ... Si tomare las alas del Alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra”.
Es alentador encontrarnos con historias como esta, porque en la actualidad muchas personas buscan alternativas para una vida con salud y bienestar permanente.
Tomar tal actitud espiritual, que conduce a la curación, exige algo de nosotros mismos, o sea, aprender a cambiar nuestra antigua manera de pensar y ponerla de acuerdo con el Amor divino, con lo perfecto y verdadero.
Al comprender que somos la expresión del Amor, que es Dios, dejamos que nuestra vida exprese esta naturaleza espiritual. Esta comprensión absoluta y sin reservas es lo que produce la curación.