MÉXICO 20 DE JUNIO DE 2016 (ComPubMex).- Al ver parte de la serie de televisión Rey David, sobre todo el primer capítulo cuando este, el pastor de las ovejas, es elegido para ser el nuevo rey de Israel, me hizo pensar en las cualidades que tenía éste versus Saúl.
La humildad, capacidad de servir, mansedumbre, honestidad, integridad y no su condición física, fue lo que apareció a la vista del profeta Samuel, quien escuchando a Dios, ungió a David como Rey.
Las intenciones del corazón, los pensamientos rectos le dieron el merecido reconocimiento y la vanagloria y egocentrismo del rey Saúl encabezaron su destierro.
En aquella época el profeta o vidente espiritual, en este caso Samuel, manifestaba su autoridad con su espiritualidad y, por otro lado, él percibía la conexión que tenía el rey con Dios, conexión que se manifestaba en un corazón humilde, atento a los pensamientos y voluntad divina, cualidades que iban más allá de sus atributos físicos, intelectuales o de los intereses personales y que el rey Saúl dejó de expresar.
Reflexionando sobre las autoridades y ciudadanos en México, vemos que la corrupción y el actuar sin ética de algunos, ha creado un ambiente de desconfianza y decepción además de la indignación de muchos.
La buena noticia es que a lo largo de la historia se ha visto y comprobado que el mal uso del poder, las equivocaciones y errores cometidos salen a flote y caen de su supuesta gloria. En cambio el actuar con integridad, transparencia y ética que vela por el bien común, prevalece y ejerce el poder obteniendo el reconocimiento merecido.
Un ejemplo de esto es Ernesto Ibarra, un acomodador de autos, quien encontró una importante suma de dinero en una de las calles de Curicó, en Chile, y cuando la dueña le preguntó si había visto algo, él le devolvió el dinero. El valor de este hecho va más allá del acto, para mí lo que él dijo después en una entrevista es invaluable: “quedo con el corazón tan contento cuando entrego las cosas.” Ese sentir en su corazón es lo que perdurará por siempre y es lo que hace que se sienta con la conciencia limpia. Ernesto valora su integridad y la cuida.
El mayor trofeo en la vida es sentir amor y que los actos sean una muestra de éste; más empatía y menos burocracia. Cultivar pensamientos honestos e íntegros son determinantes para la toma de buenas decisiones y además enaltece, dignifica y eleva la conducta de cada ciudadano.