Palco de Prensa
Por: Gilberto LAVENANT

Lo que se temía, ocurrió ayer. El llamado primer debate entre los candidatos presidenciales, terminó siendo un batidero. El batidero presidencial, podría llamársele. Como ocurre en las luchas en el lodo, o menos peor, en las peleas “valetodo”. Los candidatos no se dieron con el balde, porque no llevaban. Solo eso les faltó.

No hubo ganadores. Si alguien se atreve a decir que ganó su candidato, pues miente. Empezareon limitados bajo un marco rígido de tiempos y después les valió. Si alguien hubiera anunciado, con casi plena certeza, que eso iba a ocurrir, muchos hubieran optado por ver el partido de futbol de la discordia.

Ahora que a muchos mexicanos les gustan los escándalos. Desde ese punto de vista, seguramente quedaron complacidos al observar cómo se lanzaban acusaciones y señalamientos en forma directa, saliéndose del formato impuesto por el IFE. Poco faltó para que se agarraran de las greñas.

El candidato priísta, Enrique Peña Nieto, sabía que iba a estar a dos fuegos en los ataques, como ocurrió. Por un lado la candidata panista Josefina Vázquez Mota. Dicho con todo respeto, lanzó más veneno que una víbora de cascabel. Por el otro, el candidato de las izquierdas, olvidó su filosofía amorosa, para lanzarse con todo contra el mexiquense.

En el periódico La Jornada se señala que Vázquez Mota se destacó en el debate por lanzar múltiples ataques en contra de Enrique Peña Nieto. En su mayoría, haciendo señalamientos relativos a su administración como Gobernador del Estado de México.

Apunta la crónica de La Jornada que al iniciar el encuentro, Josefina se autodefinió como una candidata “diferente porque es honesta” y se ofreció a trabajar, de llegar a Los Pinos, por un México unido, con educación y paz.

Empero señala que después de eso, la panista emprendió una ofensiva constante contra Peña Nieto, de quien dijo que como gobernante del Estado de México, el priísta falló, además de que aseguró que el priísta miente sobre los supuestos logros de su gestión, que dejó una entidad con alta corrupción y que la Procuraduría de Justicia de dicha entidad, tuvo una actuación que horroriza.

Como en los pleitos callejeros. Luego de los ataques de Vázquez Mota contra Peña Nieto, seguía el candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, en el mismo sentido, aunque tenía para ambos, o sea para Enrique y Josefina, pues señaló que ambos representan más de lo mismo.

Por cuanto hace a propuestas, sí las hicieron, de manera genérica la mayoría de ellas, a base de manifestar buenas intenciones, pero éstas se perdieron entre la andanada de ataques. Peña Nieto, obviamente, no puso “la otra mejilla”, sino que se defendió lanzando ataques a sus dos rivales. Después de todo, demostró a AMPLO que si articula frases. Se defendió.

Andrés Manuel dijo que el PRI es igual a Santa Anna, el gobernante mexicano que cedió la mitad del territorio mexicano a Estados Unidos y aseguró que el regreso del PRI representaría la misma etapa histórica del dictador Antonio de Santa Anna en el Siglo XIX.

Luego manifestó que el grupo que apoya al priísta, lo hace porque quieren seguir con la política del pillaje, es decir, hacer negocios al amparo del presupuesto. Además le refirió a Peña Nieto que es sobrino de Arturo Montiel, exgobernador del Estado de México, acusado de corrupción y dijo que no hizo nada para fincarle responsabilidades.

En respuesta, Peña Nieto le recordó casos de perredistas, quienes durante ls gestión de López Obrador al frente del gobierno del Distrito Federal, fueron exhibidos cometiendo actos de corrupción. El candidato de las izquierdas trató de minimizarlo, diciendo que tales individuos habían sido procesados y enviados a prisión.

En cada intervención, utilizaban casi el 50 % del tiempo en ataques y denostaciones mútuas. Y quedó claro que iban preparados para eso, pues pretendiendo acreditar actos de corrupción, exhibían fotografías de sus rivales en compañía de políticos acusados de deshonestos, así como impresos.

Podría decirse que el que salió mejor librado y que prácticamente ganó el debate, fue el candidato del Panal, Gabriel Quadri, pues no le entró a la guerra de descalificaciones y acusaciones. Incluso se dolió de que los políticos, sus rivales, en lugar de interesarse por responder las preguntas que se les hacían o plantear sus propuestas, se dedicaban a descalificarse y a hacerse acusaciones mútuas.

Quadri presumió que él era ciudadano, no político y que le preocupaba que mejoraran las condiciones del país, que se aprovecharan sus recursos naturales. Se pronunció a favor de abrir Pemex a la inversión privada, en lo que coincidieron al menos Vázquez Mota y Peña Nieto, en base a lo cual dijo que le copiaban sus propuestas.

Sí hubo cosas rescatables, de las intervenciones de los candidatos, pero este primer debate presidencial será recordado por el batidero que hicieron. Este antecedente indica que el segundo debate, será más de lo mismo y que habrá quienes deseen observarlo, por morbo o por mera curiosidad, pero no tanto para saber cómo piensan gobernar a México los cuatro candidatos presidenciales y en base a esto, razonar su voto el 1 de julio.

Lo que también quedó claro, es que la política mexicana es de muy bajo nivel. Lo de anoche no fue propiamente un debate, pues aún cuando se estableció el esquema para ello, al final de cuentas resultó ser un cochinero. Dicho de otra forma, no fue un debate, formalmente hablando, sino un batidero. Eventos como este, no fortalecen la vida cívica de los mexicanos. La denigran. Mejor hubiera visto el partido de futbol.

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