Bustamante... escurridizo efecto de la carambola política
Eugenio Carrasco Casillas
No deseamos un príncipe soberano para gobernar, mandar o dirigir los destinos de nuestra población. Tijuana es una ciudad, no es un lugar para ser conducido por un monarca. El presidente municipal de Tijuana debe cambiar ya su desordenado proceder y ajustar sus acciones para que resulten rectas, ante una colectividad qué así lo exige. Debe limitarse a informar, declarar o referir, profesar o ejercer proyectos recluidos dentro de límites. Por excelencia, Carlos Walterio Bustamante no es el acto misterioso de haber tomado carne humana el Verbo Divino en el seno de la Virgen María. Bustamante, no es la personificación, re-presentación o símbolo del tijuanense. Él vive placenteramente en San Diego, California. No es el símbolo de unidad, más que en aquellos eventos internacionales en donde formalmente asume la re-presentación de Tijuana con su amigo Jerry Sanders, el alcalde sandieguino, en los restaurantes finos de la bahía. Cuando ordena sin autorización del Cabildo la demolición de un edificio histórico, cuando firma un tratado de licitación para la venta del edificio de La Ocho -no cuando lo negocia- representa a los ciudadanos tijuanenses. Cuando recibe las innumerables protestas y las demandas de los ciudadanos representa al XX Ayuntamiento de Tijuana. Por eso me parece absurdo que Bustamante Anchondo se comporte como empresario titular del XX Ayuntamiento de Tijuana en el proceso de sus funciones. Su actitud es reprochada todos los días, constantemente, y se repite, repite y repite por todos lados. Que el alcalde deje de actuar como si fuera dueño de la presidencia municipal y se comporte como presidente municipal, dice el ciudadano común.
¿Cuántas veces habremos escuchado esa expresión? Pero no entiende, no entiende, no entiende. Por supuesto, no tiene derecho de tomar decisiones en beneficio de sus intereses personales y de sus familiares, mucho menos emplear las tijeras del Ayuntamiento para castigar a sus adversarios, como a miembros de la familia Whebe Dipp. La mayoría de los ciudadanos tijuanenses critican severamente las decisiones de Carlos Bustamante Anchondo, su estilo, los pésimos resultados de su gestión y, sus amigos, se han distanciado de él. ¿Estará dispuesto el PRI a tratar de corregir a Carlos Walterio y cancelar cualquier crítica a su gestión en tiempos de elecciones, porque el presidente Bustamante no abona nada bueno para la unidad de su partido en tiempos electorales? Representa exactamente lo contrario: división y centro de discordia. Dos cosas poco comunes y muy delicadas cuan-do se trata ganar elecciones en cualquier ciudad. Sin embargo, ahí está Bustamante como monarca, como escurridizo efecto negativo de la carambola política, que nos llegó del otro lado de la frontera para tomar el poder y no poder.
¨FRASE DESTACADA¨
El presidente Bustamante no abona en nada a su partido en tiempos electorales, sino todo lo contrario
El poder, droga venenosa Eugenio Carrasco Casillas
Observo a personas -como Ernesto Ruffo Appel, Víctor Hermosillo, y algunos más- que sin ninguna necesidad de complicarse la existencia -y aun así- asumen nuevamente un reto, tal como lo llama: el de convertirse a candidato a Senador por el Partido Acción Nacional (PAN), un oficio agotador y sobre todo peligroso. Digo peligroso porque se corren muchos riesgos, iniciando por el síndrome del egocentrismo del que casi ningún político se escapa; hay quien relaciona esta enfermedad con la adicción a una droga venenosa. Si sólo volteamos a nuestro alrededor o revisamos un poco nuestra historia, visualizaremos innumerables ejemplos de políticos que sólo han medido su éxito en términos de la alabanza que les rinde el pueblo; los hemos visto invadidos -sobre todo del cerebro- por la incurable enfermedad que se llama poder.
Lo único que les interesa son las medallas y los créditos a su favor. Además, como es el caso reciente del alcalde de Tijuana, Carlos Walterio Bustamante, para cuando menos se acuerdan, ya los sedujo la fama, la lana y "la dama". Día a día se apropian de más y más posesiones como la propiedad de la antigua Comandancia de Policía y todo el conjunto de edificios históricos de "La Ocho", se les olvida que eso significa robar. Sus subordinados como Antonio Cano Jiménez, Coordinador de Gabinete del 20 Ayuntamiento, jamás los contradicen, al contrario, les velan el pensamiento; el grupo de sus más cercanos colaboradores degenera en puros cortesanos y los verdaderamente sinceros como Raymundo Arnaiz, optan por tomar otro camino.
El esquema se parece al de Egipto con los faraones, o a la Francia de los Luises. El poder es un cruel y distorsionado espejismo, engaña a quien lo vive. Fíjese usted, si analizamos algunos de nuestros mandatarios, concluimos que ni siquiera fueron capaces de tratar amorosamente a sus seres más queridos -esposas-; entonces, ¿dónde está el sentido de humanidad? El egocéntrico como Alberto Capella, secretario de Seguridad Pública Municipal de Tijuana, vive para su imagen. Capella no acepta sus limitaciones, para él lo importante es ofrecer una imagen de "Superman".
Algún día leí, o escuché, que cuando hablamos de ese ego destructivo es importante recordar la leyenda del Cid, ese guerrero medieval que confundió su ego inflado con la causa por la que combatía, es más, hasta llegó a pensar que su gente no podría vencer ninguna batalla si no iba él al frente. El verdadero poder es de otro tipo, proviene de adentro, del espíritu, si se cultiva no se pierde porque se lleva consigo las 24 horas del día, y en cualquier sitio que nos encontremos. Este poder no abandona. Son muy pocas las superestrellas que tienen sus pies en la tierra. La fama engendra fama y, a poco, las superestrellas se ven arrastradas por sí mismas.
Entonces se desconectan y se destruyen. El líder no arrebata éxitos, porque no necesita de la fama. Un ego moderado demuestra sabiduría. Sin embargo, han sido los poderosos egocéntricos -superestrellas- los que han llevado a ésta, nuestra ciudad, a las protestas, la austeridad y las demandas.
¨FRASE DESTACADA¨
Aplaudo a los seres humanos que saben comprometerse con los desafíos que
les va presentando la vida