TIJUANA, BC. 20 DE JULIO DE 2011 (AFN).-
*.- ¡Vámonos al mono! con el papá de La Leona
Por: Manuel Villegas
El sábado 7 de julio de 1951 a las 8:30 de la noche, dos mil 500 tijuanenses pagaron 35 pesos con 20 centavos y se fueron “al mono” en compañía del padre de La Leona.
Al iniciar la década de los cincuentas en Tijuana, época en la cual los lodazales y la falta de transporte público aún era epidemia en las calles, las tardes y las noches de los fines de semana era casi obligatorio asistir al único atractivo familiar que se disfruta cuando las luces se apagan: El cine.
“¡Vámonos al mono!”, era la frase de rigor entre la chamacada, quienes con unos 15 centavos de dólar, o bien con sus 5 o 10 pesotes “en plata”, se escapaban de las escuelas e iban a gozar del séptimo arte, de las palomitas y las sodas, en cualquiera de las salas que había entonces en la ciudad como eran el “Maya”, el “Cinelandia” del Mercado El Popo, o en el “Teatro Zaragoza”, todos en la zona Centro.
Esta industria de las grandes marquesinas, a falta de televisión y otros distractores, permitía que los tijuanenses de entonces olvidaran poco a poco la incertidumbre que en la década anterior dominaron esta frontera durante la Segunda Guerra Mundial.
De hecho, cines y bares y restaurantes de la ciudad en los 40´s y 50´s eran punto de esparcimiento importante también para los miles de ex combatientes que de las bases militares californianas cruzaban en busca de recreación y olvido, con lo que floreció más el turismo y que será motivo de otro capítulo para narrar próximamente en Tijuana Fauna.
De regreso “al mono”, en aquel inolvidable sábado 7 de julio de 1951 se inauguró oficialmente en esta ciudad el Cine Bujazán, mismo que fue considerado entonces y por muchos años como “el más grande”, “soberbio”, “elegante” y “de mayor categoría” de todo el País.
Con lujo de detalles, igual y como ocurre actualmente con la Internet y la tevé digital que nos informan que los Talibanes desmienten la muerte de Bin Laden, de políticos italianos y franceses en líos de faldas, que Bill Gates reinventará los inodoros, de las andanzas del secretario de seguridad bajacaliforniano en Israel, y de los pormenores de un “megacultivo” de marihuana en Ensenada; así la prensa local informó hace 60 años de la apertura de un nuevo cine en el 1313 de la avenida B, hoy Constitución.
Dos años antes había iniciado la construcción de la mano visionaria y la inversión del empresario de origen libanés don Miguel Bujazán Petro, quien contrató al ingeniero civil José Alonso Estrada y desembolsó 3.5 millones de pesos de entonces para que Tijuana contara con un cine que rivalizara en grandeza, opulencia y adelantos técnicos similares en proyección y sonido a los de Estados Unidos.
Las ruedas de la maquinaria de las relaciones públicas empezaron a funcionar cinco días antes con la preventa de boletos “a precios accesibles”, aunque fue la única ocasión que cobraron 35 pesos con 20 centavos.
De acuerdo con los reportes periodísticos de la época, las localidades numeradas y para el anfiteatro general literalmente “volaron” entre los alborotados ciudadanos. Eso ya no lo vemos en la actualidad, salvo en contadas presentaciones y conciertos masivos, pero no en funciones de cine.
Hubo además una conferencia de prensa previa en la cual los periodistas y directivos de impresos y radio recorrieron el sitio admirando el espacioso salón-teatro, la enorme dulcería, alfombras importadas y finísimos acabados, además de admirar la arquitectura estilo “Art Decó” y el diseño de la taquilla que años después merecieron al Bujazán ser incluido en la lista de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Para la inauguración, la compañía Cines Bujazán S.A. contrató a un maestro de ceremonias de lujo: Al animador, locutor y artista de teatro, cine y radio, Alfonso “Poncho” D´Alessio, quien tres años después se convertiría en el feliz padre de una niña a quien llamó Guadalupe Contreras Ramos, misma a su vez y con el tiempo adquiriría el nombre artístico de Lupita D´Alessio y el apodo de “La Leona Dormida”.
El atractivo de esa noche, además de la presentación y asistencia como invitados de grandes artistas de la época como Fernando Soler, Pedro Vargas, Ernesto Alonso, Libertad Lamarque, Miroslava y Sofía Álvarez, entre varios más, fue la premier de la película “Deseada”, que filmaron ese año Dolores del Río y Jorge Mistral.
De esa forma pasó el tiempo y fue el Bujazán escenario de la transición del cine de blanco y negro al color, de las cintas de mariachis y las comedias blancas a las rumberas y el albur, de los luchadores a las bellas de noche, del cinemascope al sonido envolvente, y de las matinés y obras de teatro a las tomas de protesta e informes de gobierno, graduaciones, fiestas del día de las madres, veladas literarias y conciertos.
Ya en manos de la paraestatal Compañía Operadora de Teatros (Cotsa), todo acabó en 1994 cuando un incendio arrasó el inmueble, consumió el techo en su totalidad y dio fin a medio siglo de historia de leyendas y entretenimiento popular.
Intentos hubo, y hay, de rescatar el viejo edificio donde aún permanecen la fachada y las taquillas originales, taquillas donde las boleteras “se sentaban muy emperifolladas, súper maquilladas y con la boca rojo pitahaya” a vender los boletos para la función doble o triple, según las referencias de tijuanenses adoradores del viejo cine.
Entre las ruinas del edificio, rebautizado en las últimas dos décadas como “Multikulti”, “Planeta Tijuana” y “Club Lobby”, en su enorme teatro al aire libre se han realizado conciertos de rock, presentaciones de “diyeis”, exposiciones fotográficas, una reunión nacional “zapatista”, espectáculos con artistas de talla internacional y de renombre local… y hasta una gran fiesta de políticos azules.
60 años y dos semanas después de tan inolvidable velada, el fallecido empresario Miguel Bujazán está inmortalizado en bronce y su busto es parte de la galería de “Forjadores de Tijuana”, pero aún viven cientos de tijuanenses que recuerdan como si fuera ayer la noche en que pagaron 35 pesos con veinte centavos para “ir al mono” con el padre de La Leona.
NOTA: El recorte periodístico de la fotografía corresponde a las publicaciones que circularon en la prensa estatal y regional en la semana previa a la inauguración del Bujazán en julio de 1951. La foto del interior del cine está disponible en diversos portales de Internet.
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