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¿Cuándo publicarán las convocatorias para la elección de los reyes adultos e infantiles del Carnaval de Ensenada 2026?
ENSENADA 27 DICIEMBRE 2025.- Mañana domingo es 28 de diciembre, fecha tradicional para caer en bromas, noticias falsas y promesas que nunca se cumplen. En Ensenada, sin embargo, el calendario parece haberse quedado detenido en esta celebración. Aquí, creerles a las autoridades cuando hablan de infraestructura es un acto de fe digno de canonización… o de ingenuidad.
Empecemos por el agua, ese recurso mítico del que todos hablan y pocos ven. A los ensenadenses se nos repite, sexenio tras sexenio, que ahora sí se resolvió el problema: que la desaladora, que la ampliación de redes, que la inversión histórica. La realidad es menos festiva. Colonias enteras siguen viviendo con tandeos, fugas visibles corren como ríos urbanos y el futuro hídrico continúa dependiendo más del discurso que de la planeación. Pensar que el problema está resuelto es, claramente, una broma del Día de los Inocentes.
Luego están las calles. Ensenada presume ser destino turístico, capital del vino y orgullo del Pacífico, pero basta manejar cinco minutos para recordar que aquí el asfalto es opcional. Baches profundos, vialidades colapsadas y accesos estratégicos convertidos en obstáculos cotidianos. Cada parche se anuncia como solución definitiva y cada lluvia demuestra lo contrario. La ciudad necesita una rehabilitación real de vialidades, no maquillaje de temporada.
Los recintos portuarios de Ensenada y El Sauzal merecen capítulo aparte. Son motor económico, dicen. Y plataforma logística, prometen. Pero los accesos siguen siendo caóticos, la infraestructura vial no acompaña el crecimiento y la planeación urbana parece inexistente. Creer que Ensenada puede competir a nivel internacional sin invertir seriamente en sus puertos y su conectividad es otro anuncio que ya se contó demasiadas veces.
Y qué decir del drenaje y el saneamiento, el cual es un tema incómodo, pero urgente. Aguas negras que afloran, plantas de tratamiento rebasadas y playas cerradas con una regularidad que ya no sorprende. Promocionar turismo mientras el sistema sanitario es precario es una ironía.
El transporte público tampoco se queda atrás en esta antología de inocentadas. Rutas desordenadas, unidades en mal estado y tarifas que suben sin que mejore el servicio. Se habla de modernización, pero el usuario sigue esperando en la esquina un transporte digno.
Finalmente, están las obras pluviales que nunca llegan, los hospitales saturados, las escuelas con infraestructura limitada y las colonias que crecen más rápido que los servicios básicos. Todo eso se resume en una frase recurrente: “ya viene el proyecto”.
El próximo año, que será preelectoral, varios personajes buscarán posicionarse para contender por la presidencia municipal de Ensenada en 2027, como Alejandro Arregui, Isaías Bertín, Rocío López Gorosave, Mónica Vargas y Eduardo Vega, y deberán tener mucho cuidado a la hora de establecer sus eventuales compromisos de campaña, porque los electores ya perdieron el ánimo de reírse el Día de los Inocentes.
Tal vez esta fecha no se trate de reírnos, sino de dejar de creer. De exigir que la infraestructura deje de ser un chiste repetido y se convierta, por fin, en una política pública seria. Porque en Ensenada, la verdadera broma no es la del 28 de diciembre… es pensar que así estamos bien.
Aplausos y pendientes
En política municipal, como en el mar de Ensenada, hay días de marea tranquila y otros donde la ola te revuelca sin pedir permiso. Durante 2025 la alcaldesa Claudia Agatón Muñiz ha tenido de ambos: avances que su equipo presumen con gráficas y boletines, y tropiezos que, aunque se quieran minimizar, ya le están cobrando factura.
La presidenta municipal arribó al poder con el discurso de establecer orden, cercanía y resultados. Y sin regateos -porque no se trata de quedar bien ni de quedar mal- algunos resultados sí existen, pero -y siempre hay un pero- la política no se gobierna sólo con indicadores.
Además de los graves problemas de seguridad pública, el 2025 exhibió una debilidad recurrente del gobierno de Agatón: La gestión política fina. El caso de las viudas sindicalizadas es ejemplo claro. No se trata sólo de recursos, sino de acuerdos. Y cuando un Gobierno incumple compromisos sensibles las críticas son inevitables.
Y los ruidos más estridentes vinieron desde dentro. La salida del director de Comunicación Social tras un escándalo que nunca debió existir dejó una pregunta incómoda flotando en el aire: ¿fue un hecho aislado o un síntoma de desorden interno? La presidenta tomó distancia, sí, pero el daño a la narrativa de “gobierno distinto” ya estaba hecho.
