Por: Marco Antonio Samaniego
TIJUANA BC 19 DE DICIEMBRE DE 2025.- El acuerdo anunciado en esta semana, sobre las entregas de agua por derecho internacional a los Estados Unidos, fue mesurado y apegado a lo que indicamos en la semana anterior. No se cumplía el ciclo de cinco años, sino hasta 2030. Las notas periodísticas señalan los ciclos de cinco años, es decir, la entrega de 2.185 millones de metros cúbicos 3 y por alguna razón, pero no enfatizan que el tratado es por 431 millones 731 mil m3 cada año. Es decir, no se destaca que el ciclo de cinco años, es altamente conveniente para México y parece que el compromiso es quinquenal. Sostenemos que el compromiso es anual y es benéfico para México porque puede pasarse de un año a otro, pero además puede pasarse de un ciclo a otro, pero no dos ciclos. Esto tiene que ver con la capacidad instalada para el momento de la firma del tratado, 1944.
Aparece en las notas el tema de la negociación, pero esto está acordado, desde 1944, y la suma de otros afluentes, desde el acta 331, firmada en octubre de 2024. Es decir, se sumaron afluentes mexicanos para poder cumplir con el tratado y como el nombre del documento lo dice, son aguas internacionales, es decir, ambos países tienen derecho (enfatizo la palabra derecho) en concordancia con otros tratados en el mundo. Pero eso no es de 1944, es del tratado de Guadalupe-Hidalgo de 1848 y ratificado en el tratado de La Mesilla, de 1853. No son pues “aguas nacionales”, sino internacionales y esa condición tiene siglo y medio. Sólo menciono que el tratado de 1848 convierte al río Bravo, y una parte menor del Colorado, en la división en los dos países, el llamado Thalweg, que es la parte más profunda del río.
Por eso, como le apunté aquí hace varios meses, las entregas de un país y otro, son por derecho internacional, no por sumisión, debilidad, o porque a Trump se le ocurrió. Son divisiones del caudal que se han realizado a lo largo del siglo XX por muchos países, aunque fue precisamente en esta frontera, donde se realizó el primero en el mundo, y fue el tratado, vigente, de 1906. Ese tratado es para el Alto Bravo y México recibe 74 millones de m3 cada año, y concluye hasta el punto llamado Fort Quitman, que se localiza en Texas, pero inmediato a la frontera con México. Como lo he dicho muchas veces, hay dos tratados y los dos se cumplen. Aquí señaló que, en el tratado de 1906, México recibe la cantidad señalada y no entrega nada a Estados Unidos.
Pero las críticas al acuerdo – que ya estaba – son las mismas de siempre. ¿Cómo entregamos agua a Estados Unidos, si hace falta en México? La respuesta es que la misma pregunta se hacen en el Alto Bravo (en Nuevo México y Colorado) así como en Wyoming, Utah, Colorado, Nuevo México, Nevada, Arizona y California, cuando se enteran de las entregas de agua a México y en lo específico a nosotros. Como lo digo en muchas ocasiones, si el lector se bañó el día de hoy, es con un agua que ha transitado por todos esos estados y luego por el acueducto Rio Colorado- Tijuana.
Por ello las criticas demuestran el desconocimiento del significado de aguas internacionales y la relevancia que tienes estas corrientes (y otras que no he mencionado como el Santa Cruz o el San Pedro) para la vida cotidiana en los últimos ciento treinta años. Así, pues, se negoció sobre lo acordado y se hizo bien, al transferir lo que se ha transferido al siguiente ciclo desde hace medio siglo. En 2030, si los ahorros y los acaparadores siguen igual, habrá una nueva crisis y muchas preguntas y respuestas repetidas. Lo ideal, es entregar los 431 millones 731 mil m3 cada año, por que ellos entregan lo que nos corresponde por derecho internacional cada año y los recortes actuales, no son producto del imperialismo, de Trump o lo que se invente, sino por las condiciones reales del río, donde el Bureau of Reclamation ha impuesto recortes a todos los estados de la cuenca, incluidos nosotros, porque los efectos del cambio climático se han dejado sentir, con años de excepción, a lo largo de cuando menos 130 años, desde que se mide la cantidad de agua del cuerpo de agua.
Pero el desconocimiento se vuelve política. En estos días apareció un diputado local y un diputado federal, Federico Doring, a un lado del río Tijuana, con la pregunta de cuánta agua del río Tijuana se iba a entregar a Estados Unidos como parte del acuerdo. La respuesta es sencilla, NADA. Porque en el Tijuana no hay cuota, sino que el río desemboca en el mar, con muchos contaminantes y basura, en Imperial Beach. El mensaje llamando a los tijuanenses a la protesta demuestra que no existe idea del Tratado de 1944, pero también la forma de hacer política sin tener idea de lo que se habla (lo mismo es aplicable para muchos morenistas). El problema de esto es que Doring, ha sido senador, por tanto, en algún momento estuvo bajo su interés directo el tratado de Aguas Internacionales de 1944. Esto significa que nunca que enteró que el Tijuana no entrega agua a Estados Unidos, sino que desemboca a cinco kilómetros, con la desgracia de que va con numerosos contaminantes, a pesar de los esfuerzos binacionales para que ello no suceda.
Esta semana, se firmó el acta 333 (lo mismo que la 320 de 2015, o la 328 de 2022) tiene como objetivo tomar medidas para abordar el problema que tiene, apuntamos la semana pasada, ochenta años. Es decir, se reconoce que el problema persiste y se toman medidas para solucionarlo en la medida de lo posible. Pero la oposición, esa que he apuntado aquí en varias ocasiones que tiene muchas debilidades, reafirma su incapacidad al tratar de alarmar con algo que no entienden. La alarma debe estar en la cantidad de nevadas en las montañas de Colorado, Wyomimg y Utah, de donde proviene el agua que usamos todos los días. Y por supuesto, que México entregue a Estados Unidos lo que le corresponde por derecho internacional, no por capricho, al vecino del norte. Para ambos países es difícil y significa que agricultores o ganaderos, no pueden usar un recurso que cae en su país, pero esa es la condición en que se construyó la frontera entre México y Estados Unidos y con la que se vivirá muchos años por venir. El día que eso cambie, entonces se modificará toda la frontera como la conocemos y surgirá otra cosa, no sé cuál, pero no será la misma.
Lo único que puedo decir es que no cumplir con las cuotas entre uno y otro país, significa cambiar numerosas ciudades, áreas agrícolas, hábitats para aves migratorias, fauna de todo tipo y modificar, necesariamente, el tema de la cantidad de sal en el agua, lo que tendría implicaciones negativas para cuando menos sesenta millones de personas en ambos países. Ser alarmistas, como Doring, o numerosos opinadores que no comprenden los Tratados Internacionales o por qué son ríos internacionales, para cuestionar lo hecho por el gobierno, es dar respuestas que muestran el desconocimiento no sólo del tema del agua, sino de la frontera norte de México/Sur de Estados Unidos.
Por otro lado, decir que ahora si hay cooperación y antes no, es demostrar casi lo mismo, dado que los cuerpos de agua internacionales son parte fundamental de la construcción del límite internacional y del espacio fronterizo como un fenómeno de ocupación del espacio y los cambios en el territorio, es decir, es eliminar lo que muchas generaciones han trabajado y desde donde han producido alimentos, ciudades, zonas protegidas o reconstituidos hábitats. Es eliminar que la única forma de vivir en la frontera, ha sido un esfuerzo por cooperar en diferentes niveles, no sólo el gubernamental, y han generado las ciudades con enorme riqueza cultural.
Cómo lo he apuntado en diversos escritos, artículos arbitrados o libros: si se quiere entender el tema de la soberanía es necesario conocer la construcción de la frontera entre México y Estados Unidos y con ello, dejar de lado la idea de que existe estados soberanos absolutos, totales, con control de sus territorios, para entrar el terreno de lo que es el espacio fronterizo, donde las leyes, las sinergias, los mercados y la migración, requieren de ser observados bajo espectros complejos, donde los procesos son simultáneos, contradictorios, disímbolos, paradójicos y contradictorios.
La ventaja que tiene el gobierno actual, es que los gobiernos anteriores hicieron lo mismo: entregar agua a Estados Unidos. Lo mismo para el gobierno de Trump, quien puede presumir que gobiernos anteriores, demócratas o republicanos, han cumplido con dos tratados que son vitales para construir una frontera. Si la oposición en México quiere construir un discurso atractivo, eventos como el Doring, sólo muestran que no tienen conocimiento de nuestro país. Y si se quiere festejar un acuerdo sobre lo acordado, deben existir proyectos que de inmediato respondan a los muchos retos que significa que esta frontera siga estando ahí. Y uno de esos es entender que los cuerpos de agua, superficiales o subterráneos, son fundamentales para que el límite esté ahí. Por que sin agua, los seres humanos se mueren en cuatro o cinco días. Y las codependencias, no son un juego de coyunturas, sino de proyectos que se realizan para sostener poblaciones de humanos y no humanos que dependen de ello.
Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor