La enfermiza adicción de nuestros gobernantes
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La enfermiza adicción de nuestros gobernantes

TIJUANA BC - domingo 14 de septiembre de 2025 - Obed Silva.
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La enfermiza adicción de nuestros gobernantes.

DESDE MI SOFÁ 
Por: Obed Silva

TIJUANA BC 14 DE SEPTIEMBRE DE 2025.- La Organización Mundial de la Salud (OMS) define las adicciones como un trastorno mental y del comportamiento que genera una dependencia compulsiva hacia una sustancia o actividad, provocando graves consecuencias para la vida del individuo y la sociedad.

En el rango de las adicciones existen las que se asocian a determinadas actividades como a los deportes, al trabajo, al sexo, a los juegos con apuesta o al poder político.

Esta última es la que surge entre quienes arriban al Gobierno y se “enganchan” de inmediato, como si fueran consumidores primarios de fentanilo. 

El poder público activa el mismo circuito de recompensa que las sustancias psicoactivas producen en el cerebro, creando una euforia adictiva. 

Igual que pasa con las sustancias, el adicto al poder requiere de dosis cada vez más frecuentes para satisfacer su “necesidad”, por lo que buscan mantener la euforia que el poder le proporciona, a veces a toda costa.

Está adicción se incrementa en la medida en que el enfermo prolonga su estadía en el poder, llegando a tornarse, en algunos casos, en una megalomanía que se expresa con un egoísmo patológico, delirios de grandeza y una obsesión por el poder mismo.

Entre los estudiosos del fenómeno de la adicción al poder público, destaca el neurólogo inglés David Owen, miembro de la cámara de los lores y ex canciller británico, quien publicó en 2007 un libro titulado "El Síndrome Hubris: Bush, Blair y la intoxicación del poder”.

Según David Owen, el Síndrome de Hubris es un trastorno mental que se expresa en un ego desmedido, confianza excesiva en sí mismo, una visión magnificada de las propias capacidades y el desprecio por las opiniones de los demás, llevando a una falta de humildad y a la toma de decisiones imprudentes. 

El síndrome de Hubris se diferencia del trastorno narcisista de la personalidad porque es un estado temporal que tiende a revertirse al dejar el poder. De ahí la importancia de tratamientos terapéuticos como la no reelección en los cargos de elección popular.

El ambiente de servilismo y sumisión, aunados a la parafernalia de escoltas y autos blindados que rodean al adicto al poder, lleva en muchas ocasiones a que está patología mental se exprese en formas autoritarias de gobernar. 

El fenómeno del Síndrome de Hubris en México podría ser un tema relevante en las mesas de discusión de la Comisión para la Reforma Política, convocada por la Presidenta Claudia Sheinbaum.

A lo mejor en esas mesas se acordaría una iniciativa para crear clínicas de tratamiento para adictos al poder que ayuden a tener gobernantes más motivados en procurar el bienestar del pueblo y menos en satisfacer su ego.

NOMAS POR JODER:

Todavía faltan más, pero al menos hubo uno que atendió el exhorto de Morena para evitar la promoción personalizada de los servidores públicos en funciones.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.

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