Por: Marco Antonio Samaniego
TIJUANA BC 29 DE AGOSTO DE 2025.- El día esperado por muchos llegó, pero nada nuevo. El “Mayo” Zambada afirmó lo que sabemos desde hace muchos años: existen profundas relaciones entre individuos e instituciones de justicia, con quienes se dedican al tráfico de drogas. Se declaró culpable, pero cuando menos, hasta el momento, las investigaciones no señalan algo distinto a lo que se conocía desde, digamos, la década de 1910.
La diferencia está en que, por los cambios en los mercados y los sitios de producción de enervantes, la geografía le dio en las ultimas décadas del siglo XX y las primeras del XXI, una condición de lograr posicionarse como los principales grupos de trafico de enervantes en el mundo.
Los sitios han cambiado de acuerdo con distintos momentos, pero algo no: Los Estados Unidos desde mediados del siglo XIX hasta hoy, son el país que más consume y más paga por el trabajo que implica la producción y el traslado. Dicho de manera simple, no es que los grupos mexicanos sean extraordinarios, sino que tienen una ventaja geográfica. Desde la década de 1970, los socios italo estadounidenses de Jorge Favela Escobosa y Pedro Avilés, colocaron el triangulo dorado entre Durango, Chihuahua y Sinaloa, en el mercado europeo. Así, el imperio de Lucky Luciano, Bugsy Seagal y Meyer Lansky, todos ellos apoyados por el Federal Bureau of Narcotics durante la Segunda Guerra Mundial, habían provocado estos lazos que se volvieron de larga data.
Mencionar a dichos personajes italo estadounidenses tiene todo el sentido de indicar que la experiencia de mover los productos como la cocaína y los opiáceos, sobre todo la heroína, es resultado del conocimiento de estadounidenses y de autoridades de dicho país. Harry Aslinger, estaba al tanto de todo ello y mientras mandaba agentes a las ciudades fronterizas mexicanas, donde tenían el permiso para actuar, la relación entre chinos, mexicanos y estadounidenses floreció en Sinaloa, Sonora, Chihuahua y Durango. Pensar que los llamados carteles (no hago la distinción aquí por qué el nombre) son sólo resultado de un grupo social, un estado, un país o una nacionalidad, es una gran mentira. Si las autoridades estadounidenses no hubieran necesitado el producto durante la guerra y en los años de la posguerra, el consumo no se hubiera incrementado a los niveles que llegó sobre todo en las décadas de 1950-1990. Imposible que 25 millones de personas - en los ochenta – que compraban el producto, sobre todo cocaína, no requieran de toda una red de abasto que sólo es posible que exista en el interior de Estados Unidos.
Los nombres más conocidos para las recientes generaciones, como Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca, Juan Manuel Salcido “el cochiloco”, o Rafael Caro Quintero, no surgieron porque fueran “envenenadores” de una nación que se envenenaba desde, cuando menos, la Guerra Civil (1861-1865) que dejó al país con una alta dependencia de la morfina, el láudano y la heroína. Desde múltiples informes, digamos, de 1911, médicos especialistas señalaron que ya era necesario dejar de culpar a otros países por los problemas internos con los opiáceos. Sí, la fecha es correcta, 1911, y fue producto de médicos que trabajaban con los adictos, a los que trataban como enfermos, dado que esta polémica está presente desde mediados del siglo XIX. Famoso es el caso de padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, quien siempre vio como buena práctica el consumo de cocaína.
Así, a los ya mencionados, los nombres del El Chapo Guzmán, el Güero Palma y los hermanos Arrellano Félix, son referencias comunes para estos años y les han dedicado libros, películas, series y sin duda, corridos. El famoso Juan Nepomuceno Guerra, a pesar de ser un reconocido traficante de diversos productos, además de asesinar a su esposa, era un personaje en Matamoros y gran parte de Tamaulipas, ligado a los hombres del poder. Aquí sólo apunto el nombre de Raúl Salinas Lozano, quien fuera senador y secretario de estado. Sobran publicaciones en las que el hermano del que fuera presidente, desde la década de 1980, señalaron la relación entre estos personajes y como, Juan García Abrego, formó el cartel del Golfo apoyado en el poder de los hermanos Salinas.
Por su parte, la expansión en el uso de la cocaína, la heroína y el famoso crack ( no explico por qué surgió, para no dar ideas) llenaron las calles de Estados Unidos en la década de 1980. Era tan común su uso que funcionarios de gobierno, se declararan adictos sobre todo a la cocaína. Perú y Colombia como países productores, vieron crecer los carteles que se han vuelto parte de la narrativa y Pablo Emilio Escobar Gaviria, se convirtió en una figura mítica, dado que para algunos sigue siendo motivo de culto, a pesar de las miles de vidas que costó su accionar en los mercados internacionales de la droga. La frontera con Estados Unidos, funcional en muchos sentidos, lo fue también para el traslado de miles de kilos de enervantes.
Los aviones, con Jorge Favela Escobosa y después con Carlos Lehder, llevaron varios miles de toneladas del producto. Lehder quien aprendió a pilotear, utilizaba a más de una docena de pilotos estadounidenses para trasladar cocaína a Estados Unidos. Bahamas fue su base de operaciones, en específico la isla de Cayo Norman, fue por casi un lustro, un pequeño universo dominado por el personaje, pero con conexiones a Estados Unidos y Europa. Una década después, Amado Carrillo Fuentes siguió la estrategia, teniendo como sitio de operaciones Ciudad Juárez, pero con vínculos hacia el norte. A pesar de ser detenido en varias ocasiones volvía al negocio. Cuenta la leyenda que murió al realizarse una cirugía para cambiar de identidad, pero la misma leyenda coloca puntos suspensivos y deja entrever su retiro.
Lo común en todo ello, es que, en ambos lados de la frontera, siempre hubo conocimiento y permisibilidad. La DEA, a pesar de sus discursos, no pudo controlar a otras instituciones de su propio país, como fue el caso Irán-contras, en el que se triangularon recursos, armas y drogas, para abastecer de recursos a los contrarrevolucionarios nicaragüenses con el fin de derrotar a Daniel Ortega (quien volvió al poder luego de perderlo en unas elecciones, pero regresó y no se ha ido).
Escuchar a su director auto felicitarse por la condena de El Mayo, es un acto de hipocresía y a su vez, de tratar de construir un olvido, pero muchos escritores, periodistas e historiadores estadounidenses, muestran que el tema de las drogas acompaña la historia estadounidense hasta nuestros días. Durante la epidemia del Crack, entre 1984 y 1990, los informes realizados por senadores estadounidenses indicaron las razones por las que se incrementó su uso. Las cifras de muertos son casi iguales a las que se manejan hoy por el tema de fentanilo, es decir, más de setenta mil muertes por año.
El acto de Pam Bondi, la fiscal general de Estados Unidos, de salir a decir que se logró una gran victoria, es una forma de indicar, al igual que a finales del XIX, que la culpa es del exterior, ya fuera de Asía – como se mencionó cientos de veces – o de Sudamérica o México, como si los consumidores no tuvieran la opción de comprarlo o no. Elimina la condición de casi dos siglos y crea una memoria que impacta a quienes no tengan información sobre el tema, pero es una narrativa que trata de construir un olvido y que elimina las posibilidades reales de terminar con el problema, al no reconocer que la crisis del uso, ha estado y sigue ahí, en las calles, donde millones de consumidores pagan por un producto que ha recorrido cientos de kilómetros desde distintos lugares del mundo.
Y para el caso mexicano, más allá del “Mayo”, nos muestra medio siglo de incompetencia de las autoridades, o de complacencia y participación, lo que incluye a la DEA que durante muchos años pudo actuar en nuestro país con la operación Cooperación o la operación Cóndor de 1976 y 1977. No podemos dejar de lado que al “Mayo” no lo detuvo ni la autoridad mexicana ni la estadounidense, sino los propios miembros de la agrupación, en este caso uno de los hijos del Chapo, a cambio de negociar su libertad en Estados Unidos. Celebrar es reconocer que no hubo capacidad de ambos lados. Quejarse también. Sólo como dato, Alejandro Gertz Manero participó en la detención de Jorge Favela Escobosa, medio siglo después, como procurador general, no ha explicado porque el “Mayo” Zambada fue detenido en Estados Unidos por los hijos del Chapo Guzmán. Veamos si los precios del producto cambian, si se reduce el consumo, o si se detiene a más participantes. Esos serían efectos para los dos países. Si nada cambia, entonces tendremos series televisivas, pero no transformaciones reales.
Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.