Por: Marco Antonio Samaniego
TIJUANA BC 6 DE JUNIO DE 2025.- El mundo de la justicia es complicado, con muchos caminos y para lo que no tenemos conocimiento de sus prácticas, oscuro. En las pocas ocasiones que me he involucrado, siempre los entresijos son diferentes e inevitable decirlo, encontrar que existen formas de corrupción. Los expedientes, cuando llegan al juez, tienen una historia en sí misma, que ya ha sido manipulada para determinado sendero. Pero esto es una experiencia escasa de mi parte y. afortunadamente, nunca para un asunto personal.
Por ello los discursos que indican que el sistema judicial va a ser cooptado por la presidencia me parecen bien para que la oposición, escasa y limitada, tenga elementos para discutir. Por ello los discursos triunfalistas de que la corrupción va a desaparecer y llegarán jueces, magistrados y ministros, que tomen decisiones justas, es sólo eso, un discurso que carece de evidencia porque sólo se habla de un futuro posible y es totalmente contrafactual, porque no existen evidencias de lo que puede pasar.
El problema estaba y era de fondo. La solución es una apuesta. Si los ministerios públicos no hacen un mejor trabajo poco va a pasar. Dar por hecho que nuevos jueces, magistrados y ministros son una solución, sólo porque se votó, no deja de resultar excesivo. Por supuesto que entre jueces y ministros hubo familiares, amigos y toda clase de contubernios. ¿Pero qué mecanismos se han pensado para que eso no se repita con los nuevos? ¿existen protocolos, reglamentos, leyes, para que eso no suceda?
Por ello, lo que estaban mal puede mejorar, pero no hay garantía de nada. Si todo lo que se invertido en una elección, con todas las características de un refrendo vía acordeones, con toda la tendencia pactada desde antes, tiene que ir de la mano de otros mecanismos de control que vayan a modificar el inicio del sistema, no solamente lo que se discute con pasión y desdén, de acuerdo a la postura que se tenga.
Por ello, aunque los votos se cuenten, el resultado se conocerá dentro de algunos años. No es posible pensar que se solucionaran los severos problemas de impartición de justicia cuando el país vive una ola de inseguridad que rebasa las capacidades del Estado desde hace varias décadas. Los argumentos de quienes atacan lo sucedido tienen evidencias claras, sobre todo con el tema de los acordeones que concordaron con la votación. Pero la tesis de un sistema judicial podrido, ganó parte de la memoria social y a pesar de la escasa participación, un 10%, el efecto es el nombramiento de nuevos integrantes de un poder que tiene que legitimarse, pero que, por su condición, tiene espacios muy limitados para demostrarlo. En los juicios, siempre alguien gana y alguien pierde, por lo que no hay forma de que la justicia sea bienvenida por todos. ¿Cómo legitimarse ante la escasa votación? Difícil, no imposible, pero el nuevo escenario coloca la tesis que en repetidas ocasiones he señalado. Cuando se habla del pueblo o por el pueblo, es una abstracción que tiene limitantes. En este caso, la gran parte del pueblo no acudió a las urnas.
La lectura de la oposición, es como si ellos hubieran encabezado tal resultado. No creo que esa sea la interpretación adecuada. Es semejante a la del triunfalismo. Aquí consideramos que el 90% no acudió porque la elección es poco atractiva y los principales promotores, tampoco lo son. Los apuntalados en los acordeones, por sí mismos, no mueven ni entusiasman. Lo poco que se conoce de ellos, es que una es plagiaria de su tesis, la otra demuestra con sus acciones y actitudes que no es la ministra del pueblo, y el futuro presidente de la suprema corte, sólo es conocido es ciertos ámbitos, a los cuales pocos tienen acceso.
El hecho de que el 22% de los votos fue anulados por los electores, es un dato relevante. Acudieron a plasmar mensajes de diversa índole, pero no apoyaron a nadie. Es decir, casi la cuarta parte de la escasa concurrencia, se hizo presente para generar mensajes de repudio, en la mayoría de las ocasiones. Por ello, la legitimidad va a ser un tema de los siguientes meses. Es posible que las autoridades y en este caso los dirigentes de Morena, se replanteen los enormes problemas que esto significa y se busquen nuevos mecanismos – sin acordeones – que permitan que la idea de renovar de esta manera el poder judicial tengan una mejora notable.
La oposición, puede encontrar algún punto de confluencia para, en algún momento, ser una oposición real, que como señalo siempre, es bueno que exista. Sin embargo, hasta el momento, no pasan de los mismos insultos y referencias limitadas que los vuelven lo que son, una oposición débil, que existe porque el sistema de partidos les da dinero para que estén ahí, pero que, en ocho años, sólo han cobrado para existir, sin crear una propuesta atractiva que los vuelva medianamente competitivos.
Así, un nuevo sistema. Ya tendremos oportunidad de opinar, todos, si se ha logrado la justicia.
Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.