REFLEXIÓN DEL DÍA
Por: Esteban Capella Ibarra 

TIJUANA BC 13 DE NOVIEMBRE DE 2024.- A lo largo de la historia, la psicología ha pasado por diversas corrientes, desde el psicoanálisis hasta el humanismo, y entre ellas, el conductismo ha marcado una influencia especial en el estudio del comportamiento humano. Surge aquí una cuestión intrigante: ¿podrían los gobiernos y grandes corporaciones estar utilizando técnicas conductistas para manipular a las masas?

Un ejemplo histórico es el del famoso psicólogo John B. Watson, uno de los padres del conductismo, quien trabajó en la promoción de Coca-Cola. Gracias a sus esfuerzos y su conocimiento de cómo influir en el comportamiento, logró posicionar fuertemente a la marca en el mercado. Si una empresa fue capaz de usar la psicología para influir en el comportamiento del consumidor, ¿por qué no pensar que existen estrategias similares, incluso más elaboradas, en el ámbito de la opinión pública y la política?

Hoy en día, algunas teorías de conspiración sugieren que ciertos gobiernos y corporaciones emplean principios conductistas para dirigir la atención de las personas hacia ciertos partidos políticos o políticas públicas. Esta orientación podría enmarcarse en campañas de comunicación que, en apariencia, ofrecen mejoras o beneficios para el ciudadano, pero que en realidad buscan restringir ciertas libertades, camufladas como decisiones en favor del bienestar común.

Aunque para muchos esta idea puede sonar exagerada o inverosímil, la historia demuestra que la manipulación de las masas no es un concepto nuevo. Desde la propaganda en tiempos de guerra hasta las modernas campañas en redes sociales, hemos visto cómo es posible moldear las percepciones y decisiones del público. Hoy, con el avance de la tecnología y el acceso masivo a datos, los gobiernos y corporaciones pueden perfilar psicológicamente a cada individuo y dirigirle mensajes específicos que refuercen o modifiquen su conducta.

Ejemplos de esta manipulación están a la vista en el uso de algoritmos en redes sociales, los cuales personalizan el contenido que consumimos. Esto no solo refuerza nuestras creencias, sino que también puede desviar nuestra atención de temas relevantes o críticos. En este contexto, la manipulación de la opinión pública se convierte en una herramienta poderosa y potencialmente peligrosa.

La pregunta que debemos hacernos es si estamos siendo condicionados a apoyar ciertas políticas que, en realidad, restringen nuestras libertades, bajo la ilusión de que son para nuestro propio beneficio. Las teorías de conspiración nos invitan a cuestionar la narrativa dominante y considerar la posibilidad de que lo que vemos y escuchamos no siempre refleja la verdad completa.

En conclusión, más allá de si estas teorías son ciertas o no, mantener una actitud crítica y cuestionadora es fundamental para proteger nuestras libertades. Solo una sociedad informada y consciente podrá tomar decisiones verdaderamente libres en un mundo cada vez más influido por técnicas avanzadas de manipulación.

El autor es egresado de la Licenciatura en Administración, Derecho, actualmente cursa la Licenciatura en Psicología y es Presidente de Profesionistas Unidos por Baja California A.C.

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