REFLEXIÓN DEL DÍA.-
Por: Esteban Capella Ibarra
TIJUANA BC 9 DE NOVIEMBRE DE 2024.- En los últimos años, la relación entre los empresarios y las autoridades en Baja California, especialmente en Tijuana, ha sufrido un cambio profundo y, en muchos aspectos, preocupante. Lejos de ser una relación que impulse el desarrollo y la prosperidad, se ha convertido en un vínculo que limita las capacidades de los empresarios, poniéndolos en una posición de subordinación frente al poder en turno. Este fenómeno, que se ha intensificado en un contexto de deterioro institucional, no solo afecta la economía de la región, sino que amenaza la libertad y la autonomía de la iniciativa privada.
Históricamente, el empresario ha sido un pilar fundamental de la sociedad, generador de empleo y riqueza, pero hoy parece estar atrapado en un paradigma insostenible. En vez de cuestionar las decisiones de un poder que cada vez parece más centralizado y autoritario, muchos optan por una postura de sumisión que, aunque en el corto plazo puede evitar conflictos, a largo plazo resulta devastadora para su libertad y capacidad de operar. Es crucial que los empresarios comprendan que su inacción, su silencio y su aparente conformismo están dejando al sector a merced de decisiones que podrían erosionar irremediablemente sus derechos.
La situación se agrava con la erosión del Poder Judicial, una institución que históricamente ha garantizado un equilibrio frente a los otros poderes. Esta estructura, que debería ser el último refugio de los derechos y libertades, está hoy cada vez más debilitada y subordinada. ¿Qué implica esto para los empresarios? Significa que, en caso de abusos o injusticias, tienen cada vez menos recursos para defenderse. La falta de un Poder Judicial robusto y autónomo deja a los empresarios en un estado de indefensión que compromete no solo su capacidad para proteger su patrimonio, sino también su facultad para enfrentar abusos por parte del poder.
Frente a este panorama, se hace imprescindible un cambio de paradigma. Los empresarios deben recordar su rol y su responsabilidad frente a la sociedad. Su función no se limita a la generación de riqueza; también tienen un compromiso con la construcción de un entorno en el que la justicia, la transparencia y el respeto a la ley prevalezcan. Para lograr esto, es esencial que los empresarios abandonen la comodidad de la conformidad y asuman una postura más activa, no solo defendiendo sus derechos, sino también exigiendo que las instituciones cumplan con su función de contrapeso al poder.
El camino no es fácil, pero la alternativa es peor. Si los empresarios continúan cediendo ante las presiones y no cuestionan los abusos, corren el riesgo de perder lo que tanto han construido. Llegará un punto en el que el costo de la inacción será tan alto que ya no podrán darse el lujo de ignorarlo. Por ello, es vital que desde hoy tomen conciencia de su rol y de su capacidad de influencia, no solo como individuos, sino como un sector que tiene la fuerza para defender los principios de una economía libre y justa.
En este momento crítico, la sociedad necesita empresarios valientes y comprometidos, que entiendan que su futuro no depende de alinearse con el poder, sino de luchar por un entorno donde todos puedan prosperar. La pregunta que deben hacerse es: ¿están dispuestos a dejar un legado de sumisión o ejercerán una postura de resistencia y dignidad?
El autor es egresado de la Licenciatura en Administración, en Derecho, actualmente cursando la Licenciatura en Psicología y Presidente de Profesionistas Unidos por Baja California A.C.
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