Palco de Prensa
Muchos panistas, de toda la República Mexicana, casi se querían “tragar vivo” a Felipe Calderón Hinojosa, cuando aún siendo Presidente de México, luego del “sismo electoral” que implicó para los blanquiazules los comicios presidenciales del 1 de julio del 2012, declaró, sin rubor alguno, que era necesario reconstruir al PAN, desde los cimientos hasta la cúpula, “piedra por piedra”.
Calderón soportaba sobre su espalda la derrota electoral, como quien se sienta sobre los escombros de su vivienda, destruída, después de una catástrofe. Y es que no le quedaba otra, más que reconocer que el panismo había sido aniquilado, después de dos sexenios presidenciales. Como dicen, ya ni llorar era bueno.
Fue en una entrevista con Ciro Gómez Leyva, de Televisión Milenio, aquel miércoles 4 de julio, a tres días de los comicios. Evidentemente Calderón trataba de liberarse de culpas por la derrota electoral. Fox conoció la gloria, por haber sacado al PRI de Los Pinos. A él le tocaba la vergüenza y humillación de tener que desocupar la casa presidencial y entregarla a sus rivales políticos. Les duró muy poco el gusto.
El panista, cabizbajo, se puso “de pechito” y el periodista aprovechó la oportunidad. Entre otras cosas, le dijo : “Queda la impresión, después de haber visto al PAN de 2000, al PAN de 2006, que éste no es el mejor PAN de todos los tiempos”. Calderón simplemente respondió : “Eso definitivamente”. No le quedaba otra.
Ciro lo cuestionó : ¿Lo asumen los panistas? La respuesta fue sin rodeos : “Totalmente. Y desde luego yo lo afirmo, y por lo que conversamos el martes, yo creo que coincidimos muchos. Para ir al punto. Yo afirmo y creo que hay que refundar al PAN, hay que reconstruirlo desde los cimientos hasta la cúpula, piedra por piedra. Eso implica una labor titánica que me parece que debemos emprender todos los que queremos, no sólo queremos al PAN, sino que sabemos que es una opción necesaria en la vida política de México”.
Luego, con cierta nostalgia agregó : “En sus ideas, en sus principios, en su historia, en su compromiso democrático, en lo que hizo por el país, el PAN fue, finalmente, no el único, pero sí un protagonista y un impulsor principalísimo en la vida democrática en México. Cambió la historia sin disparar un tiro, y eso no puede quedarse así, no vamos a dejarlo así”.
Sarcástico que es, en muchas ocasiones, Gómez Leyva le restregó la derrota electoral a Calderón en plena cara : “Yo pensé que lo iba a ver más abatido por los números…”, le dijo. El todavía Presidente de México, apenas si musitó : “No, tranquilo”.
Como cuando le clavan la puntilla al toro, tirado en el ruedo, para ayudarlo a morir después de una dura faena, el periodista le preguntó : “No dolió ?”.
Felipe, seguramente hubiese querido evadir la pregunta, pero respondió : “No, por supuesto, y te hablo como miembro del PAN, que lo soy, y ahora lo digo con más tranquilidad, ya que pasó la elección, espero que no pase nada que lo diga, por supuesto que voté por Josefina Vázquez Mota, y me pareció la mejor opción, etcétera. Así lo hice. Y, por supuesto que esas cosas duelen, pero, insisto, es la decisión. Jugaron varias cosas, puede ser el gobierno, yo asumo la responsabilidad que me corresponde; pudo ser el partido, la selección de sus candidatos, la formación de sus cuadros, la estructura que debió haberse formado hace tiempo. Pudo haber sido la estrategia de campaña, el discurso. Qué se yo. Son muchos factores los que finalmente derivan en el voto”.
A partir de entonces, se desató una encarnizada lucha, en la que aparecían como principales protagonistas, el propio Calderón, por un lado, y Gustavo Madero, líder nacional del PAN, por el otro. Uno hablando de y sobre los escombros. El otro, aparentando que ni cuenta se había dado de que las estructuras blanquiazules se habían desplomado estrepitosamente. Casi igual, guardadas las proporciones, que las emblemáticas torres, en la Unión Americana.
Pero Calderón ya se iba. Es más, ya se fue. Quien tenía que seguir adelante, pese al orgullo lastimado, lo era Madero. El líder panista, aparentemente en un intento por desmentir lo dicho por Calderón, de que era necesario reconstruir al PAN, piedra por piedra, se dió a la tarea se hacer un recuento de los daños.
Promovió una campaña de depuración del padrón panista y llamó a una reafiliación de miembros activos y adherentes. Anhelaba poder gritar a los cuatro vientos, que Calderón había exagerado, que pese a haber perdido la Presidencia de la República y haber quedado como tercer fuerza política en el país, aún había PAN para rato.
Sin embargo, las cuentas le salieron “mochas”. Y finalmente lo ha tenido que reconocer, aunque insiste en “verlo con buenos ojos”. El PAN presumía tener poco más de 350 mil miembros activos y un millón y medio de adherentes.
Luego del programa de reafiliación, resulta que solamente tiene 205 mil activos, o sea 149 mil menos que los que presumía inicialmente.
Los adherentes, también se “esfumaron”. Fueron “por la leche” y ya no regresaron. Tenían registrados un total de 1 millón 514 mil 106 y ahora solamente tienen 163 mil 220. “Huyeron” 1 millón 187 mil 666. Si se hubiesen ido otros más, habrían “cerrado la tienda”.
Resulta irónico, pero el llegar a la Presidencia de la República en el 2000, con Vicente Fox, y apenitas con Calderón en el 2006, luego de “saborear las mieles del poder” durante 12 años, ahora el PAN es un simple cascaron de partido. Lo que con grandes esfuerzos, y a lo largo de muchos años de lucha, unos lograron construir, otros llegaron y lo destruyeron en tan poco tiempo.
Ese es el panismo, feo, flaco, ojerozo y sin ilusiones, casi un fantasma, que se enfrentará al PRI en los comicios del domingo 7 de julio del 2013, por la gubernatura de Baja california, que ostenta desde 1989, gracias al fenómeno de la ruffomanía. Simples escombros. Lo único que le queda es la necedad y la soberbia. Nada más.
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