Palco de Prensa
Por : Gilberto LAVENANT
Hay un tema que la mayoría de las personas han estado desdeñando. El de los bomberos despedidos, por la audacia de reclamar un empleo de base. Qué abusivos, han de decir los colaboradores cercanos al Alcalde de Tijuana, Carlos Bustamante Anchondo.
Durante muchos años, han existido los empleados “meritorios”. Aquellos que llegan a una dependencia a trabajar gratis, o sea a hacer méritos, con la esperanza de que un día se les otorgará empleo fijo. Y hay quienes llegan a morir junto con su esperanza.
Mención especial merecen los llamados heróicos bomberos. Los “tragahumo”, los que arriesgan sus vidas para salvar bienes y vidas ajenas. Muchos de ellos tienen algún empleo, donde obtienen el sustento diario, así como el de sus familias. Salen de sus empleos, y en lugar de ir a casa a descansar, como lo hacen la mayoría de los trabajadores, acuden a las estaciones de bomberos a cubrir turnos. Muchos de ellos como voluntarios o meritorios.
En ocasiones no hacen gran cosa, pero constantemente arriesgan sus vidas. No usan armas, como herramientas de trabajo, como lo hacen los policías, pero lidear con el fuego, con cables de energía eléctrica, con construcciones endebles que muchas de las veces se derrumban estrepitósamente, no es cosa fácil.
Sin embargo, pese a todos los méritos acumulados, cuando se atreven a reclamar empleo de planta, los ponen “de patitas en la calle”. De nada sirven los años y meses de esfuerzos diarios, de jornadas agotadoras, de preparación constante. Con toda frialdad los cesan.
El tema tiene muchos aspectos a comentar. Los funcionarios municipales, pretenden justificar los ceses, advirtiendo que las finanzas ya están agotadas, que no pueden seguir abultando las nóminas, con nuevas bases. Olvidan que las deudas del gobierno no las generan los empleados, sino los gobernantes que son pésimos administradores.
Dilapidan los recursos en forma frívola. Realizan obras más por lucimiento, que por la intención de resolver la problemática social. Político que no hace obra, no sirve, dicen. Pero la conseja popular señala : haz obra, que sobra.
Si los gobiernos locales, en especial los municipales, tuviesen finanzas sanas, o sea que no tuvieran deuda alguna, que no estuviesen obligados a pagar intereses, harían mucho más que lo que hacen con dinero prestado, que es carísimo.
Durante las primeras administraciones de Tijuana, la premisa era conservar las finanzas sanas. No gastar más allá de lo presupuestado. Programar sólo aquello que sería factible realizar conforme a los ingresos estimados. Pero empezaron a jugar a los financieros y hoy ya no se la acaban.
Hoy en día, hablan de deudas millonarias, como si fuesen potentados. No les duele gastar, ni comprometer el patrimonio público, porque no es el propio. Total, cuando el dinero ya no alcanza para más, es relativamente sencillo correr empleados. Adelgazar la nómina.
El caso de los bomberos despedidos, es el reflejo de las crisis financieras de los gobiernos locales. Son insuficientes los contratados y pésimas las condiciones en que desempeñan sus labores. Sin embargo, tienen prohibido anhelar puestos de base.
Condiciones similares se viven en otras áreas de la función pública. Centros de salud, por ejemplo. Las corporaciones policiacas necesitan cuando menos el doble del personal que labora en ellas. También ahí arriesgan sus vidas.
Pero nadie voltea a verlos cuando los despiden. Los abogados laboralistas son incapaces de abrir la boca para orientarlos, a fin de que reclamen sus derechos. Enhorabuena cuando ayudan a la sociedad, pero es ingrato que nadie les ayude a ellos cuando requieren de ayuda.
Lo mismo pasa con las instituciones y organismos defensores de derechos humanos. No ven, ni escuchan, injusticias como las que padecen los bomberos cesados en sus funciones. Sin rubor alguno, las autoridades locales dicen cínicamente que los cesan, por reclamar empleo de base.
Las violaciones a los derechos humanos, se cometen a la vista de todos y todos hacen como que no ven, ni escuchan. La ingratitud ciudadana, es casi una “virtud”. Y hay quienes se atreven a hablar de valores. Cuánto tienes, cuánto vales.
Debería darles pena a quienes les han dado la espalda. A quienes los ignoran. A quienes cierran los ojos para no verlos o se tapan los oídos para no escucharlos.
Con tales ejemplos, ya ni siquiera los niños han de soñar con un día andar arriba de una bombera. Con prestar servicio a la comunidad. Si vieron a sus padres o a amigos de sus padres, desempleados, tan sólo por reclamar empleo fijo. Sin importar el tiempo que laboraron gratis o con empleos mal remunerados. Con salarios de hambre y sin prestaciones sociales.
El sentimiento de solaridad se pierde. Difícil que florezca en esas condiciones. El humanismo es rebasado por el mercantilismo, por el egoísmo y por tantos nocivos ismos. En cambio, la ingratitud y la insensibilidad se reproducen con enorme facilidad.
¿ Para qué arriesgar la vida, si nadie la valora ? Si la gratitud es un valor rarísimo.
Es más común ser mal agradecido. Más fácil dar la espalda, que dar la mano.
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