ESTADOS UNIDOS 17 DE FEBRERO DEL 2017 (La Silla Rota).- Directivos de firmas minoristas como J.C. Penney, Target y Best Buy acudieron el miércoles pasado a Washington para solicitarle al presidente Donald Trump que no aplique un impuesto a los productos fabricados en el exterior que se venden en Estados Unidos.
La presión de las compañías contra el llamado impuesto fronterizo (Border Adjustment Tax) podría no bastar para disuadir a Trump, quien basó buena parte de su campaña en devolver la manufactura a Estados Unidos. Pero quizás sean los consumidores estadounidenses quienes lo logren.
En el caso de determinados artículos, como cierres o calzado deportivo, prácticamente todos son importados y Estados Unidos en realidad no tiene la capacidad de manufactura ni el know-how necesario para fabricarlos.
La coalición llamada Americans for Affordable Products, que representaba a minoristas como Walmart, Macy's, Nike, Gap y Crate & Barrel, mostró el rechazo al BAT.
Dicen que un impuesto de ajuste de frontera del 20% sobre las importaciones haría más costosos los artículos esenciales como ropa, alimentos, medicamentos y gas.
"Los consumidores no deben soportar la carga de este nuevo gravamen, mientras que algunas empresas obtienen un recorte de impuestos", dijo el grupo.
Un BAT podría eliminar toda ganancia en el caso de algunas firmas minoristas estadounidenses, mientras que otras podrían obtener mayores beneficios de otras modificaciones a la política tributaria y comercial.
Todo aumento de precios podría tener un profundo impacto en el gasto de consumo, que representa más de las dos terceras partes del PIB de los Estados Unidos.
Actualmente los estadounidenses pagan las prendas de vestir a aproximadamente el mismo precio que a principios de la década de 1990 cuando minoristas como Nike y Wal-Mart empezaron a fabricar desde calzado hasta pelotas en gran escala en el exterior.
El argumento contra el BAT se reduce a algo más básico: en la práctica los estadounidenses no pagarán precios más altos por comprar cosas para su familia por más que en el plano ideológico estén de acuerdo con la creación de empleos en el sector manufacturero y con el apoyo a productos hechos en EU.
A las firmas minoristas ya les cuesta atraer compradores, lo que ha causado el cierre de centenares de comercios y múltiples quiebras en los últimos años.
Un impuesto fronterizo no haría más que acelerar el proceso. Los estadounidenses votarán con su billetera contra ese impuesto.