CIUDAD DE MEXICO 5 DE ENERO DE 2017 (La Silla Rota).- Lita Cabellut nació en uno de los barrios marginales de Barcelona. Pasó su infancia pidiendo limosna entre la Boqueria y el Port Vell. Sus primeras pinturas fueron retratos de proxenetas y prostitutas que vio durante toda su infancia.
Abandonada por su madre, la pintora vivió ocho años en las calles y sobrevivió pidiendo limosna. Lita es la única española en la lista de los artistas más cotizados del mundo y sin embargo, en nuestro país nadie la conoce. Nadie habla de ella.
Pero solo hay dos españoles que venden más que Cabellut en subastas de todo el mundo: Juan Muñoz y Miquel Barceló, después se encuentra ella, en el puesto 333, como la única mujer del ‘top 500’ de los artistas contemporáneos más cotizados del planeta. Los famosos Antonio López o Jaume Plensa ni siquiera aparecen en la lista que publica cada año Artprice, referencia en el mercado de subastas.
En el imaginario tradicional gitano, la mano izquierda era aquello con lo que nacemos y la derecha lo que hacemos con ello. A la pintora Lita le habría resultado difícil mirarse las palmas de las manos antes de cumplir los trece años de edad y creer en el destino que le aguardaría luego de ser abandonada por su madre prostituta a los tres meses de nacida y vivir durante años en el barrio barcelonés de El Rabal.
La pintora fue dada en adopción a una familia a la que la llevó de viaje a Madrid, y en el Museo del Prado, Lita, tuvo una de esas epifanías vocacionales tan frecuentes en temperamentos artísticos como el suyo. Desde entonces, la pintora no ha dejado de hacer cuadros de los indigentes, convirtiendo sus obras en alegatos de humanidad, retratos de una fuerza desgarradora que dejan de una pieza a quien los mira.
Rescatada de su particular Nilo, gracias a sus padres adoptivos Lita pudo estudiar en la prestigiosa Rietveld Academy de Amsterdam y cumplir aquello con lo que soñó cuando plantada ante un cuadro de Rubens exclamó: “Mamá, yo quiero pintar”.
La pintora reivindica la universalidad del arte, a través del cual describe la realidad de la condición humana. Visiblemente influida por artistas como Francisco de Goya o Francis Bacon (pintor), su universo creativo se aferra al compromiso y la preocupación por el ser humano, al que toma como objeto e introduce en la obra mediante una técnica en la que la importancia recae en captar la vivacidad de la piel, el órgano más externo que revela el paso del tiempo y las experiencias que desnuda la crudeza, la fuerza, el carácter y la angustia de los instantes más emotivos de su existencia.