MÉXICO DF 9 DE NOVIEMBRE DE 2015 (Kaleydoscopio).- Los expertos dicen que los excesos hacen que algunos alimentos sean una amenaza, escena en la cual vale la pena saber que “hoy utilizamos como siete veces más de lo que necesitamos”, dice Gerardo Gamba, investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM.
El científico alerta: “90% de la sal que comemos ya viene con los alimentos que compramos, y sólo 10% es lo que agregamos a la hora de cocinar”.
Esta fue una solución tan importante, que durante cientos de años a la gente se le retribuía con sal. “Por eso le llamamos salario a lo que nos pagan ahora”, precisa.
Es peligrosa porque acelera los procesos de aterogénesis y “entonces la gente muere de un infarto cerebral o miocárdico, o de insuficiencia renal a los 60 años, 15 o 20 años antes de lo que hubiera ocurrido si no tuviera hipertensión. Por eso, esta enfermedad es claramente reconocida como el factor de riesgo número uno”.
En la curva de la función renal, explicó, hay un punto de equilibrio en la presión normal, en el cual vivimos en la proporción perfecta entre la ingesta y la excreción de sal. El que no vive ahí, está deshidratado o hinchado.
Si ese punto se altera para cualquiera de los dos lados, inmediatamente el riñón echa a andar mecanismos para tratar de compensarlo.
Si la presión se va para abajo, desarrollamos oliguria o disminución de la producción de orina, problema grave que nos puede matar en las siguientes horas. Si, por el contrario, la presión arterial sube, aumenta la excreción urinaria de sal.
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